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Urdangarín y la extraña familia

Por Alfonso de la Vega.- En un momento decisivo para el rey emérito, que tiene pendiente su deseado regreso a España poniendo fin al exilio al que le han condenado su hijo y su nuera, Urdangarín cambia de pareja y acaso de idea vital. Desde el punto de vista estrictamente personal con su pan se lo coman. Pero dado que son personajes públicos la cosa tiene cierto interés como apólogo con moraleja.

Según los expertos en estas raras materias, la ahora hecha pública sería una relación ya antigua. Con una nueva pareja que parecería una mujer normal, una plebeya aún casada, sin más ambiciones que llevar una vida decente y lo más feliz posible dentro de lo que cabe, que gracias a nuestras autoridades cada vez va siendo menos. Pero ¿por qué sale a la luz precisamente ahora cuando está pendiente el regreso del rey exiliado?

Las fotos reveladoras no fueron hechas por un profesional sino por un turista hace unas semanas. Cuando se dio cuenta de su posible valor empezó la negociación para su venta. Los compradores habituales, que en este tipo de casos compran aunque sea para no ser publicadas sino para guardarlas en un cajón, quitarlas de la circulación y hacer méritos, esta vez se desentendieron. ¿Por qué? Al final, fueron adquiridas por un precio de rebajas: en el mundillo se habla de 3.000 euros; y publicadas sin mayores remordimientos ni precauciones. Para el que no crea en casualidades detrás pudiera haber un intento consensuado de presionar al Emérito para que retrasase su regreso o aceptase ser retenido en Portugal.

Ainhoa e Iñaki paseando su relación extramatrimonial.

Según parecen indicar las últimas novedades, tras su paso por la cárcel, Urdangarín habría reflexionado sobre su peripecia vital. Sic transit gloria mundi. Una aventura arriesgada. Lo que muchos estimaban un espectacular braguetazo, y otros menos un paso muy peligroso como es relacionarse con los Borbones, ha acabado bastante mal para él. Ha tenido que cargar con el mochuelo y las culpas de unos y de otras, además de la suya personal propia. En su momento, se acordó lo que podía o no hacerse, y los límites de la Justicia que, recordemos la Constitución, se administra en nombre del rey: padre y hermano respectivamente de alguno de los acusados que resultarían indemnes.

Una sentencia peculiar en la que también se fueron de rositas los políticos con ganas de hacer méritos, agradaores y alabanciosos que regalaban el dinero público que “no es de nadie”, pero oportunamente sustraído al indefenso súbdito contribuyente. Una muestra muy didáctica de lo que da de sí el real Régimen del 78 en su relación con las instituciones y el pueblo soberano.

Claro que peor acabó lady Di.

Una vez aprendida la lección de lo problemático, si no traumático, de relacionarse con las malas compañías y la necesidad de un buen propósito de enmienda, le deseamos lo mejor al apuesto mocetón vasco exjugador del Barsa.

*Ingeniero agrónomo y escritor

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