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Moncloa empieza a contemplar el escenario de una repetición electoral: «Nada es descartable»

De la euforia inicial a la contención. Una negociación es como una partida de póquer donde los jugadores ocultan sus cartas mientras hacen apuestas sobre una puja inicial. En el caso de la investidura de Pedro Sánchez, el PSOE está en la misma mesa que Junts y ERC. Dos jugadores que se miran con recelos para tratar de tener la mejor escalera.

«Tienen que cambiar de actitud. Están en posiciones de máximos«, asumen en el Gobierno donde empiezan a dudar de que exista una «actitud real de negociación». Hace unas semanas, en el PSOE daban por hecho la investidura de Sánchez. Sólo pedían tiempo y creían que el verano serviría para aplacar los ánimos internos en Junts.

Las peticiones de Artur Mas pidiendo a su sucesor Carles Puigdemont, que fuese «más exigente que intransigente» o las esperanzas depositadas en el sector «posibilista» del exconsejero de Economía Jaume Giró les animaban a volver a soñar con la Moncloa.

¿Repetición electoral?

Ahora, tras la vuelta al cole, ven que nada ha cambiado. Sólo hay algo que se mantiene inalterable en la hoja de ruta socialista: la decisión de ir a una investidura. «Vamos a trabajar para conseguirlo«, asumen otros miembros que reconocen que intentarán «conseguir los votos». Otros son más pesimistas. «El acuerdo pasa porque todo el mundo quiera que lo haya», dejan caer otros miembros.

Lo que ha cambiado es que, por primera vez, ya no dan por cerrado el pacto con el separatismo y, en privado, no cierran la puerta a una repetición electoral. Una palabra que durante el mes de julio y agosto era maldita. «Nada es descartable», sentencia un miembro del Gobierno. «Vamos a evitarla si podemos«, tercia una de las personas que está más al tanto de las negociaciones.

¿Técnica negociadora o mero termómetro de la situación? Antes de las elecciones, algunos miembros del PSOE veían posible la suma con Junts pero ya asumían que el pacto con Puigdemont sería complicado. Creían que lo más probable sería una repetición electoral.

Los resultados fueron mejor de lo esperado y el PSOE no sólo suma con Junts. También tiene un carta escondida: el voto favorable de Coalición Canaria, más fácil de conseguir, pero para sacar este comodín también dependen de la abstención de los de Puigdemont que sigue exigiendo un pago por adelantado.

¿Amnistía?

Una de las condiciones que se mantienen inalterable es la de una ley de amnistía, cada vez más contestada en la calle y en el seno del partido. En el PSOE ni confirman, ni desmienten. «Nos estamos saltando muchos pasos», dicen para eludir responder la pregunta sobre si están cocinando la norma.

Lo cierto es que el separatismo ya asume que la norma verá la luz y, lejos de contentarse, han subido la apuesta a un referendum pactado. En Ferraz restan importancia a las últimas declaraciones de Puigdemont y Aragonés, en plena semana de la Diada. «Tienen su liturgia y su parafernalia», añaden restándole importancia.

Lo que sí se deja para el final es el pacto con Sumar. En el sector socialista creen que repartirse el Gobierno con el partido de Yolanda Díaz es la parte «más fácil» porque ya llevan «cinco años gobernando con ellos». Primero, sí o sí, tienen que pactar con Puigdemont. O, al menos, conseguir su abstención.