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Vox se suma al linchamiento que sufre su coordinador en Mijas (Málaga) por denunciar la presencia de menores en el orgullo gay

Alberto González y Santiago Abascal.

Vox, disidencia controlada de manual. Vox, el perfecto engañabobos de la “derecha” española. Vox, una estafa ideológica, una impostura moral… Que se lo pregunten sino a su coordinador en la localidad malagueña de Mijas, Alberto González, a quien le ha tocado conocer la verdadera cara del partido de Abascal.

Su ‘delito’ no ha sido otro que denunciar la ilegal bandera LGTBI desplegada en el balcón del ayuntamiento de Mijas, contradiciendo la sentencia del Tribunal Supremo, así como  la presencia de menores de edad en un acto institucional del orgullo gay. ¿Imaginan ustedes a esos menores participando junto a sus padres en un acto de exaltación del franquismo levantando el brazo? ¿Imaginan lo que diría la izquierda?

La respuesta es obvia: se trataría de un escándalo de dimensión planetaria y no nos sería difícil imaginar a toda la progresía española, la mediática y la política, poniendo el grito en el cielo por la manipulación de los pobres niños.

Pues bien, Alberto González, coordinador de Vox Mijas, un hombre corajudo y uno de los pocos cargos de Vox Málaga a la altura de los principios que el partido decía defender, tuvo el atrevimiento de denunciar la presencia de menores en un acto institucional vinculado a un evento homosexista. ¿Y qué creen que ha hecho el partido de la derechita valiente? Dejar a González con el culo al aire (en día tan señalado como el del orgullo gay, cuando menos, es una curiosa coincidencia) y aliarse con la izquierda en el linchamiento del que está siendo objeto el líder de Vox en el municipio costasoleño.

La Gestora de Vox Málaga ha puesto a los pies de los leones a su afiliado y cargo orgánico. Siempre hemos dicho que Vox es una escombrera de partido, un asco vomitivo, una estafa política, todos a colocarse y a medrar.

Alberto González, unos empresario de éxito, pero sobre todo, un hombre juicioso y un patriota cabal y valiente, está sufriendo en carne propia el ‘fuego amigo’. Ser coherente y tener ideales hace tiempo que dejaron de cotizarse en Vox. Un partido tan cobarde como el de Abascal no puede permitirse tener dentro a un dirigente que se niega a ser un mamavergas, que dice lo que piensa y cree en lo que dice. Y si eso que piensa y dice choca de bruces con los postulados ideológicos de la mafia progresista, entonces pasa a convertirse en un enemigo a batir.

Alberto González se afilió a Vox porque estaba convencido de que este partido contribuiría a mejorar la vida de los españoles y defendería sin complejos los supremos ideales del humanismo cristiano. Se equivocó. Entre él y el orgullo gay, la pestilente gestora ha dictado sentencia en su contra. Tan es así que la noticia de su laminación política se filtró desde la misma dirección provincial.

La gente decente de Vox Málaga tiene al enemigo dentro. El peor enemigo de Vox Málaga son sus deplorables dirigentes.