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Los valores de Nadal

No estamos ya seguros de que Rafa Nadal represente un acicate para el orgullo nacional de un país que, como el nuestro, agoniza lobotomizado. Nadal ha tenido y mantiene una actitud deplorable con el calvario que sufre en Australia su compañero Novak Djokovic, al que por segunda vez se le ha cancelado el visado del tenista, lo que da paso a su deportación. Mientras al número 1 del tenis mundial se le dispensa el mismo trato que a un delincuente internacion, Nadal se hace fotos con Bill Gates y acapara los elogios planetarios de la mafia globalista. Nadal acepta encantado el papel de propagandista del mayor fraude criminal en la historia de la humanidad, como miles de expertos sanitarios de todo el mundo ya han reconodido y reconocen cada día en mayor número. Nadal lo que hace es interpretar los mismos valores que han convertido la vida española en un basurero.

Cuando desde el poder se ha convertido al pueblo español en un rebaño de castrados, Nadal es ahora un espejo en el que mirarse los jóvenes. Mientras el corrupto sistema demoniza a Djokovic, no nos queda otra que desear a Nadal que salga deportivamente escaldado de Australia. Y si es gracias a un tenista ruso, mejor.

España no es más que el felpudo del Nuevo Orden Mundial, el rey Felipe su fantoche y Pedro Sánchez su sicario. Casado y Abascal aparecen como los figurantes de una película pleplum contratados para hacer bulto. El guión ha sido revisado y corregido continuamente para acabar engañando a los que hasta ahora no se han dejado engañar o para acabar sometiendo por la fuerza a los rebeldes.

Y en ese contexto es lógico que las preferencias de la masa lanar española se decanten por Nadal. Un deportista como el serbio, con un fuerte sentido cristiano y patriótico, representando a un país baqueteado por el fuego enemigo, no está hecho para la boca de un país como España, de vida muelle y costumbres depravadas.

El orgullo patrio hace tiempo que murió en nuestro corazón. La gentuza a la que votamos cada cuatro años lo ha arrastrado por el fango de la molicie y el ridículo. Nadal no ha hecho sino interiorizar la profundísima miseria moral de un pueblo cobarde que no quiere comprometerse con cualquier causa noble que disienta de la verdad oficial que propagan los peores bichos del planeta. Gane o pierda, Nadal no hará más que pasear nuestra humillante condición en la pista sintética de Melbourne. Sólo se merece una sonora y serbia patada en sus posaderas. No se merece otra cosa… por preferir ser un tiralevitas de Gates a un leal compañero de Djokovic.

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