Inicio Opinión Si eres feminista, no compres fresas, por Lucía Etxebarria

Si eres feminista, no compres fresas, por Lucía Etxebarria

Mujeres que viven en viviendas prefabricadas, insalubres, hacinadas, con hasta seis literas por cuarto, sin duchas o cocinas. Mujeres que no pueden permitirse perder un trabajo porque toda su familia depende de ellas. Mujeres secuestradas, a las que sus patronos les retienen al llegar el pasaporte. Mujeres estafadas, a las que se les descuenta parte de su nómina para pagar un alojamiento que debería ser gratis. Mujeres violadas, agredidas, acosadas. No son simplemente de casos aislados, es un problema estructural. Son las temporeras de la fresa en Huelva.

Y otras mujeres que se vuelcan con el ‘caso Aquarius’, como debe ser, pero que siguen comprando fresas, sin caer en la cuenta de que esas fresas están regadas con sudor y abonadas con sufrimiento. El de otras mujeres a las que el azar de la vida colocó en una situación mucho peor.

Esclavas modernas

Hay muchas medidas que podrían adoptarse para proteger a estas esclavas modernas (esclavas, sí, has leído bien): vincular los visados de los trabajadores al sector y no a las empresas; elaborar un protocolo de calidad de la acogida, crear una red de mediadores sociales, que el Instituto de la Mujer supervise las condiciones de los alojamientos, que el Ministerio de Empleo intervenga. No es difícil

Entretodos

En 1955, como respuesta a la detención de Rosa Parks por negarse a ceder su asiento a una persona blanca, la población afromericana boicoteó un servicio de autobuses. Esta acción desencadenó el movimiento de los derechos civiles y acabó con la segregación en EEUU.

Diez años después, los sindicatos lanzaron un boicot a las uvas de California. Millones de familias dejaron de comer uvas solidarizándose con la explotación de los inmigrantes que trabajaban en los viñedos. Son dos ejemplos históricos de que los boicots funcionan.

Las mujeres necesitamos resistir JUNTAS frente a las injusticias y construir alternativas económicas y éticas. Podemos impulsar un cambio profundo, podemos ser el cambio que queremos crear. Y podemos hacerlo con pequeños gestos

Si eres feminista, deja de comer fresas. De momento.