Inicio Actualidad Los psicópatas matan en verano: inminente cacería de ministros

Los psicópatas matan en verano: inminente cacería de ministros

La última vez que el Psicópata degustó el sabor de la sangre ministerial fue en la crisis del 2021, que mejor sería llamar matanza de familiares y allegados. Cayeron bajo el filo de su helada indiferencia su mano derecha en la Moncloa, Iván Redondo, su mano derecha en el partido, José Luis Ábalos, y su mano derecha en el gobierno, Carmen Calvo. Se dirá que nadie puede cortarse tras manos derechas, porque el humano sólo tiene dos. Pero hablamos de las víctimas, no del verdugo.

Por la manera de provocar y actuar en el esperpento de los espías, barrunto que Sánchez quiere matar de nuevo. Y como todo serial killer, cada vez quiere matar más y más rápido, desafiando a todos con su audacia. Si el año pasado se cargó a los tres pesos pesados de su entorno, ahora no va a conformarse con nulidades municipales, como la que nunca debió salir de Puertollano y la que nunca debió abandonar Gavá, sino con piezas de caza mayor que no desmerezcan de su matanza anterior. Y por cómo ha ido colocando las piezas de la cajería (término creado por Emilia Landaluce para criticar las cacerías a las que llevan perdices en cajas, por cobrarse más piezas sin seguirlas por el campo, verdadero reto del cazador) veo en el punto de mira de Sánchez tres condenados: Robles, Bolaños y Marlaska.

La perdiz Robles

Margarita Robles está teniendo un entierro no por merecido menos cruel. Ya nadie la considera un referente moderado, democrático u occidental, sino todo lo contrario: una farsante en todos esos ámbitos que hasta ahora habían encubierto su torva condición de persona de poco creer y nada fiar. Los medios, prácticamente sin excepción, ni siquiera el pasquín de Barroso, le han dicho de todo. Desde «Mamá de Frankenstein» (García Badell) por su papel decisivo en la urdimbre de la moción de censura hasta traidora en todas las formas posibles, por haber abandonado a una subordinada, Paz Esteban, justo después de que ella defendiera su impecable actuación legal, hasta alumbrar el súcubo semántico de que no ha sido una destitución, sino una sustitución, cuando en el BOE rezaba «cese a petición de la ministra«. Menos el honroso verbo dimitir, Robles ha revoloteado todos los términos del escaqueo, pese a lo cual, ni los separatistas dejan de pedir su cabeza por «cuando ella era buena» (Phillip Roth, releído por Jiménez Torres) ni por reptar y arrastrarse va a privarse el psicópata del placer de decapitarla.

El alcotán Bolaños

Al margen de la mayor o menor fortuna de sus comparecencias parlamentarias, donde nunca podrá el sectarismo de izquierdas superar una perdigonada como la de Macarena Olona, el enigma del Caso Bolaños es por qué le hizo convocar una rueda de prensa para hablar del espionaje al presidente, responsabilidad suya y confesada a Vox la semana anterior, cuando nada tenía que ver con el del CNI denunciado por los separatistas.

Para mí este es el enigma mayor de esta crisis de autofagia del tirano. Pudo haber desactivado la pataleta separatista con recordar lo publicado sobre los personajillos que montaron un escándalo amortizado hacía dos años largos. Pudo hacerlo El País, que publicó aquellos primeros datos de Pegasus. Pudo hacerlo el CNI, destapando que el tal Elias es un criado de Puigdemont que inventó un currículo profesional rápidamente desmentido por Telegram. Lo pudo hacer la prensa de oposición recordando el absoluto descrédito profesional del hijo tonto de Mia Farrow y Woody Allen, hasta en medios progres como el New York Times. Pudo hacerse todo eso y más, reduciendo el chantaje separatista a la nada antes de estallar. ¿Por qué no se hizo? ¿Y por qué la Pravda y la SER inflaron el globo en vez de pincharlo?

Crisis de Gobierno el 18 de Julio

Es posible que Bolaños no creyera que le tocaría el gordo mientras miraba cómo la pedrea le caía a Robles. Tal vez Robles creyó que podría salvarse sacrificando a Esteban y confiando en la llegada de la OTAN a Madrid, a la que debe recibir alguien metido en ese mundo de entorchados y medallas. Y es verosímil que Marlaska, con información gracias a la Guardia Civil y la Policía, prefiriera callar y ver caer a su enemiga Robles. Es posible que pasara eso y más que no sabemos, pero todo encaja en la apariencia de un gobierno cuyos ministerios son taifas y en donde cada cual defiende su rincón de poder, salvo los de Podemos, que atacan lo que sea y como sea. Pero han pasado cosas graves, que tendrán consecuencias. A la pieza de cajería Robles, se añade una de cetrería: el alcotán Bolaños. Y aunque granujee por el suelo, la codorniz Marlaska difícilmente se librará.

La razón última que mueve a Sánchez es, como sucede en todos los psicópatas, inconsciente. El serial killer, sea delincuente común o político, cada vez necesita más víctimas porque el placer de recordar sus crímenes le dura menos, y debe acortar los plazos del ataque siguiente. Se cargó las tres piezas más importantes el año pasado. Y puede cargarse estas tres piezas allá por el 18 de julio, fecha memorable, y día, por cierto, de San Federico.

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