Inicio Argentina Estudiantes es un barco a la deriva en medio de la tormenta

Estudiantes es un barco a la deriva en medio de la tormenta

Martín Cabrera

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Cada partido es un paso atrás, en un peligroso camino que nadie sabe dónde puede terminar. Estudiantes, anoche, perdió 1-0 contra Tigre, en uno de sus peores partidos en muchos años. No hizo nada bien, no tuvo alma ni vergüenza, no encontró respuestas en el banco de suplentes, no fue solidario, perdió todas las divididas y ni siquiera con la pelota parada pudo lastimar a un rival tan o más pobre que el propio Estudiantes.

El ciclo si no está cumplido pega en el palo. Leandro Benítez no le encuentra la vuelta al equipo y toma decisiones equivocadas (como apostar con un 4-2-3-1 con Zuqui jugando detrás del delantero). Los jugadores no responden ni muestran rebeldía. Y los dirigentes empiezan a mirar para otro lado.

El equipo volvió a perder, lleva siete partidos sin ganar, se hunde en la tabla de posiciones y está cada vez peor en la próxima tabla de los Promedios, esa que hace dos semanas era imposible nombrar porque los defensores del modelo rugían con odio al grito de “recién van cinco fechas”. Cada vez son menos los necios que no admiten este problema, el verdadero foco de ahora en adelante.

Estudiantes jugó mal en casi todo el partido, sin juego y tampoco ideas. Todo empezó a quedar evidenciado en el primer tiempo, cuando el planteo de Leandro Benítez fue no dejar espacios en el retroceso para, al menos, llevarse un empate de Victoria ante un equipo que tiene casi todos los boletos para ser uno de los cuatro que desciendan en este torneo.

Benítez apostó por un 4-2-3-1, con el debutante Franco Sivetti y Braña en la contención, con Tití Rodríguez por izquierda y Pellegrini por derecha, más allá de que fueron cambiando constantemente. Como “falso nueve” estuvo Fernando Zuqui, totalmente perdido, a destiempo y con el único argumento de ser titular porque era el más capacitado para la pelota parada. El combo se completó con Francisco Apaolaza, perdiendo el 90% de las pelotas y muy lejos del área.

Estudiantes tuvo un primer tiempo como para agarrarse la cabeza y preocuparse de verdad. No generó ni una sola situación de riesgo, salvo un ingreso de Pellegrini de derecha al medio, que terminó con un remate muy débil.

En esos 45 minutos fue Tigre el que tuvo la iniciativa, por llamarlo de alguna manera. Intentó, con la obtención de Prediger y Menossi en el mediocampo llegar al arco de Mariano Andújar, con más empuje que fútbol. Aun así contó con dos chances muy claras de gol. Primero a poco de iniciado el partido, con una apilada de Juan Ignacio Cavallaro por la derecha de la defensa. Su remate se estrelló en el travesaño. A los 15, luego de un tiro de esquina. Prédiger reventó otra vez el parante y en el rebote -en off side no sancionado- Viruta Vera cabeceó afuera. Fueron dos chances inmejorables que pudieron haber conducido a otro terreno.

La que no entró en el primer tiempo la empujó Estudiantes a poco de comenzado el complemento. Increíble el gol de Tigre para ponerse en ventaja y empezar a ganar un partido que era, tal vez, su último boleto para seguir soñando con jugar en Primera en 2018/19. Fallas defensivas por la izquierda, un centro que se desvía en Noguera, un arquero que sale muy mal y se sorprende y Facundo Sánchez que se la lleva por delante. Fue todo de Estudiantes, absolutamente todo, al punto que los jugadores de Tigre no sabían a quién abrazar.

Ese gol fue el mejor reflejo del momento del equipo, desconcertado, sin alma ni brújula, un equipo que no puede jugar peor (dejó de ser intenso y perdió toda la confianza) y ya no tiene a quién recurrir porque parece que ya lo probó todo. Benítez hizo cambios, pero sin solución. Los que ingresaron jugaron igual que los que estaban y al pobre momento anímico hay que agregarle la falta de ideas y recursos.

Salvo un cabezazo de Mariano Pavone que terminó en gol anulado por off side, nunca dio la sensación que el Pincha pudiese empatar. No tuvo un jugador que pudiese pedir la pelota y llevarla o buscar un socio. Por eso el armado quedó en los pies del Chapu Braña, con ganas pero a años luz de sus mejores producciones. Dio lástima anoche ver a Estudiantes, hacía rato que eso no sucedía. En parte por lo realizado pero básicamente porque enfrente no tuvo un rival de jerarquía y sólo con garra en la mitad de cancha se llevó los tres puntos.

Varios son los responsables por este presente del equipo: los dirigentes que vendieron, dejaron ir y trajeron a los refuerzos que llegaron. Los jugadores, porque ni siquiera muestran compromiso ni concentración para revertir este mal momento. El entrenador, porque si bien es el menos responsable, avaló este armado del plantel y ahora parece no ser el indicado para estar al frente del barco en esta tormenta. Pero también tantos socios e hinchas, que callaron, distrajeron, buscaron culpables donde no estaban y se enojaron cuando la crítica intentaba mostrar este realidad. Ahora ya nadie puede ocultar este mal momento, esta delicada situación que si no la aborda a tiempo puede ser tarde. La lucha por no descender en 2019/20 ya empezó, le guste a quién le guste.