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Un PSOE de tintes peronistas acaba con ministros y militantes llorando en la calle al grito de «Pedro, quédate»

Lo sucedido en Ferraz este sábado no tiene precedentes ni en el PSOE, ni en España. Si cabe, en algunas latitudes latinoamericanas. Un Comité Federal, el máximo órgano entre congresos del partido, convertido en un acto de reivindicación y exaltación del matrimonio presidencial mientras, en el exterior, más de 12.500 simpatizantes, según cifras de la Delegación del Gobierno, llegados desde diferentes puntos de España gritaban enardecidos a favor de Pedro Sánchez, con centenares de pancartas de «sigue» y «contigo», mientras hacían sonar unos cláxones. El final fue abrupto, con los ministros uniéndose a la marcha en una catarsis colectiva de lágrimas, gritos y ovaciones.

No se pronunció la palabra lawfare, ni falta que hizo. Cualquier información sobre Begoña Gómez es un «bulo» y cualquier investigación a sus reuniones con empresarios es un «ataque», no a Sánchez, sino a todo al partido y a toda la democracia. Un cierre de filas total que se veía en las pancartas ante las puertas de Ferraz: «Democracia frente al odio«.

También dentro se sucedían hasta 22 discursos con un nexo en común: «Pedro, quédate», «merece la pena». La vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, fue la primera en hablar, con una defensa cerrada de la gestión del presidente del Gobierno, aunque el plenario no se puso en pie hasta que habló de la mujer de Pedro Sánchez: «Begoña, compañera ¡Estamos todas contigo!«. En ese momento, los miles de socialistas que seguían el Comité Federal desde el exterior estallaron con gritos a favor de Sánchez.

«Begoña es una mujer moderna, inteligente. Por ti, ¡basta ya de este acoso!«, sentenciaba la vicesecretaria general del PSOE. «No hay derecho a que nuestros familiares también sean víctimas de esta máquina del fango», añadía mientras pedía frenar «la ola ultra que carcome nuestra democracia» y culpaba a los «titulares digitales». Incluso se atrevió a leer una carta para responder a Sánchez. «Merece la pena que ganen los buenos. Firmado: los progresistas de este país», cerraba su intervención.

Hasta el, en otras ocasiones, díscolo presidente de Castilla la Mancha, Emiliano García Page, hacía una defensa cerrada de Sánchez para mostrarle «su empatía» y criticar a todos «los que creen que es una estrategia». «A este partido no le van a quitar la moral, y menos los que no tienen ninguna«, añadía como cierre aunque, a diferencia de otros, evitó pedir a Sánchez que continúe o que resista.

De los «perros» a la resistencia colectiva

Tanto las elecciones catalanas como las europeas pasaron a un segundo plano. Teresa Ribera, la candidata a los comicios del 9-J, ya lo anticipó en su arranque: «Yo venía a hablar de mi libro: Europa. Pero hoy toca otra cosa». La todavía ministra de Transición Ecológica aprovechó para reinterpretar el insulto de «perro» para definirse como «perros» porque «somos fieles y leales».

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, hizo un alto en su campaña para venir a Madrid y, citando el libro de Sánchez Manual de resistencia, pidió «aplicar una resistencia colectiva para acompañar a la resistencia individual que dice ‘no’ a una determinada forma de hacer política».

La emoción de la ministra

Dentro, algunos de los miembros del Comité Federal asistían compungidos a la sucesión de discursos para exaltar a Sánchez. Se vio incluso alguna lágrima, como la de la ministra portavoz, Pilar Alegría, cuando el líder del PSE, Eneko Andueza, ya sitúo a Sánchez más en el lado de los muertos que de los vivos al igualarle a «Ramón Rubial, Alfredo Pérez Rubalcaba o Carme Chacón» y de los «socialistas fusilados en las tapias de los cementerios».

Tras las intervenciones de los tres presidentes autonómicos que le quedan al PSOE; Asturias, Adrián Barbón; Castilla la Mancha, Emiliano García Page; Navarra, María Chivite, llegó el turno del secretario de organización, Santos Cerdán, que pidió al Comité Federal salir a la calle y unirse a la multitud. En ese momento, cuando todavía faltaban diez personas por intervenir, el número 3 del partido pidió a todos los miembros que salieran a la calle. «Salgamos a la calle, con esas miles de compañeros y compañeras… nos fundamos en un abrazo», terció Cerdán.

El Comité Federal acaba de forma abrupta

El Comité Federal terminó de forma abrupta, pese a que tenían que votar la candidatura de Ribera a las elecciones europeas. Los ministros salieron a la calle abrazando y besando a los asistentes que les gritaban: ¡Fuerza! La banda sonora arrancó con el «Quédate» de Quevedo, prosiguió con el «Pedro, Pedro» de Raffaela Carrá o el «Perra» de Ribogerta Bandini. Más tarde, ya llegó el turno de los clásicos izquierdistas como Serrat o Ismael Serrano, que fueron coreados, en especial, por la ministra de Igualdad, Ana Redondo.

Los ministros se echan a lloran

De Comité Federal a Comité Funeral. Más que pedirle a Sánchez que resista, aquello parecía un velatorio del secretario general. La catarsis colectiva se apoderó de los asistentes. Lo manifestantes lloraban por Sánchez y los miembros del Comité derramaban sus lágrimas al ver a los asistentes emocionados gritando: «No pasarán » o «Pedro, quédate».

La emoción se apoderó de los ministros. En la calle, se vieron lágrimas en los rostros de varios titulares de carteras como Óscar Puente, Transportes; Pilar Alegría, Educación; Félix Bolaños, Presidencia y Justicia. También el vicepresidente del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, mostraba sus ojos empañados por lágrimas. Aunque la más enérgica, y también emocionada, fue la vicepresidenta primera, María Jesús Montero.

La ministra de Hacienda se subió a los bancos de la calle para que le viesen bien, agradeció las muestras de cariño, levantó el puño a modo de resistencia y se desgañitó. Besó a centenares de personas mientras le gritaban: «Resiste» o «Fuerza». Medio gabinete de Sánchez en la calle, estrechando manos y aplaudiendo a los asistentes en un delirio colectivo con reminiscencias argentinas.