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Del “justiciero” a las víctimas: los “glovers” denuncian que viven en guerra con el delito

“Se sabía que esto iba a pasar, porque hay mucha presión en la calle sobre nosotros. Vivimos en una especie de batalla con los delincuentes, que te siguen, te atacan. Nos sentimos vigilados por los ladrones y eso genera impotencia, miedo y rabia. Es el caldo justo para que pase algo como lo de 46”. Emilio, repartidor con moto y mochila desde hace un año enmarcó así el arranque de un colega al ver un asalto en pleno Centro, a minutos de las 9 de la noche, que terminó con el ladrón muerto de dos puñaladas en medio de una lucha cuerpo a cuerpo.

El glover de 32 años, declaró ante la Justicia que reaccionó al ver a la mujer víctima del asalto pedir ayuda en diagonal 74 y 46. Aceleró e interceptó al ladrón en 10 y 46. El hombre de 47 años iba armado. Él también. Por ahora, la Justicia no lo acusa en la causa por homicidio.

Algunos repartidores consultados por este diario coincidieron en señalar que ese cuadro forma parte de una realidad cotidiana para alrededor de 2 mil trabajadores que llevan pedidos a domicilio (básicamente comida). Esa cifra triplica las que se daban -también informalmente- en el sector a fines de 2018.

“Le pasó a un compañero, pero podría haber sido cualquiera de nosotros que esté en una situación así. Desde que salimos de nuestra casa hasta que volvemos estamos con la sensación de inseguridad”, le dijo a este diario otro repartidor que pidió reservar su identidad.

La experiencia de ir a la calle a diario por un sustento que puede ir de 2 a 3 mil pesos por semana los entrenó para conocer los movimientos de la Ciudad y sus peligros. “Están en puntos estratégicos por donde nos movemos nosotros y miran los movimientos. Nos ven pasar y nos siguen para emboscarnos. Nos sentimos vigilados”, señaló Emilio.

Los repartidores de las aplicaciones para teléfonos Glovo, Pedidos Ya! y Rappi van a retirar pedidos a comercios adheridos y los llevan a domicilio. Los motoqueros o ciclistas cobran en la puerta. Eso los expone.

“En nueve meses llevo dos persecuciones y un robo. En una llego a Parque Castelli y me aparece una moto de atrás. Me quiso encerrar pero escapé. El asalto fue al entregar un pedido en 26 y 46, en octubre del año pasado. Me robaron con un cuchillo de serrucho en la mano”, apuntó Luca en diálogo con EL DIA.

Unos días después de ese robo, se produjo un atraco sangriento que conmovió a la Ciudad. El glover y estudiante de arquitectura neuquino Kevin Sanhueza (27) fue baleado en el abdomen cuando se disponía a entregar un kilo de helado en un edificio de 16 entre 42 y 43. Por ese hecho hay dos detenidos y la Policía investigó a la denominada banda de “Las tres Tornado”, que reuniría a ladrones de la zona de San Carlos, a bordo de motos Honda Tornado.

Emilio fue atacado en La Loma, unas horas antes de que balearan a Kevin. “Tuve suerte porque no tenían arma, pero mientras me peleaba con uno, el otro me pasó por arriba del pie con la moto”, dijo. En esas horas, los repartidores se mensajeaban en grupos de WhatsApp con datos sobre los peligros en la calle y los robos. Siguen haciéndolo en estas horas y también buscan otra protección: “Algunos chicos llevan una navaja, otros, como es mi caso, un spray de gas pimienta”, reveló uno de los motoqueros.

Tras el ataque a Sanhueza, quien estuvo dos semanas internado en un Hospital y abandonó el trabajo, hubo movilizaciones de glovers y reclamos a las autoridades policiales por medidas de prevención. En la calle, la evaluación sobre la inseguridad no cambió.

“Hay controles al mediodía o a las 3 de la tarde. A esa hora los motochorros están durmiendo. No solo eso, sino que en los controles nos paran a nosotros”, dijo Luca. Según los repartidores, se quedan totalmente solos cuando se esconde el sol.

En medio de ese cuadro, la tensión: “Los ves en el Centro y ellos saben. Se arma un clima tenso. Entregás un pedido y estás con mucha adrenalina”, describió su escena cotidiana Emilio.

Un mapa de delitos

La inseguridad les dejó un mapa con zonas y movimientos: “Las 22.30 es el horario pico de los robos. Tenemos zonas de emboscada en 19 y 60, atrás del Parque San Martín o el Hospital San Juan de Dios”, puntualizó uno de los glovers.

También hay zonas de escape hacia la periferia, de donde se supone que atacan los ladrones: las avenidas 72, 31 y 32 permiten salir del casco por cruces de calles y, principalmente por sendas peatonales. Y están los barrios más peligrosos para ciclistas y motoqueros, como La Loma, Meridiano V, Hipódromo o El Mondongo. La Zona Roja, es un foco de atracción, según sostuvieron los consultados: “Nos roban y van a comprar droga”, apuntó Luca.

Para graficar, dos repartidores dieron una postal de la escena cotidiana, en este caso de la noche del domingo: “Me robaron la bicicleta en el restorán de diagonal 74 entre 48 y 49. Fueron como para 8 y 45”, contó uno en un grupo de WhatsApp. “Anoche asaltaron a tres. Todos iban armados en dos motos. Uno con una pistola, otro con una escopeta recortada”, añadió su colega.