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Alimentando al mundo: el frigorífico de Gorina es el Nº 1 en exportación

Por: CARLOS ALTAVISTA

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Esta historia empezó a escribirse en Palma de Mallorca, España, hacia 1920. Y los primeros capítulos los escribió Juan Riusech, carnicero mallorquín de apellido catalán. Su hijo, Carlos Alberto Riusech, ejerció el mismo oficio en la Buenos Aires de los ‘50; en 1964 se expandió a la faena y a la distribución local en la Capital y el Gran Buenos Aires, zona donde luego creó una pequeña red de carnicerías barriales. Los nietos de Juan, Carlos Alberto II y su hermano Roberto, en 1997 entraron en puntas de pie al Frigorífico Gorina y en el ‘99 se convirtieron en los mayores accionistas: en 2016 y 2017 la compañía fue la primera exportadora del país de carnes enfriadas y congeladas.

Invertir en los años duros (o pensar a largo plazo); convicción y arraigo con lo que uno hace; un equipo unido y casi inalterable a través del tiempo, y una apuesta permanente por la calidad y la innovación, son los ingredientes principales de la receta que llevó a Gorina a la cúspide. Lo dice Carlos Riusech (58), contador público (UBA) y CEO del frigorífico, en una sala de reuniones de las instalaciones que se levantan en 501 entre 156 y 157, acompañado por el presidente de la firma, Claudio Rodríguez, y por su hijo, Carlos Alberto III, master en finanzas que, junto con su hermana Mariela, representa la cuarta generación de la familia Riusech dedicada a la industria de la carne.

Inversión productiva

“La inversión debe ser permanente”, disparó el accionista y gerente, también vicepresidente del Consorcio de Exportadores ABC, cámara empresarial que nuclea a más del 90% de la industria exportadora del país.

A metros de allí, en la despostada con tecnología de última generación que se construyó hace menos de 5 años, el viernes a la mañana trabajaban 250 operarios. Ellos representan poquito más del 30% de los empleados de Gorina -nada menos que 800- y son los que cada día despostan 4.500 cuartos de res tras el faenado de 1.350 cabezas de ganado. “Todo en un solo turno de 8 horas”, subrayó Carlos Riusech.

“Cuando salía de la escuela, muchas veces acompañaba a mi papá al trabajo. Aprendí sobre esto desde chico”, comentó Carlos, quien durante sus estudios universitarios (1978-1982) ya trabajaba con su padre. Junto con él y su hermano Roberto, en 1997 adquirieron una parte minoritaria del frigorífico platense construido en los ‘60. “Nuestra vocación era tener una planta propia. Así, en enero de 1999 pasamos a ser dueños de la mayoría del paquete accionario y, por ende, a administrar la empresa. Desde entonces, Gorina duplicó su volumen de faena y multiplicó por diez la elaboración de despostada”, puntualizó.

“Desde un comienzo -añadió-, pusimos el mayor esfuerzo en lograr y mantener un elevado estándar sanitario, a la altura de los mercados más exigentes, así como en armonizar los niveles de producción, lo cual logramos en alguna medida hace tres años” merced a una fuerte inversión. Lo explicó: “La producción frigorífica suele caer en un embudo, pues se faena una cantidad pero se puede despostar menos, congelar menos aún, y la capacidad de almacenaje es menor todavía. Aquí modernizamos todos los sectores para tener un flujo permanente, de modo que podemos despostar, congelar y almacenar todo lo que faenamos: en torno a 27 mil cabezas mensuales”.

En las primeras posiciones del ranking de exportación de carnes durante los últimos años, Gorina fue, como se dijo, el primer exportador de Argentina de carnes enfriadas y congeladas en 2016 y 2017, año en que recibió el 1º Gran Premio a la Exportación otorgado por Prensa Económica con el auspicio del Ministerio de la Producción y el Ministerio de Relaciones Exteriores.

El año pasado, el país exportó alrededor de 550 mil toneladas de carne bovina, y el Frigorífico Gorina unas 47.500 toneladas de producto terminado, lo que representa alrededor de 71.250 toneladas de res con hueso: una participación superior al 13% en la exportación argentina.

Apostar fuerte

Con la Unión Europea, China, Chile, Israel y Rusia como principales mercados, Gorina superó todas las crisis. Es que siempre apostó fuerte.

“Desde hace muchos años la política de la compañía ha sido trabajar por encima del 90% de nuestra capacidad instalada. El año pasado, pese a trabajar al límite, volvimos a crecer”, resaltó Carlos Riusech, quien marcó como puntos más críticos el 2001 (a nivel general y por el cierre de mercados a raíz de la aftosa), el 2006 (por las restricciones a la exportación de carne en favor del mercado interno) y el 2008 (por la crisis financiera mundial que complicó y mucho la cobranza a los clientes).

El año pasado el país exportó 550 mil toneladas de carne bovina, 13% de la cual salió de Gorina

A la hora de caracterizar los mercados, dijo que “Europa es precio y calidad; China, volumen (el 50% de la exportación argentina tiene ese destino); Chile e Israel son mercados con presencia continua y buen cumplimiento, y Rusia, aunque con algunas intermitencias, es muy importante. Ahora hay una agenda con dos ejes principales. Uno es la competitividad y otro la apertura y ampliación de mercados”, apuntó, y enumeró la firma de nuevos protocolos con el gigante asiático para exportar carne enfriada y con hueso, la apertura del mercado estadounidense y canadiense (en su etapa inicial) y el aún no concretado acuerdo Unión Europea (UE) – Mercosur.

“Los envíos a la UE se componen en su mayoría de Cuota Hilton -cortes especiales-. Es muy tradicional el Rump and loin, que se compone de bife angosto (50%), lomo (20%) y cuadril (30%). En la actualidad el precio está algo deprimido y se comercializa en alrededor de U$S 11 el kilo del set con los tres cortes”, explicó Carlos. ¿Cuánto cuesta un kilo de lomo “en mostrador” en Europa? “Difiere según el país, pero, en promedio, el equivalente a unos U$S 40”.

¿Fuerte crecimiento de la exportación no choca con caída del consumo interno? “Exportación y consumo son complementarios. El consumo de proteínas en el país, muy difícil de superar, se mantiene en alrededor de 120 kilogramos por habitante por año. Hoy se compone de un 50% de carne bovina y 50% de carne aviar y porcina. El consumo de carne bovina, 56 kilogramos por habitante por año, es uno de los más altos del mundo; sólo Uruguay, tal vez, alcance registros similares”, apuntó.

En la planta, observando la impactante área de desposte y las cajas de distintos colores según el destino (blanca y roja para Chile, negra para Europa, blanca y celeste para Israel, color madera para China y el mercado local), el joven Carlos Alberto explicó que existe la faena kosher o ritual para la carne con destino a Israel o la comunidad judía de otros países. Van rabinos contratados por importadores a controlar, sobre todo, que el animal sea degollado y no cortado de arriba a abajo. Desde Gorina, a todo el mundo.

es el precio del kilo de lomo al consumidor en Europa, aproximadamente.

toneladas de producto terminado exportó Gorina durante 2018: alrededor de 71.250 toneladas equivalente a res con hueso, lo que arroja una participación superior al 13% de la exportación argentina.

cabezas de ganado por día es la capacidad de faena. Capacidad de desposte: 4.500 cuartos por día. Todo en un solo turno.