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Un icono para Madrid

Madrid, siempre Madrid. Recuerdo una tarde en el Retiro en la que unos periodistas comentábamos con unas cañas la importancia simbólica de Madrid, que la gente sobreentiende no sabe explicar. Este año electoral Madrid vuelve al ruedo, y el señor Almeida sueña con un icono que simbolice nuestro poderío de capital. Puestos a limitar daños, mejor una noria o una pirámide azteca que esos bancos con forma de libro que son una atrocidad kitsch superior, ya digo, a las vacas de la  «cow parade»  que pastaban por Madrid o esas Meninas horteras de la Carmena.

¿Por qué han llenado Madrid de arte comercializado, como de vaca frisona de Ale Hop, de chino de 20 duros, cuando pueden poner un huevo surrealista de Dalí o una estatua de Paco Umbral? En la periferia, todo el mundo se queja del éxito madrileño que deja en bragas a las autonomías y aquí tenemos un alcalde que juega a destruir el paisaje, como el niño de pataleta que rompe los juguetes de su casa. Advertimos una lozanía creadora en estas manías, pero es verdad que la política tampoco tiene por qué dar un genio. El arte kitsch como destrucción no es más que la destrucción como arte, o la destrucción de la ciudad. Y éste, nuestro alcalde de banco vanguardista, no sospecha que el éxito más ilustre de Madrid, el astro de la capital solar, es su literatura

La ocurrencia de que el icono de Madrid sea un monumento a su literatura no es exagerada. Todas estas historias de escritores que vienen a Madrid a escribirla y describirla pasan a la Historia y sus héroes clásicos viven escondidos en los espejos cóncavos dan el Esperpento. La literatura de Madrid no es siempre superior a la de otros lugares de España, y la prueba es que tenemos a José Carlos Llop en Palma de Mallorca. Pero aquí se ha hecho mucha y buena literatura. El señor Almeida, que ha cultivado una prosa de profesional bien peinado, debería hacer un icono a la altura de esa esencia literaria de nuestra capital. Lo que ocurre con algunos políticos profesionales es que les van más las norias de colores y la gastronomía, pero lo que le ha hecho ilustre a Madrid son sus escritores. 

«Umbral ha sido el escritor y periodista más temido y respetado de Madrid durante 30 años. Madrid le debe un monumento»

Desde los calaveras de Larra y pasando por escritores como Gómez de la Serna, Cela, Paco Umbral, Raúl del Pozo o Jesús Nieto Jurado. Y he aquí que en sus crónicas y artículos tenemos el recorrido de Madrid, la esencia y la simbología de una ciudad. Si me preguntan qué escritor debe figurar en el monumento icónico que busca Almeida, el escritor-icono por excelencia, diré que  Paco Umbral. Umbral ha sido el escritor y periodista más temido y respetado de Madrid durante 30 años. Madrid le debe un monumento, porque Umbral es el escritor que más ha pateado y mejor ha contado la vida, el lenguaje, las musas de la capital, su política y su arte. El misterio y el caos de la Villa y Corte tiene ya un carácter umbraliano, como sacado de la Travesía de Madrid: «Madrid, que como ciudad apenas es nada, ha sido mucho en la literatura. Madrid no existe si no es una creación de los escritores. Madrid es un género literario, o muchos. De Quevedo a Cela corre mucho Madrid. Ni siquiera París le debe tanto a sus escritores como Madrid a los suyos (…) Madrid, más que una ciudad, es una disculpa para escribir».