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El asalto mortal en la casa del jubilado sacó a los vecinos a la calle: “City Bell está que arde”

Cuatro policías caminan despacio por la misma cuadra de la Cantilo, dos a cada lado de la calle. La tarde cayó hace rato y los negocios tienen las puertas abiertas, un poco para aprovechar los 22 grados y otro poco por las ofertas del final de una temporada que no quiere irse del todo. Parejas caminan abrazadas, sin apuro. Y grupos distintos de amigos demoran la charla en la mesa de alguno de los tantos bares que lucen llenos aunque sea miércoles, con ese aire inexplicable que tiene City Bell a cualquier pueblo de vacaciones. Aunque no lo es.

Apenas a un par de cuadras de allí, en el corazón de la Plaza Belgrano, más de 300 personas pueden dar cuenta de ello, desde los cartelitos que gritan en rojo y negro “vecinos en alerta, hartos de inseguridad” y el relato de las experiencias que los convencieron de apostarse allí desde las 7 de la tarde y hasta casi las 20.30, para “volver a vivir tranquilos”.

Los empujó al reclamo lo que pasó 48 horas antes en una casa de 27 entre 473 y 473 bis, donde un jubilado de 79 años le disparó en el abdomen a un joven de 23, después de que lo dejó pasar junto a su novia e intentó asaltarlo poniéndole un cuchillo en el cuello. El ladrón murió, la chica fue detenida ayer en una salita comunitaria donde reconoció haber estado en la escena (ver aparte) y tanto el jubilado como su familia viven ahora con miedo, por temor a la revancha que algunos allegados al fallecido, Nahuel Ferraro, prometen desde las redes sociales.

“Este es un sistema perverso”, lamenta Andrea Eloy, una de las que convocó a la protesta desde el grupo vecinal “Denuncias City Bell Vecinos en Guardia”, porque ya “no podemos mandar a un chico a hacer un mandado a 50 metros y este hombre (por el jubilado Carlos S.) tuvo que matar para defender a su familia”.

Como ocurre desde hace un par de años, ya de manera excluyente, el reclamo se organizó por y a través de las redes sociales, en este caso motorizado por ese grupo vecinal que tiene casi un año de vida desde que nació con el impulso de otra oleada de inseguridad en la zona.

En él confluyen todos los barrios, que estuvieron representados anoche por los propios vecinos. Otro grupo de Facebook, “City Bell Ordenado”, convocó para esta tarde a otra reunión, que se hará desde las 7 en un bar de Cantilo y Jorge Bell, para discutir soluciones a distintas cuestiones que también golpean fuerte a la localidad.

“Hay problemas graves de infraestructura y de tránsito”, explica Andrea (nacida y criada en City Bell), que participó de la protesta de anoche y es una de las organizadoras de la reunión de hoy, con la intención de que “esto se haga visible, porque no es político. Estamos realmente desbordados. Necesitamos que nuestras autoridades sepan que estamos solos y que se pongan al frente”.

Andrea Eloy aclara que “ningún funcionario fue convocado” a la concentración de ayer, “porque ya nos hemos reunido con todos ellos varias veces, y las respuestas no aparecen. Estamos cansados de golpear puertas. Y City Bell está que arde”.

Claudia Granero trabaja en un gimnasio que funciona a la vuelta de la casa donde ocurrió el sangriento asalto del lunes.

“Me enteré de inmediato”, dice al recordar el episodio, con un cartel en la mano y lamentando la ausencia de autoridades en la plaza. Reconoce que “hay policías”, pero enseguida aclara “ahora”, después de que pasó lo que pasó, y aún cuando muchos advertían que un suceso así “sólo era cuestión de tiempo”.

Claudia también critica el hecho de que “todos saben quiénes son los que roban, pero siguen sueltos”.

Liliana, otra vecina, asiente a su lado. Ella se radicó en City Bell hace siete años “en busca de seguridad”, pero lo único que consiguió, cuenta, es “asistir a la decadencia”.

“Fue siempre un pueblo que hoy ha dejado de serlo. Se enriqueció, viene gente de La Plata, de Buenos Aires, y eso trae un montón de otras cosas”, reflexiona Liliana, quien comparte con Claudia la opinión de que hubiera sido conveniente la presencia de autoridades en la protesta de anoche.

“Acá tendrían que estar los que les pagamos el sueldo puntualmente, como el intendente (Julio Garro), por ejemplo. Siempre están ocupados, pero desconocemos en qué”, lanza indignada. No fue la única que criticó al jefe comunal.

Algunos de los manifestantes proponían marchar hasta la comisaría Décima, sobre todo para reunirse con su titular, designado recientemente . La idea no prosperó, aunque un par de vecinos fueron, aceptando la invitación del comisario.

Igual que Claudia, Liliana reconoce que en las calles de City Bell se ven por estos días más policías, aunque considera que están “dispersos, distraídos. Si algo sucede, miran para otro lado”, falencias que adjudica a una “mala formación”.

Al filo de las 20.30 solo queda en la plaza un puñado de vecinos intercambiando ideas, broncas y miedos. Los canales de televisión ya se fueron, los negocios bajaron las persianas (con los dueños rogando que nadie las violente) y la gente vuelve a sus casas, esperando que sean lo que deben ser: un lugar seguro.

Convocatoria

Como suele suceder en los últimos años de manera casi excluyente, la protesta se organizó y convocó a través de grupos de vecinos que se contactan por las redes sociales. Prometieron seguir movilizados para conseguir soluciones

Desencanto

A diferencia de otras asambleas o reuniones, a la de anoche no fue convocada ninguna autoridad policial ni funcionarios.“Ya nos reunimos muchas veces con ellos y no hay respuestas”, dijo una de las organizadoras. Apuestan a hacer visible la protesta, para que los responsables ejecuten las medidas pertinentes.