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Vox regala a Sánchez una gran victoria: 201 votos en contra de la moción de censura

El presidente del Gobierno aprovecha la oportunidad y hace la pinza junto con Abascal al PP.

Fiasco de Vox que, no por anunciado, deja de ser menos sonoro. Con el público puesto en pie, Pedro Sánchez recibía una gran ovación tras su discurso final. Salía victorioso así de una moción de censura que no ha movido un ápice de la política española, pero que ha permitido al presidente del Gobierno ganar tiempo y opacar los diversos escándalos políticos que le acechan.

El pedestal a la vanagloria ha sido puesto por el mismo Vox, que ha dado pie a un despliegue de cesarismo presidencial con la propia edad como asunto de fondo. De azul eléctrico, Pedro Sánchez centraba todas sus intervenciones en presentar como vetustas, antiguas y fracasadas las propuestas de Ramón Tamames, el heterodoxo candidato, cuyos senatoriales 89 años contrastaban con un Sánchez sobrado de cinismo juvenil.

Se trataba, en última instancia, de una maniobra de Vox cuyo principal objetivo era poner en apuros al Partido Popular, rival del partido de Santiago Abascal en las próximas elecciones, y partido que ha mostrado una clara y rotunda hegemonía en la derecha durante los anteriores comicios autonómicos.

Comenzaba así la campaña electoral para las próximas elecciones de mayo, con la sede de la soberanía nacional, el Congreso de los Diputados, como rehén de discursos partidistas, redundantes, destinados a la galería televisiva.

“Un mitin espurio”, tal y como lo ha resumido el propio Tamames. La segunda jornada de la moción de censura, en la que el propio candidato se ha mostrado incómodo y con voluntad de terminar con el trámite, ha estado marcada por un discurso de perfil bajo de Cuca Gamarra, la portavoz popular, que se ha desmarcado del esperpento.

Gamarra ha cargado contra Vox por presentar una moción de censura abocada al fracaso: «A Sánchez le han regalado una cortina de humo para tapar sus escándalos por unos días», ha dicho la portavoz popular.

Se trata, ha dicho Gamarra, de un «inexplicable regalo al Gobierno», que le permite aparentar «una unidad que no tiene». «Discrepamos del cuándo, del cómo y del quién», ha dicho la popular, que ha defendido que su partido tiene «su propio camino», frente a mociones de censura que se usan como «herramienta de promoción personal» para colocar «relatos prefabricados».

Gamarra ha justificado la abstención del PP por respeto al propio Tamames aunque, ha dicho, ni es su proyecto, ni su candidato.

A continuación, Patxi López ha acusado al economista Ramón Tamames de no representar la Transición con su papel en la moción de censura por estar «endulzando el veneno» de Vox, un partido que asegura que es «una enmienda a la totalidad a estos más de 40 años de democracia».

En una hiperventilada intervención, ha proliferado el lenguaje guerracivilista que Tamames ha repudiado pero que interesa por igual a PSOE y Vox que, cada uno por su lado, tratan de resucitar los fantasmas de la historia de España para sus propios intereses.

El atrabiliario debate a posteriori, en la ronda de réplicas de los distintos grupos parlamentarios, ha dejado más imágenes de bochorno político, como la de Abascal aclarando su postura sobre las mujeres: “Yo quiero y necesito a todas”, o Tamames enfrascándose en un debate con el PNV sobre el nacionalismo vasco.

Este ambiente ha permitido a Sánchez regresar, tras ausentarse durante toda la segunda ronda de réplicas, con un renovado aire presidencial.

La jugada le ha salido redonda a los estrategas monclovitas, que han aprovechado la situación para impulsar la candidatura de Yolanda Díaz, y relanzar un “podemismo amable” que los socialistas consideran esencial para tener alguna opción en las próximas elecciones.