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¿Pedrerol o Pedrusco?

Uno de los pecados capitales es la soberbia, pero si unimos este a un defecto del ser humano más corriente del deseable por todos, como es la arrogancia, entonces el resultado es un cóctel de chulería gratuita, invasiva y casi permanente, que aliado en muchos casos con la malos modales, se convierte en irrespetuoso y denigrante para los que sufren las consecuencias del mal humor muchas veces desproporcionado, el que subyace en los agresores verbales del tipo que nos ocupa y especialmente repercute este mal rollo en aquellas personas que son humildes, quizás más frágiles, sinceras, honradas y a veces cándidas, pero en todo caso con clase, educación y con la verdad por delante como bandera, lo que les cuesta como precio ser carne fácil de cañón para sus verdugos.

Me estoy refiriendo en el segundo caso al que fue brillante y carismático portero de la Liga Argentina de Fútbol, el “Loco Gatti” y en el primer caso a José Pedrerol, al director del programa “El Chiringuito de Jugones” que se emite en el canal de TV Mega.

Este es un programa cansino y rotativo sobre fútbol que se dedica gran parte de la semana durante nada menos que tres horas a lo que popularmente decimos muchas veces “marear la perdiz”, es decir, Pedrerol tiene un equipo de colaboradores que usualmente va alternando en grupos de 6 a 8 personas, las que forman su plantilla de comentaristas, sumada a un grupo de becarios de periodismo deportivo que a veces también aparecen en plató, los que generalmente están encargados de contenidos sobre cotilleo relacionado con fichajes, dialécticas y fricciones entre los directivos, jugadores y entrenadores de los equipos, básicamente de Real Madrid y F.C. Barcelona y detalles de la prensa del corazón asociados a los futbolistas y sus familias, o sea, una gacetilla que aspira a ser un programa deportivo serio, pero que desde mi punto de vista se queda bastante lejos.

También tiene un apartado de publicidad a las apuestas deportivas donde acaban siempre apelando a la responsabilidad del suscriptor, como si la gente que apuesta, estuviera obligada a ello o narcotizada por terceros para hacerlo, mensaje absurdo que parece justificar que algo supuestamente no muy recomendable, por las consecuencias de quebranto económico que pudieran traer a ciertos apostantes con adicción al juego, es publicitado en el programa.

Todos los intervinientes y becarios, unos más y otros menos, ejercen claramente de vasallos del presumiblemente infalible, solemne, imparcial y riguroso José Pedrerol, un caciquillo televisivo que a veces incluso amenaza en directo tácitamente de despido a algún miembro del equipo de comentaristas por no haber correspondido adecuadamente con la correspondiente corte que se espera hacia el señor feudal del programa.

El ínclito en cuestión, tuvo sus comienzos en un Canal Plus incipiente en España, haciendo entrevistas en el césped a protagonistas de los partidos que esta televisión de pago daba en directo los sábados por la tarde y los domingos por la mañana. Desde el principio se mostró como un periodista incisivo, algo insolente, mordaz y muy agresivo con los personajes interceptados en el terreno de juego antes, en el descanso o al final de los encuentros.

Ciertamente, esa incomodidad que provocaba en el interlocutor, inducía una vulnerabilidad en éste que facilitaba la extracción de información. Es indudable que se trata de un reportero de carácter y de personalidad fuerte, muy coactivo, que provoca en el entrevistado a veces la sensación de ser interpelado por un juez, lo cual facilita sus propósitos profesionales, al César lo que es del César.

Con independencia de que crea un ambiente innecesario algo infantil y confuso sobre su propia adhesión deportiva dividida entre el club de su ciudad natal, el F.C. Barcelona y el Real Madrid, que adolece de la imparcialidad y seriedad que se espera de un programa de este tipo y las continuos fiascos de retrocesos en afirmaciones rotundas realizadas en programas anteriores sobre cualquier tema polémico -le encanta meterse en todos los charcos-, lo cierto es que “El Chiringuito” parece ser el segundo programa informativo oficial del Real Madrid, tras el que emite el canal de TV de esta entidad deportiva. Quedan pocas cosas por saber sobre las intimidades de este equipo, quizá si fuera cierto o no que a Marcelo le puede gustar jugar a los dardos, a Zidane coleccionar cigarrones disecados, o cosas así.

Por lo demás, el protagonista diario del programa es el diminuto delantero argentino del F.C. Barcelona, supuestamente el mejor jugador de la historia desde el punto de vista de la mayoría de los intervinientes, incluido el propio director, aunque ya talludito aquél, siga sin levantar la Copa del Mundo con su Selección, tan laureada en el pasado con Maradona. No entiendo bajo que concepto hay que idolatrar por necesidad a un futbolista, afirmar en repetidas ocasiones que es un Dios y consentirlo hasta el punto de que él mismo se ha creído ser el F.C. Barcelona personificado, toda la plantilla le debe y le deberá pleitesía siempre y su megalomanía alimentada por miles y miles de borregos, le legitima para quitar y poner al presidente de su propio club. La realidad durante muchos años es que sin él en el campo, su equipo era impotente para ganar títulos, pero hacer la corte desde todas las instancias a un jugador extranjero, deja en muy mal lugar a nuestros excelentes jugadores nacionales que en muchos casos consienten entrar en este absurdo juego adulador, cuya lógica no se entiende muy bien.

Pedrerol presume de audiencia, pero sabe muy bien que su éxito depende de las intervenciones de algunos de sus colaboradores, especialmente de dos histéricos respectivamente fanáticos del Real Madrid y del F.C. Barcelona, que son Tomás Roncero y Cristóbal Soria. La subidas de tono, las llanteras, los voceríos, los toscos teatrillos improvisados, las ridículas e infantiles pachangas, las faltas de respeto a sus compañeros e incluso el terrorismo dialéctico y la insubordinación chulesca a veces del segundo, que parece más un bufón con abanico que un crítico de fútbol, son por sistema toleradas por el moderador, porque sabe que estas pantomimas, cuando no escándalos que a veces no han llegado a las manos por muy poco, venden mucho a un sector, tristemente amplio y fundamentalmente muy básico, al que le divierten las peleas en directo y también los insultos.

Creo que el público purista del fútbol es mucho más serio que todo esto y busca lo técnico y aséptico de este precioso deporte y por tanto, no constituye apenas audiencia para este espacio televisivo que viene a ser como un “Sálvame del fútbol” con ruiditos en off de fondo continuos y muy molestos que parecen ventosidades.

Como hace daño el que puede y no el que quiere, el Loco Gatti no recibe el mismo trato de favor que los personajes citados. Por contra, el que fue mítico portero de Boca Juniors, se muestra siempre elegante, cálido y educado y su vehemencia madridista y también su cercanía al presidente del Real Madrid, no le hacen ser un vocinglero maleducado como los otros comentados. No entiendo como un moderador como Pedrerol, que presume de buenos modales y se muestra expresamente enemigo de los tacos y los exabruptos, tiene dos tablas de medir a sus colaboradores en el programa. Vende elegancia y solemnidad, pero mientras, ataca por sistema a Gatti, un hombre mayor que lógicamente arrastra no sólo las típicas dolencias que son secuelas de su dilatada carrera deportiva, sino también las propias de su edad. Constantemente le hace a éste bromas que ya resultan muy pesadas y que no tienen gracia alguna, haciendo referencia a su tratamiento médico y preguntándole si se ha tomado la pastilla.

En una entrega reciente, Gatti se mostró indignado y proteccionista de nuestro fútbol por las declaraciones mafiosas y desafiantes del esloveno Ceferin, el actual presidente de UEFA, que ha amenazado al Real Madrid con expulsarlo de la Champion League si continúa en sus intenciones de seguir promoviendo el proyecto de la Super Liga Europea.

Todos sabemos del estilo temperamental y entregado del argentino, pero es siempre respetuoso y disciplinado, sin embargo, ese día Pedrerol decidió maltratarlo de nuevo, sugiriéndole que se tomara una tila y la pastilla y mandándolo al médico, a lo que Gatti simplemente respondió abandonando el programa. Ya tuvo este periodista un detalle muy feo y totalitario de tratamiento a sus becarios cuando el espacio con el mismo nombre se emitía en Inter-Economía TV, por tanto, este bajo estilo no es nuevo en él.

Pedrerol, no hay que ser presuntuoso de nada, ni soberbio, ni matón dialéctico, ni arrogante para tener éxito televisivo, de hecho tú lo tienes por todo lo que no es eso, “por sus hechos los conoceremos”. Pedrerol, aunque eras un poco chulo, ibas bien en aquella etapa de comentarista a pie de campo cuando pasabas frío, pero lo has estropeado, el éxito se te ha subido a la cabeza y el maleducado el otro día fuiste tú y no el Loco Gatti, no te empeñes en dar lecciones éticas, estéticas y moralistas y menos cuando la persona maltratada en cuestión ya no está presente en el plató, es miserable por tu parte.

No sé si el argentino volverá a tu gacetilla, yo en su lugar no lo haría, pero lo seguro es que muy probablemente seguirás teniendo éxito gracias a algunos brillantes colaboradores que con un talante servilista, porque prefieren no contradecirte y reírte la poca gracia que tienes para que los sigas llamando y por supuesto también gracias a esos dos histéricos que consiguen revolucionar las redes sociales, tan importantes hoy día en el marketing de los medios de comunicación y cómo no, a esa masa de trasnochadores anestesiados por la mafia globalista sanitaria mundial que encuentra en los cotilleos del fútbol y de sus estrellas, el bálsamo para atenuar los efectos psicológicos de no llegar a fin de mes, entre otras cosas. El resto, es una minoría que te sigue a saltos o haciendo zapping porque tres horas de esta medicina televisiva y no la que toma Gatti, es realmente infumable.