Los embajadores argentinos de carrera cuestionan la venta de la residencia de la embajada en Washington. Por su valor histórico y patrimonial, consideran que la medida, ideada por el gobierno para recortar gastos, es perjudicial para las relaciones bilaterales y la imagen del país en el exterior. Proponen, en cambio, que se pida un préstamo y que el Estado, en todo caso, se desprenda de otros bienes inmuebles. Apuntan contra los embajadores políticos de los últimos años, a quienes consideran responsables del deterioro de la mansión.
«La residencia es un lugar destinado a realizar recepciones, actos diplomáticos de envergadura, recibir presidentes de otros países, trabar negociaciones. Pero durante los últimos años los embajadores la dejaron venir abajo y, además, como les gusta vivir en departamentitos, impulsaron su venta», dijo a LA NACION Eduardo Mallea, presidente de la Asociación Profesional del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación.
Debido a su mal estado, la sede diplomática está cerrada desde hace seis años. Su puesta en valor demandaría unos cuatro millones de dólares. Martín Lousteau, quien recientemente abandonó su cargo como embajador para postularse en la Capital Federal, vivía con su familia en otra residencia por la cual el Estado abonaba 135.000 dólares de alquiler por año.
«Es necesario indagar por qué se dejó venir abajo la residencia. Si es que la Cancillería no giró los fondos necesarios para efectuar reparaciones de mantenimiento, lo que no hubiera significado tanto dinero, o si se descarta que los jefes de misión que pasaron por ella no requirieron las sumas en tiempo y forma», dijo Mallea.
La residencia, valuada en 10 millones de dólares, fue adquirida por el gobierno argentino hace 70 años, a poco de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Además de su valor arquitectónico, está ubicada en el epicentro político de Washington. Para achicar gastos, el Gobierno autorizó en septiembre pasado que la Agencia de Administración de Bienes del Estado se desprenda de 32 inmuebles ubicados en la Argentina y en el exterior. Entre ellos, la residencia, que forma parte de un complejo de tres edificios que componen la embajada de la República Argentina en Washington DC.
La venta de la residencia se efectuará a través de una subasta pública para la cual no hay fecha definida, informó a LA NACION la Agencia de Administración de Bienes del Estado. «Hay que conseguir un crédito blando de algún organismo como el BID, u otros similares, y restaurarla, cosa que, en el lapso de un año, no sería imposible. El presidente Macri podría reinaugurarla en alguna otra visita, hecho que sellaría el clima de las buenas relaciones con Estados Unidos», propuso Fernando Petrella, ex vicecanciller.
Por su parte, Raúl Ricardes, presidente de la Asociación de Retirados del Servicio Exterior de la Nación, consideró «inconveniente que la Argentina continúe desmantelando su patrimonio en el exterior por cuestiones fiscales».