Inicio Opinión Revisémonos la biblioteca, por Berta Florés

Revisémonos la biblioteca, por Berta Florés

Una de las sensaciones más estimulantes que nos puede provocar un (buen) libro se produce cuando pone las palabras justas a un pensamiento que quizá intuíamos, pero que aún no habíamos sabido configurar. Son ideas que nos aparecen de repente, entre las páginas, cargadas de lucidez y como haciendo chiribitas. ¡»Es justamente esto»!, exclamamos entonces, en una especie de sobresalto íntimo, y corremos a subrayarlas.

Leyendo a la escritora Rebecca Solnit es probable que este sentimiento os asalte. En su libro ‘La mare de totes les preguntes’ (Angle Editorial), reflexiona sobre cómo las mujeres hemos tenido que identificarnos, a lo largo de los años, con toda una serie de personajes masculinos y su forma de relacionarse. Si sois mujeres y de más jóvenes leísteis KerouacBurroughsMiller o Nabókov seguramente entendáis de qué os hablo. Y seguro que sois capaces de recordar alguna escena misógina que quizá entonces no detectasteis como tal pero que os violentó.

Historias de hombres

En las grandes obras de la literatura, las mujeres no solo solemos ser personajes secundarios y más bien planos, sino que a menudo salimos muy mal paradas. Solnit lo explica así: «Hay un cuerpo canónico de la literatura en la cual las historias sobre mujeres les son arrebatadas, en la cual solo leemos historias de hombres. A veces, son libros que no solo no describen el mundo desde el punto de vista de una mujer, sino que inculcan la denigración y la degradación de las mujeres como cosas que gusta hacer».

Entretodos

Se sigue asimilando que los libros que hablan sobre hombres y que están escritos por señores son libros para el conjunto de la población, mientras que los que hablan de mujeres y están escritos por señoras son, mira por dónde, solo para lectoras. Si repasamos las bibliotecas de la mayoría de las personas que leen, es muy probable que encontremos muchísimos más autores que autoras.

Reconocimiento debido

Creadoras y sabias hay, y muchas. De lo que se trata es simplemente de no silenciarlas y de darles el reconocimiento que merecen. Siempre un buen momento para tomar consciencia de la invisibilización y los obstáculos que sufren las escritoras, y corregir la brecha que empuja a tanta gente a leer (casi sin planteárselo) a un autor antes que a una autora.

Quizá es hora de revisarnos, también en este sentido, y de intentar equilibrar nuestra báscula literaria: tanto por lo que se refiere a autores y autoras, como a la diversidad de sus perfiles y procedencias. Si leer es ponerse en la piel de alguien distinto, no hace falta que siempre nos pongamos en la piel de los mismos hombres (blancos), ¿no?

Y que no nos de vergüenza reconocer que hay obras que han herido nuestra sensibilidad, por más que se consideren ‘maestras’. «Leemos demasiados libros en los cuales la gente como nosotras es menospreciable, o sucia, está callada, o ausente, o no tiene ningún valor, y esto tiene un impacto», apunta Solnit. Y es que como dice la autora, el arte conforma el mundo que habitamos. ¿Qué tal, pues, si no nos conformamos con una sola versión de la cultura? Escuchemos otras voces.