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Sánchez congela la puesta en marcha de unos nuevos Pactos de La Moncloa

Este sábado Pedro Sánchez, en su enésimo monólogo televisado al más puro estilo Aló Presidente, anunció su intención de reeditar unos nuevos «Pactos de La Moncloa» para hacer frente, en este momento crítico, a la crisis sanitaria y económica del coronavirus. «Todos los partidos, con independencia de su ideología, vamos a trabajar en unos nuevos pactos de la Moncloa para relanzar y reconstruir la economía y el tejido social y para que nuestro país no quede bloqueado», proclamó con su habitual tono solemne el presidente del Gobierno.

Sin embargo, desde la oposición observan con escepticismo este, aparentemente amistoso, ofrecimiento. Y es que, hasta ahora, Sánchez únicamente se ha comunicado con otros partidos cuando ha necesitado sus votos para prorrogar el estado de alarma. Nada más. El jefe de Gobierno reclama «unidad» en cada aparición televisiva, pero no hace nada por buscar consensos, a pesar de las trascendentales medidas que su plenipotenciaria Ejecutiva está implementando.

Por este motivo, en el PP consideran una trampa este llamamiento: «Es un señuelo por las malas cifras de la pandemia, para hacer responsables a los demás de que no está siendo eficaz», afirma en una entrevista en El Mundo el líder del PP, Pablo Casado, quien asegura haberse enterado de la oferta de Sánchez por televisión. Los populares, que continúan apoyando la prórroga del estado de alarma, advierten de que sus votos en el Congreso no son un cheque en blanco para que el Gobierno continúe imponiendo, sin consultar a los partidos o a los agentes sociales, medidas tan graves como el parón de la economía: «Apoyo para salvar vidas, sí, pero no para arruinar España», resume Casado, que aboga por reabrir la economía de forma paulatina «en cuanto se pueda y hayamos acotado los contagios y evitado muertes».

PP, PNV, Cs o Vox, ya han anunciado que no votarán a favor de los dos decretos leyes de medidas económicas aprobados por el Gobierno en el último Consejo de Ministros. Legalmente, Sánchez dispone de algo más de tres semanas para recabar los apoyos necesarios. Apoyos que previsiblemente vendrán, una vez más, del separatismo.

En Ciudadanos están por el pacto de Estado y consideran esencial que se comiencen a consensuar todas las medidas sanitarias y económicas para ganar en eficacia. «Hemos apoyado muchas de las decisiones del Gobierno, pero es creciente la sensación de que muchas de ellas, que afectan a millones de personas, se toman de manera precipitada, improvisando, anteponiendo la ideología y sin contar con los agentes sociales», afeaba este sábado al Ejecutivo la líder de la formación naranja, Inés Arrimadas, en una carta carta en la que precisamente apostaba por unos «Pactos de La Moncloa del Siglo XXI». Sánchez tampoco informó a Arrimadas de su oferta a pesar de que el presidente la llamó por teléfono minutos antes de hacerla pública en La Moncloa.

Pero el principal escollo para que esta iniciativa prospere es el Gobierno que existe dentro del propio Gobierno. Haciendo realidad las peores pesadillas que Pedro Sánchez sufría antes del 10N, el vicepresidente Pablo Iglesias se ha erigido como el verdadero detentador del poder, inoculando su ideología en cada medida que se toma desde Moncloa y llegando incluso a invadir competencias de otros ministros, como ha sucedido en el caso de la vicepresidenta económica Nadia Calviño. A día de hoy parece impensable que el líder de Podemos haga con Casado lo que Carrillo hizo con Suárez en 1977. Cuesta mucho imaginar a Iglesias firmando junto a la «ultraderecha y la ‘ultraultraderecha’«, por mucho interés general que medie. Supondría una traición a su propio discurso populista y en cierta medida a su electorado, del que no se olvida ni por un minuto.

Hasta ahora este Gobierno, que sigue escudándose en un censor para evitar las preguntas incómodas de los medios, no ha dado ni una sola muestra efectiva de su voluntad de diálogo; el mismo, por cierto, que tan a menudo preconiza para contentar a sus socios independentistas. A menos que el PSOE retome el control (si es que alguna vez lo tuvo) el ofrecimiento de Sánchez se quedará en agua de borrajas. Pero solo él será el responsable de lo que pase desupués.