Todos los partidos políticos, en mayor o menor medida, son cómplices del diseño de la nueva sociedad transhumanista. Todos parecen aceptar la Agenda 2030, es decir, la destrucción del ser humano. Y no es exageración, pues ellos mismos lo dicen. En tiempos “especiales”, necesitamos políticos “especiales”, porque a los problemas típicos de corrupción y demás debilidades humanas, hay que añadir otros de mucho mayor alcance: la mala utilización de la geoingeniería, por ejemplo, y la manipulación del ser humano a todos los niveles, especialmente en el sanitario, que es lo más acuciante ahora.
Ningún partido habla de la red 5G y su influencia nefasta en los seres vivos, a pesar de tener en sus manos un informe científico independiente que lo demuestra. Ningún partido se atreve a decir que la ONU (con todos sus organismos internacionales: OMS, ACNUR, FAO y demás chiringuitos, que ni son lo que parecen, ni hacen lo que dicen) es, posiblemente, la organización más corrupta del mundo o que su director actual es un genocida.
No escucho a ningún partido ni a ningún medio de comunicación convencional denunciar que se está experimentando con el ser humano, saltándose todos los códigos éticos promulgados a partir de Núremberg. Eso sí, yo hago una distinción entre los políticos incapaces, que no están a la altura, y los auténticos psicópatas y siciópatas que tanto abundan.