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Sánchez exige el apoyo de Junts, ERC y Bildu a su carta «enamorada» en plenas elecciones a cambio del referéndum

La carta «enamorada» de Pedro Sánchez no ha sentado demasiado bien a los socios separatistas del presidente. Mientras Junts, ERC y Bildu exigen un referéndum separatista, el presidente se ha desmarcado de la agenda de negociaciones fijada con el separatismo para exigir un apoyo firme a su persona por un falso caso de «ataque» y «acoso y derribo» judicial y mediático contra Sánchez y su mujer, Begoña Gómez. Y eso supone una alteración del camino previsto por todos los separatistas. Sánchez les ha asegurado ya que está dispuesto a aceptar un referéndum, hasta el punto de que el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido, trabaja ya en el embalaje judicial para pasar por constitucional lo que evidentemente es un desafío frontal a la Carta Magna. Pero, a cambio, les pide un blindaje de su figura como si una investigación por tráfico de influencias a su mujer fuese un caso de lawfare, del mismo que los separatistas aseguran haber sufrido. Sánchez quiere ahora convertirse en una piña con el separatismo y los proetarras a cambio, eso sí, de acelerar la agenda destructiva de la unidad de España.

Nada bueno hay detrás de la carta del presidente del Gobierno. Asegura que se ha dado un periodo de tiempo para reflexionar como «hombre enamorado» por el «ataque» judicial y mediático que dice sufrir.

La realidad es que la estrategia carga de forma automática de presión al juez que ha admitido una causa evidente contra su mujer y lo acusa sin matices de formar parte de una cacería contra su persona.

Pero, además, no lo hace en un momento cualquiera. Lo hace recién pasadas las elecciones vascas y con un Bildu que pide más peso, más poder y un referéndum de separación de España simultáneo con el de Cataluña. Y lo hace con las elecciones catalanas a la vista, en las que Junts puede ganar a ERC y acelerar de forma definitiva una nueva fase del golpe separatista.

La jugada de Sánchez supone exigir a sus socios un respaldo sin fisuras «y eso significa que puede tener impacto en las elecciones catalanas, porque no se puede atacar igualmente al partido de una persona a la que acabas de respaldar», señala una fuente de uno de los partidos separatistas.

Desde el nacionalismo vasco no ocultan que «es imposible fiarse de Sánchez«. Y es que nadie se ha creído el contenido de una carta buscada para generar una victimización de quien se ve acorralado por la Justicia y la evidencia de los enchufes y negocios de su mujer.

Pero Sánchez plantea su carta con un premio implícito para el separatismo: a cambio de su blindaje en la Moncloa está dispuesto a acelerar definitivamente el plan separatista. Referéndum incluido, por supuesto.

«El problema es que lo que ofrece ya lo ofreció y pactó», señala otra fuente del nacionalismo catalán. «Y, por lo tanto, no podemos renegociar lo que ya tenemos», añade.

La realidad es que el juzgado de instrucción ha admitido la causa contra los negocios de Begoña Gómez porque el Código Penal recoge sin matices el delito de tráfico de influencias en sus dos vertientes: la del cargo público que lo tramita (artículo 428) y la del particular que lo incita y reclama (artículo 429 del mismo Código Penal). Y son evidentes las pruebas e indicios de su actividad con cartas de recomendación de cara a un concurso público o de actividad en innumerables áreas que dependen de los fondos públicos que reparte el Gobierno de su marido.