Inicio Argentina El nene que decidió cambiarse el nombre por amor a su entrenador

El nene que decidió cambiarse el nombre por amor a su entrenador

“La historia de Nico no es una más”, arranca el mensaje que subió ayer a su página el club Los Tilos. Y es cierto: comenzó a escribirse en 2016, cuando, con apenas 8 años y un largo tiempo en hogares de menores de la Región, Nicolás llegó a las canchas del Verde para aprender a jugar al rugby. Allí descubrió el amor por la ovalada e integró equipos infantiles durante casi dos años, yendo y viniendo de su instituto en Villa Elisa a las canchas del Barrio Obrero. Hizo amigos, aprendió a amar el deporte y, luego de mucho esperar, logró al fin que una familia santafesina lo adoptara junto a su hermano Iván. Ahora, Nico tiene una nueva vida y, junto a su flamante familia en Santa Fe, continuó con la práctica del deporte que aprendió a amar en nuestra ciudad. Pero nunca se olvidó de su primer club ni de su querido entrenador, Gonzalo Zárate, a quien este fin de semana -y gracias al visto bueno de una jueza de menores- le envió una noticia para la emoción: “Hola, Gonza -le cuenta por WhatsApp-, me puse tu nombre así me acuerdo de vos todo el día”.

Es cierto: la historia de Nico -ahora Nicolás Gonzalo- no es una más sino que se escribe con el trazo del amor y del recuerdo. “Es una emoción tremenda -decía ayer el entrenador, todavía conmovido por la noticia que le había dado su ex jugador-. Cuando Nico se fue a Santa Fe con su hermanito y su nueva familia nos seguimos mensajeando. Es más, el club organizó una gira cerca de Santa Fe y la nueva familia de Nico lo llevó para que pudiera estar con sus antiguos compañeros. Siempre me llamaba o me escribía y me contaba cómo le iba con el rugby, pero ahora cuando me dijo que se ponía mi nombre para no olvidarme me quedé helado… Qué sé yo, con estas cosas, con un poco de amor que das, te das cuenta de todo lo que podés generar en un pibe. Con un poco de amor nomás ves todo lo que podés ayudar…”.

Padre de tres hijos, ligado al rugby desde que era un chico y entrenador de infantiles, Gonzalo es un médico dermatólogo que llegó a trabajar en el cuerpo médico de la policía científica. De aquella experiencia le quedó el recuerdo áspero de historias donde las víctimas solían ser pequeños. “Hay nenitos que viven una realidad terrible y lo que hace el club es una ayuda enorme -decía ayer el entrenador-. No sólo se les enseña un deporte sino que se les da amor; se les transmiten valores y, lo que creo que es más importante, se le pone límites sanos. Uno cree que son cosas sin importancia, pero de golpe te encontrás con un nene como Nico, que decidió ponerse el nombre de uno, y ahí entendés que es muy profundo lo que uno puede generar en un chico…te emociona”.

Como se dijo, Nico nunca dejó de escribir y mandar mensajes a sus amigos y formadores de Los Tilos. Mensajes llenos de amor, de orgullo y de agradecimiento. Pero ninguno tan emotivo como el que ahora recibió su entrenador en infantiles y que ayer causó emoción y sorpresa en toda la comunidad del Verde.

“Fue una sorpresa hermosa”, lo sintetizaba Homero Picone, presidente del club Los Tilos y para quien la historia de Nico “es fruto de un trabajo que arrancó hace casi tres años, cuando decidimos hacer unos convenios entre el área social del club y Minoridad de la Provincia para que el club recibiera a nenes que estuvieran en hogares de menores. Hay muchos chiquitos como Nico que descubren el rugby y se enamoran. Incluso ahora tenemos unos cinco nenes de institutos de menores que están jugando en las infantiles del club”.

En el video que Los Tilos subió ayer a las redes -que dura poco menos de un minuto- puede verse una serie de fotos de Nico en su paso por el club y, como cierre, un saludo que el entrenador y sus viejos compañeros de equipo le dedican a la distancia. Todos saltan, celebran y recuerdan a su gran amigo Nicolás. A su manera, todos abrazan a Nicolás Gonzalo.

La historia de Nico -ahora Nicolás Gonzalo- se escribe con el trazo del amor y del recuerdo

“No sólo se enseña un deporte, sino que se transmiten valores y se ponen límites sanos”