Por José Pérez Gaona.- Aunque los afiliados estemos callados, no por ello dejamos de estar perplejos todos los días, con las atrocidades que se están cometiendo. Llevamos tiempo desilusionados, expectantes de que Madrid tome las riendas y se produzca un cambio. Estamos desmotivados, sólo hay que ver las mesas informativas vacías de público y con los mismos cargos de siempre haciéndose la foto y ningún afiliado apoyándolos, por más que nos llamen por teléfono. A los que realmente nos importa Vox, nos duele esto, pero aún más, la deriva que está tomando hacia la incompetencia, ineptitud, negligencia y todo lo que este periódico ha denunciado.
Pero lo ocurrido este fin de semana, me ha hecho recapacitar y plantearme ¿Debería seguir en Vox?
Para mi familia, el día de San José, es una de las fiestas más celebradas. Fue un sencillo y humilde servidor de Dios, patrón de la Iglesia Universal, la buena muerte, las familias, los padres, las mujeres embarazadas, viajeros, inmigrantes, artesanos, ingenieros y trabajadores. Por tradición familiar, nos reunimos hermanos, hijos, primos, sobrinos… pues somos una extensa familia en la que José es el nombre más habitual y en la que profesamos una fe inmensa al padre putativo de Jesús. Pues bien, el 19 de marzo, fiesta de gran alegría para nuestra familia católica, debido a las restricciones geográficas, tuvimos muchas bajas, entre ellas, la de mi hijo José que estudia en Navarra. Como ciudadanos íntegros, nos hemos adaptado a las medidas y restricciones que se han llevado a cabo con tal de frenar la expansión del virus. ¿Podíamos haber hecho trampas? Desde luego. Nada más fácil que mi hermano médico le hubiera dado una cita. Pero no, pienso que si todos estamos haciendo un esfuerzo por salir de esta crisis provocada por el virus, no vamos a traicionar a tantos compatriotas que están sufriendo. Tantas familias que han vivido estas historias de estar lejos, sufriendo por no poder ir a ver a sus padres que se está apagando. Sabemos que esto es un tiempo de excepción, y lo que hacemos en este momento es por ello excepcional aunque implique estar viendo cómo pasa la vida, mientras estamos confinados en nuestra ciudad sin poder abrazar nuestros familiares de fuera.
Y hoy veo a la gestora de Vox Málaga, que ha ido a Madrid a escuchar a Santiago Abascal, saltándose el cierre perimetral y las restricciones para viajar. Y me ha dolido. No voy a entrar en los comentarios de los foros en los que dicen que encima el viaje y la pancarta está pagada con nuestro dinero, porque los afiliados sólo servimos para pagar la cuota.
Cuando ya se cae en el esperpento y se actúa tan patéticamente, se inventan unos datos que no se sostienen como se ha podido refutar de forma pormenorizada, a los militantes nos preocupa, aunque a la dirección nacional de Madrid no lo haga. Y encima Ortega Smith se haga una foto con ellos para mostrarles su apoyo. Han permitido que una de las sucursales más importantes de España, como era Málaga, que siendo la octava de España en número de habitantes, fuera la cuarta en número de afiliados, se haya convertido en un grotesco hazmerreír.
Hasta la fecha de hoy, cualquier desplazamiento que implique salir de una comunidad necesita estar debidamente justificado. Ir a un mitin a apoyar a Santiago Abascal no está entre las causas justificadas para entrar o salir, ni de Málaga a otras provincias, ni fuera de Andalucía. Han cometido una infracción muy grave, se han reído de nosotros y de todos los que respetamos la ley. Y después nos quejamos de los que nos gobiernan, al final va a ser verdad que son todos iguales.
