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Hace un mes lo apuñalaron en el corazón para robarle y ya maneja su taxi de nuevo

La vida le dio una segunda oportunidad al taxista berissense de 61 años que, en la noche del 16 de agosto pasado, fue asaltado por dos delincuentes que le asestaron tres puñaladas -dos en un pulmón y otra en el corazón- que lo tuvieron 8 días internado en el hospital de Romero luchando por sobrevivir.

Pero Carlos Rubén Granero, con la ayuda de los médicos que lo asistieron, pudo recuperarse e inclusive hace dos días que volvió a manejar el taxi de su patrón. Porque necesita seguir con esta actividad, que es su sostén económico.

En un extenso mano a mano con este diario, repasó ayer cómo fue la secuencia del brutal ataque para robarle, de aspectos de su internación, de algunas dificultades físicas que le quedaron y de que pudo reconocer a uno de los ladrones que están detenidos por el hecho.

“ES UN ASALTO, ENTREGÁ TODO”

A las 22 del 16 de agosto, Granero estaba en su taxi en la parada del Bingo platense, cuando una mujer subió y le pidió ir a 32 y 134.

“Me pagó, se bajó y antes de reanudar la marcha escuché que golpeaban una ventanilla trasera del taxi”, recordó. Era un pibe de alrededor de 19 años que le preguntó si estaba libre. Le dije que sí y subió junto a otro que tendría, más o menos, la misma edad.

Pidieron ir a 167 y 524. A las dos cuadras, “el primero de ellos, que tenía una gorrita, me preguntó si yo vivía en la calle Nueva York (de Berisso) porque me conocía del barrio, pero yo lo miré y no lo reconocí”, comentó.

El taxi rumbeó para el destino, pero nunca llegó. Fue en 33 y 149 donde arrancó la odisea que marcó a Granero para siempre: uno de los “pasajeros” le pasó por el cuello una cadena forrada con manguera mientras le decía “esto es un asalto, entregá todo”. Sin esperar a la reacción de la víctima, le ordenó al cómplice que apuñalara al chofer, “porque habrá creído que yo lo conocía”, especuló Carlos.

El acompañante del instigador del ataque acató las órdenes. “Desde el asiento trasero me dio dos puntazos en un pulmón y otro en el corazón. Después me sacaron del auto y me tiraron en el piso, estando yo ensangrentado. Por suerte una señora vio todo y avisó a la Policía”.

Para cuando llegaron las patrullas los agresores habían huido con 8.000 pesos que tenía el taxista para pagar tarjetas de crédito y afrontar otros gastos, además de la billetera con lo que había recaudado: 2.800 pesos.

Ya en el hospital de Romero, el chofer fue operado por las heridas que pusieron en serio riesgo su vida y lo llevaron a la sala de terapia intensiva, donde pasó 8 días.

“Hacía apenas tres días que había empezado a trabajar como chofer del propietario del taxi (un Renault Logan, disco 327), quien se portó muy bien conmigo”, apuntó la víctima, “esa misma noche fue al hospital y esperó a que el jefe de terapia intensiva diera el parte”.

“Además iba todos los días al hospital para saber cómo evolucionaba. Y ahora que estoy manejando otra vez el taxi, me pide que trabaje hasta donde pueda, sin esforzarme mucho”, acotó luego.

Es que el incidente le dejó algo más que profundas cicatrices en el pecho. “Tengo algunas dificultades para respirar cuando subo las escaleras o cuando camino dos cuadras. Enseguida me agito y tengo que parar”, reconoció, y “también se me inflaman bastante los tobillos, posiblemente a causa de una retención de líquido”.

En el hospital Alejandro Korn lo sometieron a distintos estudios antes de darle el alta y tuvo que regresar para que le sacaran los puntos, “que fueron muchos”, dice, aunque no preguntó cuántos. Importa poco, “porque me cosieron por dentro y por fuera”. El chofer se cuidó de agradecer, “muy especialmente al sector de Cirugía y también a quienes me atendieron en Terapia Intensiva” de ese hospital de Romero.

En este duro trance, Carlos también resaltó la contención que recibió de parte de su familia.

“Con mi primera mujer tuve dos hijos, un varón y una mujer, luego con otra pareja tuve una hija y ahora tengo otra relación con la cual no tenemos hijos”, comentó respecto de su vida familiar.

reconocimiento

Mientras Carlos recupera de a poco y como puede el ritmo de su vida, entre el taxi y los cuidados médicos, la causa judicial avanza con dos detenidos acusados por tentativa de homicidio.

Granero fue el viernes pasado a la DDI, convocado para participar de una rueda de reconocimiento de los sospechosos.

“Reconocí a uno, el que tenía gorrita y le ordenó al otro que me apuñalara” al suponer que podría identificarlo del barrio. A este joven apodado Chuky (18) lo entregó su madre al día siguiente del asalto. Al otro acusado lo identificó por la voz; fue el que le dijo “quedate quieto, esto es un asalto. No te muevas y entregá todo porque sos boleta”.

“Todavía no caí de lo que me pasó”, cierra Carlos.