Inicio Actualidad Las razas sí existen y determinan las diferencias en la especie humana

Las razas sí existen y determinan las diferencias en la especie humana

(R).- Es necesario denunciar el discurso de la ideología dominante, propagado sin descanso, según el cual las razas no existirían en la especie humana. De hacer caso a este relato hegemónico resultaría que esta peculiar especie sin subespecies, es decir sin razas, constituiría una rara excepción en la naturaleza, sobre todo entre las especies con un mínimo de complejidad. Pero no es en la biología donde los defensores de la inexistencia de razas humanas encontrarán fundamento. En la especie humana se presentan genes polimórficos y genes no polimórficos. Son los primeros los que nos interesan aquí. Estos son llamados así por ser susceptibles de presentarse en distintas formas, cada una de las cuales es denominada alelo. En la especie humana existen poblaciones que difieren entre sí notablemente en la frecuencia de aparición de determinados alelos, referidos lógicamente a los genes polimórficos (únicos que presentan alelos), y este hecho hace que el genotipo y el fenotipo (o apariencia externa) de los miembros de estas poblaciones consideradas grupalmente diverjan entre sí. Eso es, ni más ni menos, una raza, una subespecie de una especie inclusora. Es importante clarificar bien cada concepto para no terminar confundiéndolos y llegar a conclusiones manifiestamente erróneas. Así, un error frecuente de los propagandistas de la ideología dominante, que trabaja insistentemente para imponernos una especie de consenso racial según el cual sólo habría una raza, la “raza humana”, es la confusión entre especie y raza.

¿Cómo se llegan a constituir las poblaciones definidas que denominamos razas? Aún admitiendo la tesis, en discusión, de que la especie humana tuvo un origen sincrónico y común en África, y de que se parte en principio de individuos similares en lo que aquí tratamos, nadie informado puede negar la realidad de 1) las mutaciones espontáneas, 2) la selección natural en función del medio sobre estas mutaciones, 3) la deriva génica y 4) la endogamia dentro de grupos físicamente separados o dentro de grupos relativamente cercanos pero dotados de sanciones sociales que llevan hacia esta endogamia. Éstos son los principales elementos que crean, siempre admitiendo, como se ha dicho, la aún cuestionada tesis monogenista, las distintas razas humanas existentes en la actualidad.

Una raza es un grupo genético real pero difuso, y este hecho es fuente de error de muchos inadvertidos. Es decir, en virtud de un común origen, o de la existencia de fronteras moderadamente permeables entre los distintos grupos raciales, o de ambos factores, la manifestación del hecho racial no ocurre necesariamente como exclusión, es decir, como presencia o no de determinado alelo o número de alelos en cada grupo racial, sino como tendencia (si bien es notorio el hecho de que determinados alelos siempre están excluidos para determinados grupos raciales). Cada raza tiene una tendencia central, genotípica y fenotípica, alrededor de la cual oscilan los miembros de la raza. Esa tendencia es distinta a la de otros grupos raciales aunque permita cierta convergencia individual en alguna o algunas características entre elementos situados en posiciones extremas respecto de su propia tendencia central. Este hecho último no representa ningún argumento en contra de la existencia de las razas ni ningún descubrimiento reciente que la biología no conozca desde hace mucho: se enmarca bajo el concepto de clina. No hablamos por tanto de categorías exactas ni discretas, pero sí tendenciales y consistentes. Y esto a pesar de la constatación por parte de los genetistas de la existencia de zonas de cambios genéticos abruptos.

De todo lo anterior se deduce que una raza es una población que difiere respecto a las demás en frecuencias de alelos en muchos sitios genéticos, siendo esto causa de efectos fenotípicos en los miembros de dicha población, configurados de una manera particular en lo que a características físicas externas o internas) concierne.