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Uno de los internos de la residencia del padre Ángel permanece ingresado en estado grave después de su enésima caída

El pasado jueves, la Comunidad de Madrid comunicó a los familiares de la residencia Fundación Reina Sofía Alzheimer su intención de rescindir finalmente el contrato firmado con Mensajeros de la Paz, habida cuenta de las numerosas denuncias que se acumulaban sobre la mesa. Sin embargo, lo peor aun podría estar por llegar. «Mi marido lleva ingresado en el hospital desde el pasado lunes y nos han dicho que nos vayamos despidiendo de él porque está muy grave«, relata entre lágrimas Leonor, la mujer de Pedro Llorente, uno de los internos cuyo abandono ya había sido denunciado en Libertad Digital por sus familiares.

El pasado lunes, su hijo recibió una llamada de la residencia gestionada por la ONG del padre Ángel en la que le informaban de que Pedro se había dado un golpe en la nariz y le iban a llevar al hospital. Cuando llegó, los médicos descubrieron que, además de tener la nariz rota, el coágulo que se le había formado en la cabeza por una caída anterior había vuelto a sangrar, lo que le dejaba en una delicada situación por cuanto, debido a su historial, no podían someterle a ningún tipo de operación.

Lo que más le duele a Leonor es que ella misma ya vio venir todo esto hace dos meses. «Temo que me llamen y me digan que se ha matado», lamentaba entonces en declaraciones a este periódico, tras denunciar que su marido había sufrido hasta ocho caídas en un breve periodo de tiempo, «tres, en apenas cinco días», sin que nadie estuviera con él en el momento de los hechos.

La más grave, y la que llevó a ponerse en contacto con LD, le provocó un «golpe terrorífico en el cráneo«, por el que le tuvieron que poner hasta seis grapas en la cabeza. Después de aquello, Pedro tuvo que ser ingresado de nuevo por una grave infección de orina, algo que, según denuncian los familiares, es muy frecuente entre los internos, debido a la falta de higiene y cuidados. Tras hacerle un chequeo completo -TAC incluido-, los médicos descubrieron que, como consecuencia de aquel golpe en la cabeza, Pedro tenía un coágulo, por lo que empezaron a medicarle.

La «negligente» actuación de la residencia

Últimamente, todo parecía controlado, pero la caída de este lunes habría agravado su situación. «Ha pasado una semana y todavía no me han explicado cómo se cayó ni nada de nada. El auxiliar que fue con él en la ambulancia sólo me dijo que estaba en una habitación, pero a día de hoy no tengo ningún tipo de explicación de nadie de la residencia ni de la directora de qué sucedió exactamente», insiste Leonor.

Según denuncia, el trato de Mensajeros de la Paz ha sido «lamentable» y «negligente». No en vano, ella misma -que, cuando se enteró, estaba trabajando en otro municipio de Madrid- llegó antes al hospital que su marido, a pesar de viajar en transporte público. Una de las profesionales que venía con él en la ambulancia fue la primera que le empujó a denunciar lo sucedido. «Me dijo que era una vergüenza, que cuando llegaron llevaba sentado en una silla más de una hora sangrando por la nariz a chorros sin que nadie le hubiera practicado primeros auxilios, porque no había médico ni enfermeras y que eso, con su historial, es peligrosísimo, porque lo primero que tendrían que haber hecho era cortarle la hemorragia», explica entre la rabia y la desesperación.

Las cámaras de seguridad

La dejadez que percibió la sanitaria coincide con lo que los familiares de los residentes llevan meses denunciando a Libertad Digital. No en vano, la propia Leonor pudo comprobar con sus propios ojos el «abandono» al que Mensajeros de la Paz condena a los residentes. Tras el golpe que su marido sufrió en la cabeza el pasado mes de enero -y que derivó en el coágulo por el que hoy se encuentra en estado grave-, ella misma solicitó revisar las cámaras de seguridad. «No tengo palabras para describir lo que vi. Estaba completamente solo deambulando por la unidad. No había nadie al cuidado de ellos. Nadie», lamentaba. De hecho, las auxiliares no se dieron cuenta de que Pedro se había caído hasta mucho tiempo después.

Según su relato, en el vídeo se ve cómo, tras una larga caminata, Pedro va perdiendo la estabilidad y su columna se va inclinando hacia atrás. En ese momento, Leonor asegura que una chica pasa a su lado, pero, lejos de sentarle, «ni le mira». Finalmente, el hombre pierde el equilibro y, al caer, se da en la cabeza «contra una mesa de ruedas de esas que se utilizan en los hospitales» y que, según Leonor, no tenía que haber estado ahí: «Eso es muy peligroso, sobre todo si no hay nadie vigilándoles, y por eso se abrió la cabeza».

Después de un rato, alguien pasa por fin por la zona y, tras percatarse de que Pedro está en el suelo, activa el protocolo de emergencia. «De repente, salieron cinco auxiliares de la parte de dentro. Cinco. ¿Y no hay nadie supervisando? -se preguntaba indignada su mujer-. Yo me quedé impactada, porque, además, la unidad de Pedro es una unidad de pacientes severos«.

La rescisión del contrato

Hoy, a pesar de que los médicos ya le han recomendado que se ponga en lo peor, Leonor reza para que ocurra un milagro. «Sabemos que Pedro tiene una enfermedad degenerativa y que más pronto que tarde se tendrá que ir, pero que se vaya honradamente, no por culpa de una banda de sinvergüenzas que no han cuidado de él», insiste con la voz totalmente quebrada por el dolor.

Precisamente por eso, también espera que la Comunidad de Madrid agilice los trámites todo lo posible para sacar la residencia a concurso cuanto antes y que Mensajeros de la Paz deje de gestionarla de una vez por todas. «Hoy es mi marido, pero mañana puede ser otro», advierte entre lágrimas. Su dolor es indescriptible, máxime porque en casa hay dos menores que también rezan para que su padre salga adelante: «Están sufriendo muchísimo y yo estoy con un cuadro de ansiedad tremendo y la tensión disparada».