Inicio Actualidad Zemmour, a los periodistas: ‘El pueblo está contra vosotros… y tiene razón’

Zemmour, a los periodistas: ‘El pueblo está contra vosotros… y tiene razón’

Un lustro atrás, el entonces candidato Donald Trump comprobó que, para asombro de todos y muy especialmente de los interesados, meterse con los periodistas no solo no es ya ese ‘tercer raíl’ que producía la inmediata muerte política a quien lo tocara, sino que en realidad puede ser una posición bastante popular. Pero lo del americano era amor del bueno y pura armonía comparado con el fuego graneado con el que el candidato francés Éric Zemmour piensa responder a sus otrora colegas, a quienes felicitó de este modo el Año Nuevo.

«Señoras y señores periodistas:

Dentro de un año, os invitaré al Elíseo y nuestras relaciones ya no serán las mismas. Os dirigiréis a mí con respeto, admiración, solicitud e incluso un poco de hipocresía, como hacéis siempre con los presidentes.

Y a pesar del agudo sentido que tendré de lo serio de mi elevadísimo deber, os responderé con una simpatía que contraste llamativamente con el estilo de mi predecesor, ese ilustre dolor de cabeza […] Sin embargo, ay, siendo como es la naturaleza solitaria del poder, yo seré presidente y vosotros, no. Tendré que poner entre vosotros y yo una distancia necesaria, de modo diréis de mí que soy «presidencial».

Ya veremos. Puedo ser un Gaullist, pero prometo ser lo menos jupiterino posible y pondré fin a la costumbre de que el presidente responda del modo más vacío a vuestras preguntas inanes. Dialogaremos, debatiremos y ya no será la ideología la que tenga la última palabra, sino Francia […]. Hace apenas seis meses, yo aún era uno de vosotros. Podéis haberme motejado de polemista de extrema derecha, pero yo era vuestro colega. Podéis haber asegurado que ofrecerme para la más alta magistratura era un farol dirigido a vender mi último libro, un breve relámpago bueno solo para un ciclo informativo.

Intentasteis convenceros de que era solo un provocador. No obstante, yo fui vuestro compañero. Sí, ayer mismo era uno de vosotros. Por supuesto, era distinto, y ello por tres razones.

En primer lugar, era de derechas. El 99% de vosotros, en cambio, apoyaba a François Hollande con uñas y dientes, y ahora el 99% de vosotros apoya a Emmanuel Macron. En segundo lugar, hablo y escribo en francés. Vuestra lengua vernácula es la corrección política. Por último, soy popular.

He sido el más controvertido entre vosotros, sí, pero también el más aplaudido. En cambio, vosotros no erais ni controvertidos ni aplaudidos. A menudo me habéis presentado como el hombre más odiado de Francia, cuando, en realidad, vosotros habéis sido siempre los hombres y mujeres más impopulares de Francia.

Pero, ¿quién no os ama? El pueblo, mis queridos amigos. Porque el pueblo recuerda su sentido común y su claridad de ideas. El pueblo está contra vosotros. Y, afortunadamente, tiene razón al estar contra vosotros.

La gente está furiosa. Dicen muchas cosas malas de vosotros, de todos vosotros. Durante los seis últimos meses me he recorrido Francia de punta a punta. Discuto de todo con todo el mundo que me encuentro. Y os aseguro que ni una sola vez, ni por carambola, un solo francés me ha dicho: «Venga, hombre, deja de decir cosas malas de los periodistas, me gustan los periodistas».

No, no se os quiere, mis buenos amigos […] Pero la pregunta es, ¿lo merecéis? ¿Sois responsables de la terrible fama que tenéis entre vuestro compatriotas? ¿Sois culpables de los cargos de los que se os acusa en el tribunal de la opinión pública?

Si tengo que ser objetivo, la respuesta debe ser que no. Porque yo sé. Sé con qué tenéis que vivir. Por entiendo vuestra situación. Y de todos los candidatos, soy indisputablemente el que os conoce mejor. Soy consciente de que algunos de vosotros os veríais en un buen lío con vuestros jefes si osarais cubrir mi campaña con imparcialidad o, peor, decir cosas buenas de mí. He vivido entre miradas desagradables y gélidos apretones de mano. Lo mismo sucederá con cualquiera que ose no calificarme con el manual de expresiones habituales: «controvertido, extremista, de extrema derecha». Conozco la presión a la que estáis sometidos. Desde la facultad de Periodismo a los estudios de televisión, es la presión de una ideología que hará cualquier cosa por imponer sus dogmas. Sé cómo va. Me llevó años liberarme.

Sé lo fácil que es usar las posturas de vuestros colegas, por miedo a la originalidad, por miedo a pensar por vosotros mismos, por miedo a ser marginados. ¿De dónde viene esta tendencia ovina a copiaros unos a otros? Como decía Régis Debray: «¿Qué es un periodista? El que lee a otros periodistas».