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Nations League: España se cobra su venganza ante Italia con una exhibición de buen fútbol

En San Siro, España derramó personalidad. Dos goles de Ferran Torres remataron el gran partido del bloque de Luis Enrique, quien apostó por Gavi como titular. Ganar ahí no es una anécdota en la biblioteca del fútbol. Esperaba Italia, el himno, Bonucci y el título de campeones de Europa. Nada de eso torció el gesto de la selección española, autoritaria y con pegada, con sufrimiento innecesario al final.

No es fácil analizar a una selección que destroza a Alemania, se pasea en San Siro, se exhibe en Wembley y lo mezcla con partidos para el almacén de muebles viejos. El viaje a Italia ha estado salpicado de la búsqueda de enemigos por un seleccionador que ni ve, ni lee ni escucha nada de lo que sucede a su alrededor. Una especie de Robert Duvall en Apocalipsis Now. Está claro que Luis Enrique es mejor entrenador que embajador.

Unos meses más tarde se repitió la historia del choque de Wembley. España se apoderó del balón, el juego y el partido. La brújula la llevaba Busquets, que confirmó que hay un futbolista con el Barça y otro con la selección española. Parece que a la selección de Luis Enrique le van más los grandes acontecimientos que los bodrios del calendario. Italia sólo respiraba cuando encontraba la vía de Chiesa, tan inquieto y travieso como en Inglaterra. Suyo fue el primer misil sobre Unai Simón.

Luis Enrique, un tipo simpático, majo, incluso atractivo, tal y y como se autodefinió, licenció a Gavi. Con 17 años el chaval todavía no tiene la edad de aspirar al bono para jóvenes, pero sí para ser titular con España. Fue una manera más de enloquecer a Italia. El equipo abrigó a Gavi en un estadio colosal. La entidad del partido no devoró al azulgrana. Cumplió en plan adulto.

El fútbol se ha modernizado tanto que ya hasta parece normal que no haya arietes con el colmillo partido por la mitad en el césped. No lo había en ninguna de las dos fotos. En el partido de los falsos ‘9’ fue Ferran Torres el que sacó petróleo. Lo hizo a través del fondo de inversión montado con Oyarzabal. El zurdo tomaba la dirección y enviaba los regalos al atacante del City.

Ferran disecó por dos veces, una con la derecha y otra con la cabeza, la oposición de Donnarumma, pitado por haber dejado el Milan por el PSG. Por algo sus detractores en Italia le llaman ‘Dolarumma’, un apelativo que muestra el apego del portero por el dinero, el desayuno habitual en la brigada de clientes de Mino Raiola.

Los dos goles sellaron una primera parte de fiesta roja. El primero hinchó el pómulo del campeón. El segundo le llevó a la lona. Este llegó justo después de la expulsión de Bonucci por doble amarilla. El patriarca de la Juve vio la primera por protestar y la segunda por una faltita en un salto sobre Busquets. El ruso Karasev demostró tanto atrevimiento como desconocimiento de la tradición y la historia. Debe ser la primera vez que expulsan a Bonucci por dos jugadas así.

La bala de Yeremi Pino

La expulsión apareció en el momento en el que Italia daba bocados en la búsqueda del empate. Bernardeschi había mandado el balón al poste tras rozarlo Unai e Insigne manchó su historial de gran pelotero al fallar un gol hecho ante Unai Simón. Lleva el ’10’ del Nápoles y de su selección, honor que en España corresponde a Sergi Roberto.

Faltaba ver el tamaño de la herida en el corazón de Italia con diez jugadores, que regresó al campo con Chiellini, otro cónsul del despeje. Jugar con uno menos es una tortura cuando delante hay un equipo que sabe controlar la bola. A los locales les sobraba carácter y les faltaba el balón. Ni siquiera la lesión de Ferran, al que sustituyó Yeremi, les alivió.

El primer objetivo de Italia es que Karasev expulsara a algún jugador español para que se igualaran los soldados. En esos bajos fondos casi cae Yeremi Pino, que desde su entrada montó un tiovivo cerca del área italiana. El interior del Villarreal demostró desconocer la timidez. Oyarzabal y Marcos Alonso rozaron de nuevo el gol. El portero del dólar evitó la deshonra.

Cuando el partido parecía una cena tranquila un córner lanzado por Marcos Alonso terminó en una contra italiana y un gol de Pellegrini. España, otras veces indescifrable, se fue con el traje de selección poderosa. Lo hizo en San Siro, donde sólo ganan los grandes.