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A los asaltos violentos se sumó en La Loma una banda que hace “cuentos del tío” para robar

En su casa del barrio La Loma, Carlota Bernasconi relata cómo fueron los pasos que utilizó una pareja de delincuentes para despojarla de dinero en efectivo, luego de engañarla con una llamada telefónica en la que se hicieron pasar por una familiar.

El de la docente jubilada no es el único caso de “cuento del tío” ocurrido en la zona, pero sí el más reciente.

“Después de lo que pasó, hablando con los vecinos me enteré de que a otras dos señoras de por aquí les pasó lo mismo unas semanas antes”, explicó Bernasconi a este medio. Es que, como característica principal de cada hecho, sorprende la cantidad y calidad de la información que tenían los estafadores de las personas apuntadas.

Como se dijo, el inicio de la “operación” fue un llamado al teléfono fijo de la mujer. Lo extraño, destacó, es que “no figuro en la guía con mi apellido”.

Era un miércoles como cualquier otro. “Me llamaron sabiendo datos míos precisos y haciéndose pasar por mi hija, de quien también me dieron información certera”, sostuvo la damnificada.

“La muchacha que llamó me dijo que juntara todo el dinero en efectivo que tuviese en la casa porque había que cambiarlo urgente o iba a perder su valor”, señaló.

Prometían que la maniobra iba a ser muy simple: un conocido de “extrema confianza” pasaría por el inmueble de 40 entre 25 y 26 a retirar los billetes.

Sólo había que entregárselos y esperar a que volviera con la nueva denominación.

A pesar de calificarse como desconfiada, por las referencias directas a integrantes de su familia o la forma en que habló su interlocutora, Carlota aceptó el mensaje.

El cómplice “vino enseguida”. La víctima lo describió “de contextura más bien grande, de entre 40 y 50 años, muy bien vestido”. Llevaba “pantalones blancos y una camiseta clara”, agregó.

Todavía con un poco de resquemor, Carlota le dio todo el dinero que había podido reunir, unos 35 mil pesos que tenía juntados para pagar una sucesión.

Cuando los tuvo en sus manos, el ladrón volvió sobre sus pasos para retirarse cuanto antes.

Antes de verlo marchar, Bernasconi alcanzó a preguntarle, “¿cuándo me lo devuelven?”. No sin algo de cinismo, el sujeto le contestó: “Dentro de un rato, lo cambio y ya te lo traigo”.

Esa fue la última vez que lo vio.

“Esta vez me engañaron”

No tardó mucho en darse cuenta de que algo no estaba bien. Unos minutos después de que el individuo se fue, Carlota empezó a darle vueltas al asunto. “Intenté comunicarme con mis hijos, pero el teléfono ya no andaba”, aclaró.

Cuando por fin pudo contactarlos, ya era tarde.

“Me pasó muchas veces de recibir llamados en el medio de la noche donde me decían en tono lastimero ‘abuela, ayuda’, y yo les cortaba rápido y seguía durmiendo. Pero esta vez fue diferente”, lamentó.