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El Lobo aulló fuerte y mostró que será un hueso duro de roer

Por NICOLÁS NARDINI
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Esta Superliga tiene para Gimnasia el peso abrumador de la obligación. El flaco colchón de puntos que dejaron sus predecesores, cargó a Pedro Troglio de presión desde el mismo momento en que aceptó volver a ponerse el buzo de técnico albiazul. El Lobo no puede darse el lujo de dejar escapar unidades jugando en casa, por lo que ganar asoma con una empresa imperiosa en cada presentación en el estadio de 60 y 118.

Con esta máxima marcada a fuego desde el día en que comenzó la pretemporada en una fría mañana de Estancia Chica, los mens sana mostraron en el debut en la Superliga que serán un hueso duro de roer para todos. El equipo podrá ganar, empatar o perder, pero no se la pondrá fácil a nadie. Y en esa sensación imperante se sustenta el gran aliciente en el comienzo de una nueva era Troglio en el Bosque.

Se sabe que entre Troglio y Gimnasia hay algo especial. Lo hubo desde su aterrizaje en enero de 1997 en Estancia Chica y, de allí en adelante, en cada uno de sus procesos de trabajo, tanto de pantalones cortos como con el buzo de DT. Y ese plus de pertenencia ya se vio plasmado en el partido que abrió la Superliga para los triperos. Se reconoció en el once que superó a Argentinos por la mínima diferencia, a un equipo con las señas particulares que distinguieron a su entrenador a lo largo de su carrera como DT ¿Cuáles son? Podrían resumirse en una frase: la intensidad y el esfuerzo no se negocian.

Pero cuidado, a no confundirse, las ganas y el temperamento no son valencias que en sí mismo resuelvan todo. Esa intensidad tan característica en los conjuntos del actual DT albiazul, sirvió como elemento positivo porque estuvo acompañado de un orden táctico que denotó trabajo y sistematización de movimientos. En el fútbol moderno no se resuelve nada con “vamos todos, a meter”, más bien el meter y el correr (cosas que ayer Gimnasia hizo a destajo) rinden frutos en el marco de una disciplina táctica de la que también pudo hacer gala el Lobo. Se vio coordinación, un libreto aceitado y solidaridad. Cuando algún protagonista quedó mal parado, allí se vieron las ayudas inmediatas para enmendar errores y cubrir huecos.

El dueño de casa salió con una premisa clara: atacar el espacio, recuperar la pelota lo más lejos posible del arco propio y lastimar por las bandas. El gol tempranero modificó un poco el panorama. Porque Gimnasia pudo atenuar su postura ofensiva, al tiempo que el Bicho se vio obligado a adelantar sus líneas en búsqueda del empate.

LAS CUESTIONES A PULIR

Gimnasia fue un equipo sólido. Le llegaron poco y nada debajo del arco y cuando achicó hacia atrás redujo a su adversario a redujo a su adversario: Argentinos tocó mucho lateralmente, pero sin profundidad.

Tuvo entre sus puntos altos a los zagueros centrales, Melluso, Rinaudo y, sobre todo, Silva, en un papel sacrificado que supo jugar a la perfección.

¿Qué le faltó? Claramente tuvo carencias en el juego asociativo, sobre todo, en el segundo tiempo. Al ceder terreno y posesión, quedó obligado a realizar un esfuerzo titánico para sostener la diferencia en el marcador. Otro hubiera sido el cantar si Gimnasia hubiera logrado rodear con más gente al Tanque Silva para, desde allí, crecer en volumen de juego con el afán de defender con la pelota. Ese déficit debe servirle de ejemplo para lo que viene. Este Lobo puede y debe tener más juego de combinación.

Se fue la primera final de muchas para Gimnasia, en su lucha por engrosar los promedios para no sufrir al final del camino. Un triunfo vital en la nueva era.