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Pedro Castillo convertirá Perú en la nueva base del Socialismo del Siglo XXI en América – La Gaceta de la Iberosfera

Francisco Tudela van Breugel-Douglas es abogado, consultor internacional y profesor universitario. Fellow de la Universidad de Harvard. Ha sido Constituyente (1992-1995), ministro de Relaciones Exteriores del Perú (1995-1997), embajador plenipotenciario ante la ONU (1999-2000), presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República y vicepresidente del Perú (2000).

Algunos analistas políticos, como el exministro del Interior, Fernando Rospigliosi, han expresado que aun con la proclamación de Pedro Castillo como presidente electo de parte del Jurado Nacional de Elecciones, este sería un presidente “ilegal” e “ilegítimo”. ¿Usted está de acuerda con esta afirmación?

Yo encuentro que un presidente proclamado por un Jurado Nacional de Elecciones que se ha rehusado a investigar a fondo las impugnaciones al proceso electoral, y que simplemente las ha declarado improcedentes, teniendo la obligación de motivar sus resoluciones y no haciéndolo, naturalmente es una situación de dudosa legalidad por decir lo menos. Yo creo que esta proclamación tiene un aire atropellador y apresurado, sin entrar al fondo del asunto. El Jurado Nacional de Elecciones ha desestimado todas las impugnaciones sin revisarlas, simplemente las ha declarado improcedentes, no dignas de ser examinadas. Por otro lado, los autos de amparo presentados ante el Poder Judicial, han sido también todos rechazados a priori, excepto un hábeas data. Esto obedece naturalmente a la realidad de que el Poder Judicial está, y a la vista de todo el mundo, en manos de una corriente ideológica. Esto hace muy difícil reconocer al nuevo gobierno como uno “normalmente legal”, puesto que las normas legales para la inscripción de la plancha electoral de Perú Libre, las normas legales de los requisitos que se le exigen a los candidatos para que esa inscripción sea válida, la alteración de los plazos en los cuales se podía presentar las actas, han sido completamente elásticas. Primero se extienden los plazos y luego se suprime la extensión y se excluyen las actas presentadas dentro de ese plazo. Tal vez el error de Fuerza Popular, y luego de todos los partidos democráticos, fue querer ganar la elección exigiendo una auditoría o una revisión del conteo y pidiendo los padrones electorales, cosa que, en términos políticos, no le permitía una salida válida u honrosa, por así decirlo, a las fuerzas de izquierda que habían manipulado todo el proceso. Se debió haber pedido la nulidad por las irregularidades. Ese es mi punto de vista, como ocurrió en Austria en el año 2016, en el cual se produjeron una serie de irregularidades de dos tipos concretamente: el voto por correo fue abierto antes de tiempo, sin la presencia de personeros de los partidos, y el reconteo de los votos se hizo en las mesas de elección sin la presencia de los miembros de mesa. Entonces, el Constitucional austríaco anuló la elección por las irregularidades, enfatizando que no había ni ganador ni perdedor, porque el bien tutelado era la confianza del ciudadano austríaco en su democracia. Yo soy de la opinión personal, y lo expresé en una entrevista con el periodista Diego Acuña hace ya cosa de un mes, de que esa era la vía a seguir.

En una entrevista que dio a Libertad Digital, usted aseguró que los comunistas quieren “robar” el Perú porque es un punto geoestratégico para sus intereses expansionistas. ¿Cómo estaría funcionando esta estrategia de expansión y cuál sería su epicentro?

Son círculos concéntricos. Son los partidos comunistas o socialistas afiliados al Foro de Sao Paulo, entre los cuales está el actual partido de gobierno peruano, es decir, Perú Libre. Son 135 partidos comunistas de América Latina los que están afiliados al Foro. En la página web ya no aparecen los partidos españoles afiliados, pero lo están, entre ellos Podemos. Estamos frente a una V Internacional. Cuando cae la Unión Soviética, desaparece el Movimiento por la Paz, que es la última versión de la III Internacional, y con ellos cae también la IV Internacional, que son los trotskistas. La I Internacional, de Marx, cae en el siglo XIX, y la II fue la socialdemocracia. Lo que hay ahora en América Latina y en España es una V Internacional Comunista muy bien organizada. Entonces, el primer círculo son los partidos locales, todos afiliados a esta V Internacional. El segundo círculo son los países donde ya se ha consolidado lo que ellos llaman el “socialismo del siglo XX”. Estamos hablando de Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Brasil lo estuvo bajo los gobiernos de Lula y Rousseff. No sabemos cual va a ser el futuro después de Bolsonaro. Ecuador también estuvo involucrado con el gobierno de Correa, pero Lenin Moreno cambió el rumbo y permitió la elección de Guillermo Lasso. Ahora el Perú cae y Chile está en un proceso constituyente realmente complejo, con una especie de batalla de retaguardia entre la derecha y la izquierda, y yo me temo que, a la hora de la votación final del referéndum sobre la nueva Constitución, pues nuevamente la izquierda podría encaramarse. El presidente Duque en Colombia está muy débil, y su principal opositor, Gustavo Petro, es muy probable que sea el ganador de las elecciones del año entrante. Entonces, este conjunto regional de partidos en el poder afiliados a esta V Internacional, forma el segundo círculo, el círculo de la realidad política, del uso de los recursos del Estado, de las fuerzas armadas y policiales, del manejo de la política nacional, y todo esto coordinadamente en todo el continente. Luego viene el tercer círculo, el círculo exterior, que viene a ser la lucha que China, Irán y Rusia, estos últimos en el espacio latinoamericano, mantienen contra los Estados Unidos. Rusia y China han apoyado abiertamente los procesos del llamado socialismo del siglo XXI. El caso ruso es muy interesante. En el ámbito europeo, la posición de Rusia tiende a ser muy conservadora, como lo es dentro del Estado ruso. Sin embargo, como tiene esta confrontación global con los Estados Unidos, entonces aplican la fórmula maquiavélica del “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Por tanto, Rusia ha revivido en América Latina todos los antiguos cuadros de la Unión Soviética y usa el comunismo para colocar una fuerza antiamericana en la retaguardia de los Estados Unidos, y en la retaguardia de Occidente. Así lo ha hecho también China en África. Los Estados Unidos están en un proceso de repliegue estratégico, no han hecho ningún esfuerzo de ningún tipo en el caso del Perú. El Departamento de Estado ha dicho que las elecciones eran impecables, cosa que sorprendió a muchos, porque en las encuestas el 65% de los peruanos piensan que hubo fraude. Y luego, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de los Estados Unidos también emitió un comunicado similar. Se supone que esto obedece a gestiones de nuestra Cancillería, pero no se sabe a ciencia cierta qué es lo que ha ocurrido, porque estos pronunciamientos son ilusiones. Hoy no hay grandes intereses norteamericanos en el Perú, si hay grandes intereses españoles, sobre todo en el área de la banca y de la tecnología de las comunicaciones; así como intereses australianos y anglocanadienses, sobre todo en el área de la minería. Los Estados Unidos han mostrado desinterés porque no tienen nada importante comprometido en el país, pues las multinacionales norteamericanas abandonaron el Perú después de que sus bienes, como la ITT o la Standard Oil, fueron nacionalizados por la dictadura militar, de los generales Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez, entre 1968 y 1980. Desde entonces, nunca volvieron. Una pequeña petrolera norteamericana, la Belco [Belco Petroleum Company], fue expropiada por el primer gobierno de Alan García [1985-1990]. Los norteamericanos están escarmentados y ya no tienen grandes intereses en el Perú. Por otro lado, los chinos son los que tienen la presencia económica más poderosa en el Perú en este momento. El 63% de las exportaciones peruanas van a China, es nuestro principal socio comercial, grandes yacimientos de cobre están siendo explotados por capitales chinos, la banca china está instalada, la comunidad china peruana es muy grande, se calcula que supera el millón de personas. Entonces, la visita que hizo Pedro Castillo recientemente al embajador de China, gesto que no ha tenido con ningún otro embajador del mundo, es una clara señal de alineamiento, un alineamiento antioccidental, contra la cosmovisión del hombre europeo.

El Perú, sumado a esta coalición de países afiliados al socialismo del siglo XXI, ¿qué importancia tendría? ¿Aportaría algo o solo sería una pieza más de la maquinaria bolivariana?

El Perú tiene cinco fronteras, y con esto, la facilidad de contagiar a sus vecinos. Es, con sus diferencias, una de las historias de éxito de América Latina junto a Chile, no solo de recuperación económica, sino de crecimiento, de creación de una clase media. Todo esto tropieza con la pandemia del covid-19, que produce grandes estragos en el área económica, grandes estragos en el área social porque la cuarentena genera el cierre de los pequeños negocios, que posiblemente no vayan a abrir nunca más, y la consecuencia es el desempleo y la pobreza. Que estos éxitos temporales terminen en un fracaso, es un gran activo propagandístico para la izquierda global, no solo latinoamericana. Martha Harnecker, ideóloga del chavismo y gran difusora del marxismo leninismo desde la década del 70 del siglo pasado, escribió varios libros sobre como debía recuperarse la izquierda en el mundo, como debe ir a las comunidades de base a través de las oenegés, etc. Un país tan desigual como el Perú, es un territorio de experimentación para estas teorías. El Perú tiene una posición central decisiva en América del Sur. Fue el bastión del imperio español, y las juntas rebeldes sudamericanas tuvieron que hacerle la guerra al virreinato peruano y vencerlo para poder consolidar sus independencias. En el Pacífico Sur, en una posición central en el continente sudamericano, y contra la estrategia norteamericana que busca frenar la expansión china en el pivote Asia-Pacífico, los chinos están desarrollando el megapuerto de Chancay, al norte de Lima, para exportación de minerales, pero también como una opción de colocar una fuerza naval en la retaguardia norteamericana y desarticular su estrategia de contención. Ahora, en términos diplomáticos, es evidente que el Perú se desgaja del grupo de naciones latinoamericanas que tomaron posición con el Grupo de Lima frente al caso de Venezuela, pues significaba tener contacto con la política exterior norteamericana. Ahí hay un cambio estratégico importantísimo, porque el Perú como punto de apoyo para luchar contra las políticas del socialismo del siglo XXI, ha terminado. Con Pedro Castillo como presidente, el Perú invierte su posición y se convierte en una base de apoyo para las políticas del socialismo del siglo XXI, con respaldo ruso, chino e iraní. En tercer lugar, los Estados Unidos, empeñado en una guerra contra el terrorismo y el narcotráfico, guerra sin fronteras muy difícil de definir dentro del derecho internacional, sufre su mayor derrota en el Perú, porque ya bajo los gobiernos de Vizcarra y Sagasti, las extensiones de cultivo de hoja de coca se han extendido hasta la cifra nunca antes alcanzada de 88 mil hectáreas, convirtiendo al país en el primer productor mundial de cocaína refinada. Esto se condice con las declaraciones de Castillo, que asegura que va a expulsar a la DEA [Administración de Control de Drogas] del Perú. Los Estados Unidos han sufrido una inmensa derrota en su guerra contra las drogas con la proclamación de Castillo, y no solo eso, también una inmensa derrota en su guerra contra el terrorismo, porque las organizaciones de las cuales procede Castillo y Perú Libre, están conformadas por terroristas del MRTA [Movimiento Revolucionario Túpac Amaru] y Sendero Luminoso, que han adoptado la nueva estrategia de la infiltración democrática del Estado para después eliminar la alternancia en el poder. Por eso es que exigen una asamblea constituyente, para tener una Constitución como la de Bolivia o Venezuela que les permita quedarse para siempre en el poder.

Foto: Francisco Tudela – Perú 21

 ¿Por qué la izquierda demanda con tanta insistencia la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente? ¿Qué tendrían que hacer los partidos democráticos en el Congreso para impedir que esta se dé y, si llegar a darse, cómo harían para que no resulte un instrumento de la izquierda para conseguir su cometido?

En primer lugar, el Congreso tiene que resistirse. La reforma total o parcial de la Constitución se hace a través del Congreso, eso dice la Constitución. El famoso referéndum para la Asamblea Constituyente, que es el planteamiento de Pedro Castillo, es absolutamente ilegal, a menos que modifiquen la Constitución existente para permitir el referéndum. Quieren cambiar la Constitución para cambiar el marco ideológico del Perú. El Perú tiene un marco ideológico de garantías individuales y libertades económicas muy vastas. Es una Constitución, digamos, capitalista, tiene un capítulo de régimen económico que fue colocado para evitar que vuelva a suceder lo que ocurrió con el gobierno prosoviético de Velasco Alvarado, en el cual se nacionalizó todos los sectores de la economía de gran importancia. Se expropió la banca, la pesca, la minería, el agro, el petróleo, incluso los supermercados, medios de comunicación y hasta los cines. No se pagaron compensaciones en muchos casos, y entonces el capítulo del régimen económico de la Constitución de 1993 nace de esa experiencia traumática y altamente destructiva que produce el estatismo. El capítulo económico de la Constitución lo quieren obliterar para poder volver al Estado socialista de los años 70, hay un anhelo anacrónico en estas fuerzas políticas de izquierda. El objetivo va más allá de lo jurídico, es metajurídico, el objetivo es esencialmente político, es cambiar el régimen político del país para tener un Estado socialista en el cual, mediante una serie de artificios, se evita la alternancia en el poder. El Perú entra a una fase muy dura y la resistencia a esto se da de dos formas. Primero, dentro del Congreso evitando cualquier modificación a la Constitución del 93, y segundo, fuera del Congreso, en un proceso iniciado por el abogado Lucas Ghersi, que es la recolección de firmas para hacer un referéndum que evite el cambio de Constitución. Ese proceso de recolección de firmas ya está dándose a gran velocidad.

En una entrevista que hicimos aquí en la Gaceta de la Iberoesfera, el expresidente del Tribunal Constitucional, Ernesto Álvarez, aseguraba que uno de los principales problemas que tiene la democracia peruana actualmente es que el poder real ya no reside en la representación nacional sino en instancias oscuras no elegidas, como algunas oenegés, y en grupos políticos minoritarios que gozan de mucho poder mediático. Podríamos decir que esto último pasa con el Partido Morado, un grupo minoritario que terminó azuzando las marchas contra el presidente Manuel Merino en noviembre y terminaron capturando la Presidencia de la República aun cuando su representación no excede a los distritos mesocráticos de Lima Metropolitana.

Estoy totalmente de acuerdo con el doctor Ernesto Álvarez. Hay una infiltración de la izquierda en el Estado peruano desde la presidencia de Alejandro Toledo. El presidente Toledo entregó a la izquierda todos los organismos que manejan la estadística de los peruanos. Entregó el Inei [Instituto Nacional de Estadística], la Onpe [Oficina Nacional de Procesos Electorales] y el Reniec [Registro Nacional de Informática y Registro Civil] a la izquierda a principios de los años 2000. Desde entonces, la infiltración ha sido constante. El Partido Morado es un partido que sale del interior del Estado, de toda esa burocracia media infiltrada, son todos exfuncionarios públicos de izquierda, así se consideren a sí mismos como de centro. Han sido agitadores, promotores y apologistas del gobierno de Martín Vizcarra, han sido apologistas del golpe de Estado que Vizcarra dio cerrando el Congreso inconstitucionalmente en 2019, porque no se puede pedir una cuestión de confianza sobre materia constitucional, aunque el Tribunal Constitucional, que también está dominado por la izquierda, sacó una resolución diciendo que el Poder Ejecutivo era el intérprete de la voluntad del Congreso, cosa que naturalmente ya nos lleva a un mundo surrealista en el cual no hay Estado de derecho. El Partido Morado ha tenido un rol de celestina. Sin tener mayoría en el Congreso, ha sido un instrumento político con un perfil más de Estado Mayor que de bases. No es un partido de masas, pero ha suministrado los cuadros para la agitación, la propaganda y la apología de los atropellos que se hacían contra la Constitución y el Estado de Derecho. 

Con la victoria de la izquierda en las Elecciones Generales 2021, parecería que los partidos de centroderecha y derecha peruanos han quedado relegados, y, con la actitud del jurado electoral y otras instancias que hicieron caso omiso a las irregularidades, evidentemente desmotivados. ¿Cómo la izquierda, siendo una fuerza política tan pequeña, que entre Castillo y su aliada Mendoza, apenas y conseguían un 30% de los votos, pudieron hacerse con la Presidencia del Perú?

La izquierda ha tenido un asesor de campaña excepcional, el covid-19. La pandemia ha producido un impacto frontal en la economía peruana y la ha desbaratado. Han sido también culpables las malas políticas del gobierno de Martín Vizcarra, que se demoró en comprar camas UCI, oxígeno medicinal y vacunas, y cuando compró vacunas, prefirió las del laboratorio chino Sinopharm en lugar de las ofertas de los laboratorios occidentales, que tenían estudios científicos más transparentes. El mal manejo de la crisis sanitaria produjo en el Perú, en términos proporcionales, la mayor mortandad por covid-19 en el mundo. En un país de 33 millones de habitantes, han muerto más de 200 mil personas. El covid-19 ha empujado a un pueblo que es básicamente en su sentimiento conservador, porque el pueblo peruano no es ampliamente revolucionario, a votar por el candidato que desbaratara el Estado vigente al cual odiaban porque los había abandonado. La astucia de la izquierda fue presentar la crisis no como un problema global producido por el impacto del covid-19, sino como una falla de lo que ellos llaman el sistema neoliberal. Estoy seguro que de las personas que han votado por Castillo, no más del 10% son de izquierda. Muchos han votado por desesperación, por odio y rencor a un Estado que los ha abandonado. Su reacción ha sido votar contra el establishment, y eso incluye a la izquierda y a la derecha. Fundamentalmente lo que ofrece Pedro Castillo es borrón y cuenta nueva, partir desde cero, cosa que es enormemente peligroso y desestabilizador, porque ninguna democracia seria pretende partir de cero nuevamente. Pero eso es lo que ha hecho un electorado desesperado por la miseria provocada por la quiebra de los negocios y la mortandad. Las consecuencias la van a sufrir aquellos que hicieron ese voto pasional, el cual va a ser castigado por el propio gobierno de Castillo. Ahora, ¿cómo es que se ha desbaratado la derecha? La respuesta es muy sencilla, la derecha peruana no existía como tal. Al producirse el desarrollo del Perú y a empezar a crecer exponencialmente los últimos 25 años, los empresarios y profesionales peruanos se volvieron deterministas económicos y hablaban del “piloto automático”, es decir, pusieron la carreta delante de los bueyes, la política era secundaria, lo único que importaba era la economía. Y si la izquierda ocupaba los puestos administrativos más importantes en el Estado, no importaba, porque la economía conducía el proceso. El Perú no tiene una derecha verdadera porque no tiene una derecha ideológica. Esta falta de una derecha ideológica es una incomprensión de que la derecha es filosófica, donde esta existe de verdad, defiende las virtudes que son necesarias para tener un Estado independiente, soberano y democrático. Esas virtudes son las que permiten un marco de funcionamiento a la economía social de mercado. Sin esas virtudes, es la ley de la selva. La falta de una conducción política por parte de la mal llamada derecha peruana, que no es otra cosa que un montón de deterministas económicos que han leído El camino a la servidumbre de Hayek solo hasta la mitad, y que no han comprendido que lo que se requería era una dirección política en el país, hoy han pagado el precio y han recibido una derrota merecida por su falta de reflexión, consistencia y organización. Y me gustaría añadir que, si bien el señor Mario Vargas Llosa se unió a última hora, en los últimos treinta días, al esfuerzo de evitar que el comunismo tome el poder en el país, tanto él como su hijo han sido los últimos veinte años grandes promotores de esa izquierda enquistada en los mandos intermedios del Estado, han sido grandes promotores de las ideologías que han debilitado al Estado peruano desde la izquierda, y no han proporcionado ninguna conducción filosófica real a ninguna derecha peruana. De tal manera, tratar de desmontar veinte años de prédica de odio en treinta días, no ha dado resultado, y no solo es un fracaso para la seudo derecha peruana, también lo es para la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo, también es un fracaso para estos líderes seudo liberales como son Mario Vargas Llosa y Álvaro Vargas Llosa.

Frente a un gobierno de Perú Libre, que tiene un ideario programa radical, congresistas vinculados a organizaciones subversivas, y una serie de políticas desestabilizadoras para la economía y el orden social, ¿cómo debe trabajar la oposición en adelante para servir de contención contra los impulsos populistas de Pedro Castillo y sus aliados?

La oposición se divide en dos. La oposición parlamentaria, que es restringida al ámbito político y jurídico, y la oposición entendida como una organización política de carácter nacional. Se presenta la oportunidad en el Perú de formar organizaciones políticas nuevas que den esa conducción filosófica, que defienda el Estado constitucional, que defienda las virtudes necesarias para tener una sociedad estructurada y sana donde la libertad del hombre sea el eje central, y que promueva las virtudes necesarias para mantener la independencia y la soberanía del Perú frente a un falso nacionalismo indigenista, vernacular y populista que es el que encarna Pedro Castillo. De tal manera, lo que ocurre hoy, es que ya existe la oposición parlamentaria, pero está por crearse la oposición política nacional.