El triunfo electoral de octubre no le alcanzó al oficialismo para tener mayoría en ninguna de las dos cámaras. Pero le bastó para incrementar su poder en la comisión bicameral encargada de revisar los decretos de necesidad y urgencia (DNU), un cuerpo clave del Congreso.
Cuando el Senado designe a sus representantes, decisión que la vicepresidenta Gabriela Michetti viene demorando desde el recambio de diciembre, Cambiemos pasará a contar con ocho de los 16 integrantes de la comisión, dos más que los seis que tuvo hasta el año pasado.
Dado que se trata de una comisión permanente, su funcionamiento no requiere de un llamado a sesiones extraordinarias. Sin embargo, el decreto de reforma del Estado que prepara el Gobierno, como otros DNU que sacó en los últimos días, todavía no puede tratarse porque la comisión no se constituyó.
«Debería haberse conformado el 10 de diciembre. Es una situación irregular por la demora del Senado», dijo a LA NACION el diputado kirchnerista Marcos Cleri.
Con la nueva conformación, el oficialismo se garantizará al menos un empate en todas las decisiones. Para lograr dictámenes de mayoría que convaliden los DNU de Mauricio Macri, una suerte de barreras de contención parlamentaria ante eventuales ofensivas opositoras, dependerá de la definición del presidente de la comisión, que el cuerpo nombra por mayoría.
De los ocho integrantes restantes, el Bloque Justicialista controlará cuatro y el kirchnerismo tres, mientras que la butaca restante quedaría para Compromiso Federal, del senador Adolfo Rodríguez Saá.
El oficialismo apostará a un acuerdo con el peronismo no kirchnerista como garantía para una paz duradera en la comisión.
Pero incluso si llegaran a unirse todos los bloques opositores, Cambiemos podría reclamar la presidencia de la comisión en uno de los dos años parlamentarios que le restan a la gestión de Macri.
