Inicio Actualidad Laborda, en su despedida: “Estamos ante un drama como en 1978”

Laborda, en su despedida: “Estamos ante un drama como en 1978”

Exministros y exdirigentes políticos de diversos partidos han rendido homenaje este jueves al expresidente socialista del Senado Juan José Laborda tras cesar como consejero de Estado y en un acto que se ha convertido en una reivindicación de la Transición, el pacto constitucional y el «régimen del 78».

La cena homenaje a Laborda se ha celebrado en un hotel madrileño en el que se han citado no sólo personalidades del mundo político, sino también del ámbito universitario, la cultura y el periodismo.

Todos los intervinientes han destacado el ejemplo de consenso que ha representado Laborda a lo largo de su trayectoria, como ha puesto de manifiesto el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra en una carta que ha enviado al serle imposible acudir al acto.

Una carta en la que ha lamentado que cuando en la actualidad oye a un político decir que actuará sin complejos, piensa que lo hará «sin escrúpulos».

El exdirigente de CiU y padre de la Constitución, Miquel Roca, ha calificado a Laborda de un referente del «denostado régimen del 78», por el que ha mostrado su orgullo siendo secundado con un prolongado aplauso de todos los presentes. A los críticos con la Transición les ha instado a ofrecer al menos «un poquito» de lo que se consiguió en ese momento.

El homenajeado ha resaltado el valor de la Constitución y de la Corona y ha hecho también una llamada al consenso para superar «el drama» que cree que vive en este momento España en su situación política.

Entre los asistentes, el jefe de la Casa del rey, Jaime Alfonsín, y exministros socialistas como el también expresidente del Parlamento Europeo Enrique Barón, Juan Manuel Eguiagaray, Virgilio Zapatero o Gustavo Suárez Pertierra.

También exdirigentes de su partido como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Javier Fernández (expresidente de Asturias y que encabezó la gestora del PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general por su rechazo en 2016 a facilitar la investidura de Mariano Rajoy), Elena Flores y Francisca Sauquillo,. A ellos se ha sumado el actual presidente del Senado, Pedro Rollán; y los expresidentes Javies Esperanza Aguirre, Javier Rojo y Juan José Lucas.

La exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría ha estado junto a ellos, así como los exministros de la etapa de UCD Rodolfo Martín Villa y Juan Antonio Ortega y Díaz Ambrona.

Juan José Laborda, nacido en Bilbao en 1947, se afilió al PSOE en 1975, un año más tarde se integró en el Comité Provincial socialista de Burgos, provincia de la que fue secretario general del partido, y en 1977 fue elegido senador en la legislatura constituyente, en la que fue el miembro más joven de la Cámara Alta. Llegó al puesto de portavoz del grupo, fue procurador en las Cortes de Castilla y León y más tarde, en 1989, alcanzó la presidencia del Senado, cargo del que fue relevado en 1996 al perder el PSOE la mayoría en la cámara y volvió a ser portavoz socialista.

En 2004 sufrió un ictus que le mantuvo ausente varios meses de la vida política, y en noviembre de 2007, tras anunciar su intención de abandonar la política activa, fue nombrado consejero de Estado, cargo que ha desempeñado hasta ahora.

Fiel defensor de la Corona en todo momento, impulsó la creación en 2015 de la cátedra de Monarquía Parlamentaria en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Fue uno de los promotores del manifiesto en apoyo del reinado de Juan Carlos I suscrito en 2020 por ministros y ex altos cargos de los gobiernos de UCD, PSOE y PP como Alfonso Guerra, Marcelino Oreja, Landelino Lavilla y Soledad Becerril.

Junto a algunos de ellos y muchos otros exdirigentes de diversos partidos ha secundado otros manifiestos críticos con algunos aspectos de la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez. Entre ellos, el que en 2019 pedía a los partidos un acuerdo por la unidad de España y un Gobierno que no dependiera del independentismo al ser grupos que no aceptan la Constitución y «quieren abolirla por procedimientos ilegales e ilegítimos».

Discurso íntegro de Juan José Laborda

Querido señor ponente de la Constitución,

Querido señor Jefe de la Casa Real,

Al invocar vuestra condición he hecho con toda intención una alegoría de la CONSTITUCIÓN y de la MONARQUÍA PARLAMENTARIA, cuyo espíritu nos abarca y comprende a todos nosotros aquí esta noche.

Amigos y amigas, es por eso que os saludo agradecido y respetuoso a todos y a cada uno de vosotros por lo que significáis y seguís significando en la vida institucional y en la vida cotidiana de nuestra sociedad.

A los que habéis tomado la palabra conduciendo el acto, leyendo mensajes de amigos ausentes, y que habéis contado maravillas de mi persona, se me ocurre contar (para significar mi gratitud) que el HOMENAJE, originariamente, era una ceremonia en la que a cambio de recibir apoyo vital, el homenajeado se declaraba leal a sus promotores, home fago,’hominaticum, me hago hombre vuestro”, amigo de por vida. (Una precisión de género:En las Huelgas Reales de Burgos, hubo ceremonias de homenaje que beneficiaron a mujeres).

Ahora me refiero a mis amigos y amigas de la infancia, y de los tiempos de la Universidad, y a mi familia: veros aquí me produce gran alegría. Desde una estrella Ana lo esta viendo, y me está diciendo que no me enrolle mucho. Gracias de corazón por este homenaje.

Sin embargo, me resistí a aceptar el homenaje, como sabe Tomás Fernández y otros promotores de este acto. No era cuestión de humildad, pues hace tiempo pienso que la humildad es la virtud de los que no tienen otra. Hay que tener en cuenta que soy de Bilbao, y además he sido más de treinta años senador por Burgos.

Tras una reunión inolvidable en un hotel coqueto de Madrid, con Tomás Fernandez y Eloy García, acepté la idea del homenaje, en tanto mis actos como político, como profesor y como historiador podían valorarse como un ejemplo de búsqueda de certezas, intelectuales y morales, a partir del respeto a lo diferente, siendo el acuerdo en democracia, lo mismo que la síntesis en la ciencia: la única verdad contrastable.

Este homenaje es un microcosmos de todos vosotros, miembros todos de la Generación de 1978, hasta los que no habéis nacido en esa fecha: representáis un tiempo fundacional.

Pero vivimos ahora tiempos distintos, en el espacio de lo que yo llamo las Democracias Atlánticas. Europa sufre incertidumbres, siente la guerra de Ucrania, y la polarización política secuestra el debate y la razón política. Sin embargo, la solución está en Europa.

La democracia, la ciencia, la libertad individual, la universidad, y tantas otras cosas en las que se basa la globalización, son obras del genio europeo. ¿Por qué entonces estamos así en España y en Europa?

Hace 2.800 años se escribió la primera palabra europea: meenis, que significa en griego: Cólera, ira, furia, venganza, una palabra con la que comienza la Iliada de HOMERO. El poema de Homero, como sabemos los bachilleres de antaño, nos cuenta la cólera de Aquiles, un guerrero homicida terrorífico. Es una narración muy simbólica de Europa, del pasado y de su presente: guerras, matanzas, traiciones, mentiras, odios, enemigos, incomunicación, y hay hasta una pandemia.

Llego al final del poema, gracias a un librito de una filóloga norteamericana, Caroline Alexandre: Entre las muchas barbaries que planea AQUILES para honrar a su amigo muerto, Patroclo, está en dejar que los perros y los cuervos se coman el cadáver de Hector, el príncipe troyano que le venció en combate.

Al final, HOMERO, nos entrega otro modelo de Europa: cuando el lector de la Iliada piensa que AQUILES va a hacer tajadas a PRIAMO, el rey troyano y padre de HECTOR, que viene a suplicarle por el cuerpo de su hijo muerto, AQUILES habla con el viejo, le escucha, se da cuenta que el acuerdo -detener la guerra unos días- es superior a la lucha, y se abrazan llorando los dos antiguos enemigos.

Tres siglos más tarde, Tucídides escribió la Historia de la guerra del Peloponeso. Tucídides tuvo muy presente los poemas de Homero, pues siempre quiso narrar objetivamente una guerra entre griegos, en realidad una guerra civil, alejada de las inverosímiles guerras de aqueos, troyanos y dioses.

Pero la historia objetiva de Tucídides relata las mismas pasiones violentas: guerras, matanzas, traiciones, mentiras, odios, enemigos, incomunicación, y también hay una pandemia.

Tucídides fue un político, comprometido con la democracia ateniense, amigo de Pericles (que muere contagiado por la epidemia), y aunque no dará cuenta del final de la guerra -la rendición de la democrática Atenas, ante la autoritaria Esparta-, TUCÍDIDES intuye la destrucción irreversible de los ideales democráticos atenienses.

En su objetividad como historiador, señala varios motivos, pero es la demagogia -palabra que Tucídides emplea por primera vez- la causa más importante de la derrota moral y militar de Atenas. Hay un personaje, Alcibíades, que se hizo famoso por sus discursos demagógicos, que enervaron la cultura democrática de Atenas. Para ALCIBÍADES todo era válido, mientras el pueblo lo quiera.

Sinceramente, escuchando a Carles Puigdemont, recuerdo a Alcibíades, pero a escala de clic de PLAY MOVIL. Voy a terminar con la distinción que hizo GOETHE entre Tragedia y Drama.

En 1936 vivimos una tragedia, un sino, un destino ominoso inexorable. En 1977 y 1978 estábamos ante un DRAMA, pero los dramas permiten elegir libremente el destino. Ahora, como en 1978, estamos ante un drama.

¿Cómo lo hicimos entonces, en 1978? Decidimos hacer punto y aparte en nuestra historia. Decidimos dejar la discusión de quién tuvo la culpa de nuestra tragedia.

¿Podemos hacerlo de nuevo, sabiendo que ahora tenemos muchos más elementos para su éxito? ¿Podemos hablar entre nosotros? Como Aquiles y Príamo.

Miremos dentro de nosotros, y pensemos que vale la pena volver a un nuevo PUNTO Y APARTE. Si lo hacemos, ganaremos más de este encuentro y de esta cena, homenaje a nuestra amistad.

Gracias.