Inicio Actualidad Los millones de la botarate – La Gaceta de la Iberosfera

Los millones de la botarate – La Gaceta de la Iberosfera

Tiene a su disposición, para tirarlos por la borda, legislar necedades, designar asesores y pagar niñeras, 500.000.000 de euros anuales de presupuesto. Su única obsesión es la sexual. Ha superado con creces a la ministra Matilde Fernández, de nublado recuerdo, generosa mantenedora de talleres femeninos de masturbación y editora de la insuperable publicación “La Boletina” que el Ministerio de Asuntos Sociales imprimía con todo lujo de detalles para repartir gratuitamente entre los chiringuitos del ultrafeminismo oficial. La contraportada la reservaba a una poetisa argentina bastante guarra, Rosa María Roffiel, que dominaba la poética de la menstruación tanto o más que las podemitas de hoy.

En el futuro, y a mí me ha sorprendido a destiempo y con el pie cambiado, gracias a la botarate surgida de las sábanas, los españoles dejaremos de ser hombres y mujeres con sus habituales inconvenientes y podremos elegir entre quince géneros. Por lógica, el hombre y la mujer, eso tan antiguo, poco a poco irá desapareciendo. A esos géneros fundamentalmente fascistas se sumarán con opción de elección libre los que a renglón seguido relaciono. El bigénero –es decir, el hombre que también es mujer o la mujer que asimismo es hombre, y que me aten esa mosca por el rabo-. El andrógino, el neutro, el agénero –sin género-, el intergénero, el semi-chico, el semi-chica, el tercer género, el cuirgénero, el pangénero, el género fluido, el transgénero y finalmente, la versión alternativa del transgénero, que en estos momentos lamento con hondura desconocer de qué se trata. En mi opinión, falta un género. Si existe el sí y existe el no, y de reconocerse el género fluido, que también podría denominarse género fluente, manado, destilado, mojado, chorreado, licuado, vaselinado o derretido, habría de hacerse un hueco científico al género seco, o agostizo, o sarmentoso, o desabrido e incluso, marchito. Estas gentes con tantísimos asesores no consultan con el diccionario, y así les salen las leyes y las obsesiones de chungas y carentes de culminación. 

Si en lugar de quince géneros rebajamos las posibilidades a siete, (…) la mentecata podría desprenderse de una buena parte de esos quinientos millones y permitir que el dinero sirva para algo, y no para dilapidarlo en obsesiones sexuales

Lo del semi-chico y la semi-chica, más o menos, lo entiendo. Conozco a más de un matrimonio en el que la semi-chica es él y el semi-chico es ella. Se decía que ella había estudiado en El Pilar y él en Las Irlandesas. No alcanzo a interpretar las características del cuirgénero y pangénero, que tienen que ser unas características bastante interesantes. Y al agénero lo intuyo desorientado. El agénero, como el amoral o el anormal, que no conocen ni el género, ni la moral ni la normalidad, es un género sin posibilidad de serlo. Porque un agénero, al no tener género, no puede ser incluido en una opción de elección de género. Sería como jugar al fútbol con un abalón, es decir, un balón inexistente, un balón de aire sin cuero, un lío de balón que no es balón ni es nada. Pero hagamos la vista gorda pasemos la página y no agobiemos ni a la botarate, ni a sus asesores, ni a la niñera, que bastante tiene con educar a unos niños “puigdemont”, o lo que igual, de padre a la fuga. Porque la madre, con la cantidad de sandeces que dice y hace cada día, no tiene tiempo para dedicarse a la educación de los pobres niños, que para colmo, no son de ella, sino del Estado, como dijo Stalin y posteriormente Isabel Celaá.

Todo esto cuesta quinientos millones de euros cada año a los españoles. Con un mínimo porcentaje de ese dinero de todos estúpidamente derrochado se solucionarían, por poner un ejemplo de lacerante cercanía, los problemas de todos los habitantes de La Palma que se han quedado sin nada por culpa del volcán. Los parados que han pagado sus cuotas de la Seguridad Social y hoy sienten que sus pensiones, aumentadas caprichosamente, se regalan a los ‘menas’ y a los inmigrantes ilegales. Los inmigrantes legales cuentan con todo mi respeto y hospitalidad. Seamos justos. Si en lugar de quince géneros rebajamos las posibilidades a siete, uno menos que la mitad, la mentecata podría desprenderse de una buena parte de esos quinientos millones y permitir que el dinero sirva para algo, y no para dilapidarlo en obsesiones sexuales.

Y arreglen lo del género fluido, que eso sí que me preocupa.