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Orbán, Salvini y los conservadores de Polonia quieren lanzar un nuevo bloque de derecha internacional que sería segunda fuerza en el Parlamento Europeo

Tras una cumbre en Budapest que contó con la presencia del primer ministro húngaro Viktor Orban, el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki y el senador italiano Mateo Salvini, la derecha europea se reorganiza para marcar presencia en el Parlamento europeo.

Hasta el momento, los partidos como VOX, Frente Nacional, Fidesz, Lega, y AfD se encuentran divididos entre múltiples bloques dentro del órgano legislativo de la Unión Europea, lo cual les hace imposible coordinar acciones en conjunto, como presentar leyes propias o bloquear leyes del oficialismo.

Actualmente el Partido Popular Europeo (EEP) conducido por el Partido Popular español y el CDU alemán conserva una amplia mayoría en el Parlamento. Este bloque de partidos históricamente fue de centro-derecha, pero en la última década giró a un progresismo recalcitrante y se convirtió en el principal impulsor de la inmigración masiva y la Agenda 2030 (aborto, feminismo, ecologismo).

Esto dejó a partidos como el húngaro Fidesz y el austríaco OVP en una posición muy incómoda, ya que mientras ellos promueven una agenda profundamente conservadora en sus países, a nivel europeo estaban votando en un bloque que iba directamente en contra de su ideología.

Después de varios años de conflictos, Orbán dio el primer paso y sacó al Fidesz del EEP y, sin todavía comprometerse con otros bloques, declaró que su objetivo es fundar una “Internacional Populista”, que nuclee a todos los partidos de derecha popular del estilo de Donald Trump en Europa, y que se junten para tener representación propia en el Parlamento.

“El EEP dejó de trabajar para sus constituyentes”, señaló Orbán en una rueda de prensa posterior al encuentro. El Primer Ministro húngaro ha asegurado que “los demócratas, cristianos y conservadores en Europa no tienen representantes”, y con la nueva alianza, ha añadido, “queremos representarlos, queremos que tengan voz en la UE”.

Este no es el primer intento de lograr algo así, actualmente el Parlamento europeo cuenta con dos bloques, el ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) y la ID (Identidad & Democracia).

Este primer grupo se creó como una escisión del EEP, y si bien apoya a la Unión Europea, busca llevar a cabo profundas reformas a su organización, en particular, achicar la influencia política del organismo y enfocarla nuevamente a su objetivo original, la economía de libre mercado.

En este grupo se encuentra el español VOX de Santiago Abascal, el italiano Fratelli de Giorgia Meloni, el polaco Ley y Orden (PiS) de Andrzej Duda y el sueco Demócratas de Jimmie Åkesson.

Este grupo sólo cuenta con 62 bancas en el Parlamento (de 705) y fue eclipsado en los últimos años por la ID, un grupo lanzado en 2019 por partidos totalmente determinados a lograr la salida de su país de la Unión Europea.

Entre ellos se encuentra el francés Agrupación Nacional de Marine Le Pen, el alemán AfD de Jörg Meuthen, el holandés PVV de Geert Wilders y el italiano Lega de Mateo Salvini. Entre ellos acumulan 75 bancas en el órgano legislativo europeo y han mantenido una posición intransigente a todas las leyes que se presentan en el Parlamento.

La apuesta de Orbán es enorme. En caso de lograr combinar estos dos grupos, más su propio partido y la formación austríaca de Sebastian Kurz, el nuevo bloque de derecha popular tendría 155 bancas en total, posicionándolo directamente como segunda fuerza en el Parlamento atrás del EEP, que pasaría a tener 169 bancas, y adelante de la coalición de partidos socialistas S&D que tiene 145 escaños.

La formación europea se completa con el bloque de centro liberal Renovar Europa (RE) que tiene 98 bancas en el Parlamento, la coalición ecologista Los Verdes (Greens) con 73 y el bloque comunista Izquierda Unitaria (GUE) con 39.

Si bien la derecha aún con esta alianza sigue lejos de tener la mayoría, como segunda fuerza tendrá un fuerte poder de negociación y, a pesar de que no podrá promulgar leyes propias, sí podrá frenar algunas de las propuestas más radicales de la izquierda europea, como la formación de un Ejército europeo o la inclusión de Turquía en la Unión.