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Alerta mayores: ahora le tocó un robo violento a una jubilada en Barrio Norte

La maniobra duró apenas segundos y fue muy violenta. A los delincuentes no les importó la hora ni el hecho de que todo ocurriera en inmediaciones de la sede del Servicio Penitenciario Bonaerense (6 entre 34 y 35).

La víctima, una jubilada de 67 años, no los vio ni los escuchó acercarse, a pesar de que se trasladaban en una moto de alta cilindrada. Al conocerse la noticia del asalto, en el barrio se pusieron en alerta al recordar otros episodios que tuvieron como objetivo de los ladrones a personas mayores.

El robo en cuestión tuvo lugar en Barrio Norte el lunes, minutos antes de las 17. La damnificada, todavía golpeada anímicamente por el suceso, prefirió no identificarse ni revelar la dirección exacta del ataque.

No obstante, aportó un video con la secuencia que sumó también a la denuncia radicada en la comisaría segunda.

Según lo referido por la mujer a este diario, los ladrones la sorprendieron mientras buscaba la llave para abrir la puerta de su casa. Había bajado de un remís y, antes de acercarse al domicilio, miró “para ambos lados de la calle, como hacemos siempre con mi marido, para evitar estas cosas”, explicó.

La cuadra estaba vacía. Entonces, con el manojo en mano, se disponía a accionar la cerradura. En ese mismo instante, escuchó una voz que le gritó algo que no pudo interpretar.

Al principio creyó que se trataba de uno de sus hijos. Rápidamente desechó la idea: el sujeto que se le acercó a la carrera portaba un arma en su mano derecha y tenía el rostro cubierto con una gorra y la capucha del buzo.

“¡Dame la cartera!”, le ordenó el desconocido. Entre tanto, su cómplice -con un casco puesto- le cerró el paso con el rodado.

La reacción de la víctima no fue la esperada por los asaltantes. Apretó el bolso contra su cuerpo y le respondió a viva voz “¡No!”.

“Lo vi tan joven y flaquito que la verdad es que no me dio tanto miedo al principio. No lo pensé”, detalló. Tras esa respuesta, comenzó un forcejeo entre la damnificada y el malviviente. Ella no estaba dispuesta a ceder y él debió entenderlo así, porque levantó la pistola que llevaba consigo y le apuntó al cuerpo.

La nueva amenaza surtió efecto y la mujer bajó la guardia, permitiendo que de un tirón y tras un golpe le arrancasen la cartera.

La fuerza de la sacudida la arrojó al suelo y los dos motochorros escaparon a toda velocidad. Como pudo, la jubilada se reincorporó y llamó a gritos a su marido, que salió enseguida de la casa.

“Salieron de la nada”

“Escuché que me llamaba y me fui para la puerta. Asustada, me contó todo como pudo”, le manifestó a EL DIA el esposo. “Por suerte las lesiones fueron leves, pero estaba muy nerviosa”, agregó.

Entre las cosas que le robaron había documentos, dinero en efectivo, tarjetas de crédito y débito y el celular. Este último, señalaron, es la pérdida “más importante”, ya que ahí guardaban “fotos de mis hijos y mis nietos”.

El día posterior al incidente, a la damnificada le dolían “las piernas y los brazos”. Es que “en el momento no sentís nada, al día siguiente te duele todo. Me temblaba todo el cuerpo, después te ponés a pensar que la sacaste barata, me podían haber pegado un tiro”, indicó.

Sobre el hecho, sostuvo que “fue extraño, porque yo me bajé del auto, miré para los dos lados y no vi a nadie, no sentí ruido de moto. Salieron de la nada”. Y añadió: “No sé para dónde se fueron, porque estaba shockeada, solo quería entrar a mi casa”.

Asimismo, recordó que a su hija “hace un año le pasó lo mismo”. Un ataque a un matrimonio de jubilados en Los Porteños tuvo un desenlace trágico: para la familia, los golpes lo debilitaron tanto a Joaquín Da Costa (81) que unos días después sufrió un ACV y murió en el Hospital Español. En el mismo hospital estuvo internado por diez días otro jubilado, tras un violento asalto en su casa, situada en 4 y 34, en agosto de 2018.