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Vota PSOE y corre

Hay muchas preguntas que formularse antes de votar, por supuesto sin necesidad de una jornada de reflexión. Aunque, bien visto, quizá no sean tantas, a la luz de unos cuantos indicios que pueden ayudar mucho en la decisión.

Advirtiendo de que la velocidad de los acontecimientos puede precipitar escenarios, como parece estar sucediendo, el panorama quedaría resumido en tres impresiones.

El PP ha hecho campaña para captar socialistas descontentos. Hay muchos españoles descontentos con el socialismo pero no sé si son tantos los socialistas descontentos con su partido o avergonzados de sí mismos. Siempre he creído que lo del sanchismo, que exculpa a los no sanchistas (pero igual de socialistas), perjudica a los candidatos del PP que pretenden sucederles: ¿por qué iban a dejar de votar a Lambán, Page, Vara o Puig los socialistas incómodos con Sánchez? Según el PP, no son sanchistas, así que quedan exculpados. En todos esos lugares, donde tanta falta hace un cambio, recuerden que no hay sanchismo, que lo que hay es socialismo clientelar como el de siempre. ¿La alternativa es que salgan los mismos y digan que no son sanchistas?

A ver si el votante logra enmendar el error del político. Lambán, Page, Vara y Puig votan lo que vota Sánchez. Ningún diputado de esos territorios no sanchistas le ha llevado la contraria en el Congreso de los Diputados, que es donde se sostiene Pedro Sánchez con los votos. En Madrid las cosas están mucho más claras, desde luego. Queda ver qué PP sale de mayo porque es el que tiene la misión de llevar a Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa en seis meses.

Vox ha hecho campaña anti-PP y contra los medios de comunicación que han pasado libremente del elogio a la crítica. Dicen los de Abascal que no, que no se cambia de opinión así por nada. Que todo tiene precio. Que los medios se pueden comprar, o sea que se venden casi como los votos del PSOE. Ellos saben de medios porque tienen, así que ellos sabrán. Y dicen, sobre todo, que el PP y la izquierda vienen a ser lo mismo. ¿Lo piensan de veras? Creo, más bien, que Vox ha hecho campaña anti-Vox y que en Madrid se presenta como la piedra en el zapato del PP, muleta involuntaria —qué error— de la izquierda que les quiere encarcelar, que les persigue y que ya les levanta la mano. Se busca cordura…

La tercera idea es la que más ha cuajado en las últimas horas como argumento de voto: el PSOE ha hecho todo lo posible para que sus papeletas estén dentro de las urnas. Pero todo. Y ha protagonizado un final de campaña de juzgado de guardia. Literalmente. Compra de votos, manipulación de censos, secuestros, agresiones…

Lo más escandaloso y que, suponemos, traerá más recorrido, es La Garbancita electoral, ese mercadito de proximidad donde se pueden encontrar votos frescos pero algo subiditos de precio: a 200 euros el ejemplar. Parece precio estándar, quizá fijado por manía de la izquierda hasta con eso. Ha sucedido, de momento, en Melilla, en Mojácar (Almería), en Albudeite (Murcia) o en La Gomera. Pero también ha salido a la luz una Marcha Verde electoral en Níjar (Almería) o en Orihuela del Tremedal (Teruel)… donde la especie votante foránea se reproduce por generación espontánea y con el único objetivo de votar, presumiblemente al PSOE dada la filiación de los anfitriones que los han alojado.

Incluso vuelve a la actualidad un secuestro sucedido en Maracena (Granada) en el que una exconcejala de urbanismo acabó en el maletero de un coche tras ser secuestrada a punta de pistola. Pues ahora el número dos del PSOE de Andalucía, Noel López, ha sido imputado como inductor. Siguiendo en el terreno violento, otro número dos del PSOE, este de Santa Cruz de Tenerife, llega a las portadas del cierre de campaña como presunto partepiernas tras una pelea en un campo de fútbol donde andaba grabando presumiblemente el mal estado de los vestuarios.

Añadamos los guateques del Tito Berni y no olvidemos nunca los ERE, Mercasevilla, la FAFFE o Invercaria, versiones modernas de los clásicos populares de Filesa, Malesa, Time Export, BOE, Cruz Roja, Roldán… Si es que lo de Juan Guerra ya resulta hasta entrañable al lado de tanto mangoneo. Y siempre burdeles, y siempre farlopa. Y a veces palizas… Demasiada porquería, aireada además por los gigantescos ventiladores de Forestalia, motores de una corrupción arraigada y, según parece, de lo más sostenible.

Pero que conste que el partido corrupto oficial es y será siempre el PP. Este jueves previo a las elecciones, Ione Belarra e Irene Montero han hecho méritos para figurar en los carteles del Cirque du Soleil perpetrando piruetas imposibles para no decir «PSOE». La de Galapagar ha lamentado la corrupción «allí donde gobierna el PP, allí donde todavía hay bipartidismo». La de las camisetas castristas de repudio, lo mismo: «Habréis oído esto de la compra de votos (…) demuestra que este espacio político sigue siendo la única alternativa posible al bipartidismo, compañeros y compañeras». Pobres, ya no saben si heredan, vuelven al paro o a la revolución.

Lo cierto, e históricamente innegable, es que el PSOE, sobre todo el frentepopulista como el que padecemos, no se lleva demasiado bien con la limpieza electoral. Febrero de 1936 es una referencia clara. Este punto, el de la compra de votos y manejos de censo, es el que, inesperadamente, podría resultar más determinante en los resultados del domingo. Ni PP ni Vox lo esperaban. Y es muy importante porque refleja la desesperación del PSOE ante la fragilidad disfrazada de victoria, de Falcon, de paseíllo chulesco. Pedro Sánchez nunca habría sido presidente sin la ayuda de Podemos, ERC, Bildu… Pedro Sánchez no es un activo electoral y su debilidad necesita demasiados suplementos.

«Los votantes no lloran, los votantes facturan«, diría Shakira despechada si prestara su cintura libanesa para danzar en la fiesta de clausura socialista. Y encima, a fin de mes. El eslogan de campaña lo podría firmar el mismísimo Woody Allen y proyectarlo en el cielo de la nublada noche de reflexión: «Toma el dinero y corre».

Una última impresión: la secuencia caciquil, descarnada, protagonizada por el PSOE no se va a quedar sin respuesta. Por extraña que parezca, de momento es cierta a no ser que los rusos nos estén usando como laboratorio de Inteligencia Artificial. Pedro Sánchez, cabizbajo pero iracundo, ya ha acusado al PP de «embarrar la campaña«.

Ante cualquier duda, como siempre, lo más útil es preguntarse qué estaría haciendo el PSOE en este momento si la mitad de la mitad de lo sucedido fuera obra del PP.

Cuidado, quedan horas que pueden ser eternas.

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