Inicio Actualidad Yolanda Díaz y el retorno del marxismo en Podemos – Fundación Disenso

Yolanda Díaz y el retorno del marxismo en Podemos – Fundación Disenso

El populismo siempre fue una estrategia, una táctica para encubrir las verdaderas referencias de todo este grupo de políticos, que no son más que el marxismo más rancio y trasnochado

Podemos lo ha vuelto a hacer. Tras una fase inicial (2014-2017) marcada por el desarrollo de la hipótesis populista que teorizaron Ernesto Laclau y Chantal Mouffe y que, de alguna manera y con otras banderas sigue presente en la formación de Íñigo Errejón, Podemos decidió replegarse y retornar a las raíces de aquello que había sido y que, de forma consciente, había ocultado a la sociedad española: la nueva mutación del marxismo en una democracia occidental.

La crisis de expectativas que sufre la formación morada y que provocó la salida de su carismático fundador y secretario general, Pablo Iglesias, ha puesto al frente a un grupo de mujeres entre las cuales destaca la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Ésta, en el prólogo que ha realizado a la nueva edición del Manifiesto comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, ha revelado aquello que algunos intuíamos y defendíamos hace tiempo: que el populismo siempre fue una estrategia, una táctica para encubrir las verdaderas referencias de todo este grupo de políticos, que no son más que el marxismo más rancio y trasnochado.

Con la expresión tradicional gallega (“mover os marcos”) Díaz revela, aunque ella misma no sea consciente, que por mucho que algunos marxistas ortodoxos descalifiquen a Podemos como “traidor a la clase obrera” o le acusen de artefacto político posmoderno, en el fondo su referente intelectual a la hora de concebir la política es el mismo.

Para todos ellos la política sería un juego de suma cero donde los individuos no juegan ningún papel. Por supuesto, en ningún momento se contempla de manera positiva el marco del Estado liberal-democrático que garantiza la protección de nuestros derechos como individuos, sino que éstos se colectivizan, ya sea bajo la bandera de la “clase obrera” o bajo otro tipo de categorizaciones que hoy son tildadas como posmodernas (y que suelen hacer referencia a las identidades de género o de raza).

En el fondo, en el texto que ha escrito Yolanda Díaz, Marx, Engels y su manifiesto aparecen dulcificados con expresiones como que dicho escrito es una “carta abierta a la humanidad y a las clases trabajadoras” o que nos encontramos ante un “texto fraternal”, un “libro mágico e inagotable, nacido para perdurar”.

Sin embargo, el fragmento más surrealista (y que, en el fondo, denota el intento de blanquear tanto al genio de Tréveris como a las consecuencias políticas en forma de dictaduras y millones de muertos que trajo dicho texto) es cuando afirma que el concepto de dictadura del proletariado no se corresponde “con el sustrato exacto de sus tesis”.

El intento de Díaz de limpiar las consecuencias que los regímenes comunistas han tenido para los países que los han sufrido (y sobre los cuáles autores que van desde los liberales Anne Applebaum y Frank Driköter a los conservadores Richard Pipes, Robert Service, Robert Conquest o Karl Schlögel han escrito numerosos libros de una inmensa valía y con un respaldo documental absolutamente inatacable) desea, pero, celebrar el centenario del nacimiento del Partido Comunista de España, producido en octubre de 1921.

Este intento, que también ha desarrollado Pablo Iglesias en su primera colaboración como tertuliano en la Cadena Ser, de legitimarse entroncando con la trayectoria de un PCE posibilista en la época de la Transición supone un falseamiento de la trayectoria del partido morado pues Podemos surgió de una revuelta de los jóvenes (y otros no tan jóvenes como Xosé Manuel Beiras, con el que Yolanda Díaz colaboró activamente durante un tiempo en Anova) contra los viejos mandos de un PCE que se encontraba plácidamente instalado en la democracia española como partido a la izquierda del PSOE.

Es decir que aquellos, como Iglesias o Díaz, reivindican la trayectoria posibilista y los compromisos democráticos del PCE en la Transición (arma utilizada para descalificar a los partidos “de derechas”) son los mismos que, desde dentro, trataron de liquidar a ese mismo partido con la fundación y el auge de Podemos.

En definitiva y tal y como escribió el profesor Álvarez Tardío, Podemos supone el enésimo intento de rescatar el marxismo y su concepción dicotómica y antagónica de la política. Un marxismo condenado a revivir cíclicamente pero incompatible con un régimen liberal-democrático.