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En la Ciudad de la furia: la violencia del tránsito en el centro del debate

Ariel Rígolo es platense, taxista, tiene 42 años y una filosofía de trabajo que, cuenta, saca cada día a la calle para evitar inconvenientes mayores: “no me engancho con nada. Si surge un entredicho con otro automovilista, respiro y sigo. Ni siquiera respondo”, cuenta. Es una actitud que, agrega, tomó después de notar como, en los últimos años creció la intolerancia entre conductores y se percibe una mayor crispación en el tránsito. “Todos los días veo entre uno y dos incidentes violentos en la calle”, dice Rígolo. La mayoría, cruces de insultos de un vehículo a otro.

La percepción de Rígolo, de un tránsito cada vez más crispado coincide con la de otros conductores y especialistas. Y no se limita a La Plata. Según estimaciones de una fiscalía porteña dadas a conocer en abril de este año, cada día se denuncia por lo menos un incidente violento vinculado al tránsito y se estima que se registran alrededor de 400.

El tema se ubicó en el centro de la atención después de que Jorgé Gómez (52, taxista de Ensenada) muriera tras recibir una feroz paliza de parte de otro conductor, Esteban González Zablocki, tras un incidente de tránsito ocurrido la semana pasada en El Dique.

En diciembre de 2018, otro incidente vial derivó en una situación dramática cuando dos luchadores de kick boxing golpearon a un hombre que les reprochó una maniobra de tránsito y le fracturaron el cráneo delante de su familia.

Además, esta semana, otros dos incidentes de tránsito violento saltaron al centro de la atención pública. En uno de ellos, que se produjo en La Plata el día jueves, un joven de 27 años fue atropellado por un automovilista que huyó en Villa Montoro. La víctima, identificada como Joaquin Do Santos, falleció en la madrugada de ayer en el hospital San Martín mientras la policía busca intensamente al conductor del vehículo (ver página 22). El otro tuvo lugar en el barrio porteño de Villa Devoto en la madrugada del último miércoles, cuando un conductor alcoholizado atropelló a un ciclista, se dio a la fuga y chocó a ocho cuadras con otro auto.

A la luz de estas situaciones, crece la preocupación por un tránsito que se caracteriza por la presencia de incidentes cada vez más violentos, una inquietud que instala interrogantes en torno a las razones que aparecen detrás de esa violencia y a las medidas que puedan contribuir a prevenirla (ver aparte).

EL PORQUÉ DEL TRÁNSITO VIOLENTO

¿Qué es lo que hay detrás de las respuestas desmedidas a un incidente de tránsito a veces nimio, hasta tal punto desproporcionadas que pueden derivar en un final trágico?

Algunos especialistas invitan a analizar estas respuestas excesivas como expresión de una “sociedad en estado de crispación, poco tolerante a la frustración y con poco espacio para el diálogo”.

El antropólogo platense Héctor Lahitte, que analizó oportunamente el tema en diálogo con este diairo, considera que se trata de un rasgo de época , que, lejos de limitarse a nuestro país, se extiende por todo Occidente y en el que pesa un individualismo extremo, favorecido por el debilitamiento de las instituciones y la incapacidad para aceptar las dificultades que plantea el contexto.

Lahitte también alude a un mecanismo al que denomina prolepsis, que actúa en las respuestas desmedidas a un incidente de tránsito.

“A través de esta conducta se elabora una respuesta anticipada frente a las situaciones. El mecanismo se basa en la desconfianza. Es como si la persona se dijera: “si se pone en riesgo lo que yo creo, no lo acepto y reacciono mal”, indica.

HACIA UN CONDUCTOR REFLEXIVO

Para el especialista platense en tránsito Fernando Rojas,”la agresividad vial es un mal endémico, que está naturalizado y al que va a llevar mucho tiempo modificar”.

“Se hace necesario cambiar de paradigma. Actualmente estamos frente a un conductor mayoritariamente defensivo que interpreta determinadas maniobras o situaciones del tránsito como un ataque y responde con otro ataque. Es necesario pasar de ese modelo al del conductor reflexivo, que se caracteriza por respetar al otro y por pensar antes de actuar”, dice Rojas.

La herramienta para cambiar de un modelo de conductor a otro es la educación, destaca el especialista, dado que detrás de muchas de estas conductas pesan factores culturales vinculados a elementos como el individualismo extremo.

”Se necesita un cambio de paradigma, del conductor defensivo al reflexivo”

Claro que cambiar esta situación mediante la educación puede llevar años y para eso van a ser clave las nuevas generaciones, dice Rojas, que pueden actuar incluso hoy, en lo cotidiano, como multiplicadores del mensaje hacia un tránsito más reflexivo.

Para Rojas. “el conductor reflexivo no sólo es el que piensa antes de actuar, sino el que toma determinadas precauciones que pueden favorecer a todos los actores del tránsito, como salir con tiempo o considerar siempre al otro”.

Para Pedro Gargoloff, que es psiquiatra y miembro de la Red Educacional de la Asociación Mundial de Psiquiatría, hay otra dimensión en la reacción desmesurada de un conductor ante un incidente vial y es la que tiene que ver con lo psicológico.

Tras algunos casos de reacciones exageradas ante un incidente vial puede encontrarse un trastorno de la personalidad antisocial.

Este tipo de trastorno se caracteriza por una marcada intolerancia ante incidentes menores, impulsividad que llevaa al agresor a utilizar la violencia sin medir las consecuencias.

La ausencia de culpa por los daños a terceros y la irresponsabilidad son otros de los elementos que caracterizan a este tipo de trastorno, según se indica desde el punto de vista de la psiquiatría.

Incidentes viales, que incluyen peleas derivadas de discusiones de tránsito, se producen cada día en la ciudad de Buenos Aires, según estiman los especialistas. En abril de este año, desde una fiscalía porteña se indicó que llegaban a la denuncia un promedio de uno diario.