Inicio Opinión Torra, ¿fantasma o ‘president’?, por Joan Tapia

Torra, ¿fantasma o ‘president’?, por Joan Tapia

Quim Torra -los que lo conocen dicen que una persona correcta y agradable en el trato personal- era un agitador del independentismo radical. Desde la alcaldía, Xavier Trias le hizo responsable de Born, Centre Cultural y en las elecciones del artículo 155 apareció como independiente, en un puesto no destacado, de la lista de Junts per Catalunya (JxC). 

La sorpresa vino cuando Carles Puigdemont le eligió para ser ‘president’. Tenía que encontrar uno después de que la polémica instrucción del Tribunal Supremo impidiera la elección del propio Puigdemont, de Jordi Sànchez y, en el último minuto y gracias a la abstención de la CUP, de Jordi Turull, pero fue extraño seleccionar a alguien más caracterizado por su entusiasmo radical que por su experiencia política. Y más en un momento tan delicado y con la aplicación del 155 todavía vigente. Pero así son las cosas. La antigua CDC entregó el poder de su lista de JxC a Puigdemont y este optó por Torra como antes él había sido escogido por Artur Mas y como Jordi Pujol prefirió a  Mas frente a otros.

Falta de gobierno y desprestigio

Lo lamentable es que esta falta de profesionalidad se ha ido convirtiendo en un problema serio tanto para la gobernación de Catalunya como para el prestigio de la Generalitat. Que su portavoz parlamentario dijera, en medio de su silencio y en plena huelga de médicos, que no había que dedicar tanto tiempo a detalles, ya dejó claro que gobernar no era la prioridad. Pero lo más grave ha ocurrido en el entorno del puente de la Constitución.

Es difícil de entender que tras las protestas de algunos grupos radicales por la actuación de los Mossos el día de la Constitución en Girona y Terrassa, el presidente de la Generalitat exigiera públicamente al ‘conseller’ de Interior una purga y reorganización en los Mossos. Todo el mundo recordó que el 1 de octubre por la mañana Torra incitó a los CDR a presionar al Govern y que a última hora de la tarde los Mossos tuvieran que reprimir una manifestación de los CDR que intentaban asaltar el Parlament.

Poner a Eslovenia de ejemplo, cuando importantes partidos piden otro 155 y más duro para Catalunya, es haber perdido el norte

¿Quería Torra reincidir? ¿Seguir siendo el mando último de la policía catalana y al mismo tiempo el animador de los grupos que para protestar alteran el orden público y acaban siendo reprimidos por los Mossos? La consecuencia fue que el sábado 8 un grupo de personas cortó la AP-7, la autopista del Mediterráneo que une España con Francia, durante 15 horas y que los Mossos ni lo evitaron ni lo intentaron. Nadie quiso meterse en un lío del que podía salir malparado.

Catalunya se queja con razón de un autogobierno insuficiente. Pero hacer dejación de funciones en el mando de la policía -que solo tienen Euskadi y Catalunya- es contradictorio con exigir más autogobierno. El orden público es materia compleja -ahí está lo que pasa en Francia-, pero la ligereza no es la forma de abordarlo.

Y cómo explicar  si no que un jueves el ‘president’ exija públicamente al ‘conseller’ una purga de los Mossos en 72 horas y que mas de una semana después no haya habido cambios y el ‘conseller’ siga en su cargo. Lo que ha pasado es que el president es algo bocazas. Exige a bombo y platillo purgas en la policía catalana y luego -silencio mediante- hace marcha atrás.

Entretodos

La otra incomprensible iniciativa es poner a Eslovenía como ejemplo a imitar por su determinación hasta lograr la independencia. Eslovenia es, sí, la antigua república yugoeslava que se separó con menos violencia (62 muertos) frente, por ejemplo, a Kosovo. Pero agitar, cuando relevantes partidos de Madrid piden que se aplique otro 155 por tiempo indefinido, una independencia unilateral es quizá propio de un atrevido ensayista por cuenta propia, pero totalmente inapropiado para el presidente de la Generalitat. La prueba es que con rapidez  Foment, la PimecUGT y CCOO pidieron que no se azuzara la tensión. Y que los partidos que le votaron (el PDECat y ERC) se desmarcaron de sus posicionesElsa Artadi, su ‘consellera’ de confianza, el vicepresidente Pere Aragonès y Joan Tardà han tenido que salir a «matizar» (o sea corregir) sus afirmaciones que, al parecer, todos habíamos malinterpretado. Y todo esto en vísperas de un delicado Consejo de Ministros en Barcelona y en plena huelga de hambre -algo sumamente delicado- de cuatro dirigentes de JxC.

Torra es quizá un respetable agitador de ideas, pero en la Generalitat actúa más como un fantasma -que ni siquiera ocupa su despacho– que como el jefe del Ejecutivo de un país en grave crisis. Catalunya no necesita hoy un fantasma que deambule por un mundo imaginario, sino un presidente que se moje en la gobernación, la negociación y todo lo que sea necesario.