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Marcan con cicatrices en la cara a 65 jóvenes que se oponen a los matrimonios forzosos en Italia

La tragedia de Saman, joven pakistaní de 18 años asesinada por un tío con la complicidad de la familia por oponerse a un matrimonio acordado por sus padres con un primo que vive en Pakistán, ha descubierto todo un mundo de abusos y derechos negados a jóvenes de la comunidad musulmana. Detrás de muchos matrimonios forzados hay una violencia indescriptible de la que solo se conoce la punta del iceberg.

Son jóvenes, en general una segunda generación de musulmanes hijos de inmigrantes, que desean vivir a la manera occidental, y a veces pagan con sangre su rebelión al tribalismo oscurantista de la familia. El caso de Saman, en Novellara, municipio de 13.300 habitantes en la rica región de Emilia-Romaña, ha motivado que en Italia se hable en estos días de los horrores de matrimonios forzados. Saman fue asesinada, según el juez de instrucción Luca Ramponi, «para castigarla por su alejamiento de los preceptos del Islam y por su rebelión a la voluntad familiar».

El asesinato de Sama, cuyo cuerpo aún busca la policía, ha podido ser reconstruido gracias a la confesión de su hermano menor, de 16 años. Los padres huyeron a Pakistán, el tío y un primo son buscados en toda Europa, mientras otro primo, también indagado, fue detenido en Francia y ha sido extraditado.

11 casos de denuncia

Según el informe sobre el Código Rojo (este es el nombre que se le da en Italia a la ley aprobada en julio 2019 para tutelar a las mujeres y a todas las personas que sufren violencia), entre 2019 y 2020 hubo 11 casos de denuncia por imposición de un matrimonio forzado. Estos delitos suelen ir acompañados con graves actos de violencia a las jóvenes que se rebelan, llegando incluso a producir heridas en la cara que se queda marcada con cicatrices. Concretamente, hubo 65 casos conocidos de jóvenes que sufrieron estas terribles secuelas en ese mismo periodo de dos años. En ese tiempo se produjeron 1.741 violaciones de las medidas previstas por la ley, en concreto del alejamiento de la casa familiar o prohibición de acercarse a los lugares frecuentados por la víctima.

Hay, por tanto, muchas Saman en Italia. Aunque parezca increíble, la policía ha contado 22 casos en los últimos tres años, de nacionalidades diversas (Pakistán, Bangladesh, India…), pero con historias dramáticamente similares. Son asesinatos de jóvenes por no cumplir con las imposiciones de los miembros de una comunidad étnica o religiosa, con una estructura patriarcal mantenida durante siglos y principios dictados a menudo por un integrismo cultural y religioso, con un fanatismo islámico que produce horror.

Fuente: ABC