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Hartos tras el robo a 3 casas, vecinos de Barrio Jardín marcharon a la comisaría

“Tienen un patrullero y otro que se suma día por medio. Y les falta gente: si salen a tomar una denuncia, se quedan sin personal en la comisaría”, describió Natalia Domínguez, vecina de Barrio Jardín, sobre la situación de falta de presencia policial en esa zona de la ciudad bajo jurisdicción de la sub comisaría de Villa Ponsati (122 entre 81 y 82) hasta donde se movilizó ayer junto a otros frentistas para reclamar por lo que se considera “una zona liberada”.

La inquietud vecinal por la sucesión de robos callejeros y a viviendas fue creciendo en las últimas semanas, hasta llegar a un punto de ebullición en la mañana de ayer, luego de una entradera a una vivienda situada en 120 entre 85 bis y 86. A las 7 de la mañana, cuando el dueño de casa, esposo y padre de dos nenas, se disponía a entrar a la ducha para iniciar una jornada de trabajo, fue atado “de pies y manos” por un ladrón. Mientras las hijas dormían, el delincuente usó como guía en la casa a la madre. Así, visitó todos los rincones y armó un botín de 12 mil pesos, alhajas, computadoras, una consola de juegos electrónicos y los teléfonos celulares de la familia.

“Ese es el último caso, pero no el único. La semana pasada desvalijaron otras dos casas, a una cuadra de ahí, de dos vecinos que estaban de vacaciones”, indicó Domínguez en relación con dos escruches que, según explicaron en el barrio, se produjeron en la zona de 86 entre 118 y 120. A estos hechos, los vecinos suman otra lista de asaltos callejeros, principalmente en la modalidad de motochorros, contra peatones caminando o esperando el micro en las paradas de la zona.

“Desde hace dos meses, la situación está imposible. Tenemos entre 3 y 4 asaltos por día. No siempre fue así acá. El problema es que falta patrullaje y que la Policía no tiene con qué hacer vigilancia”, indicó Domínguez.

Entre los vecinos movilizados, está el matrimonio que padeció en la víspera. El hombre, quien pidió reservar su identidad, contó que encontró al ladrón dentro de su casa cuando bajaba de las habitaciones ubicadas en la planta alta de la vivienda. “Me apuntó con un revolver, me hizo subir la escalera nuevamente y me ordenó tirarme al piso. Entonces, me ató las manos y piernas con precintos de plástico. Ya había revuelto todo abajo y usó a mi esposa para recorrer el resto de la casa. Incluso se metió en la habitación de las nenas y mi mujer le ofreció sacarlas de ahí para que pudiera seguir buscando cosas de valor. Luego pasó a la habitación nuestra. Buscó por todos lados, cargó una mochila y se fue”, relató el vecino.

Según le contó a este diario el hombre, empleado en una empresa del sector tecnológico, el ladrón de unos 35 o 40 años, actuaba con serenidad y conocimiento: “Hablaba en tono bajo y se veía tranquilo, pero amenazaba con matarnos si no colaborábamos. Incluso, tenía puesto guantes, por lo que es posible que no hayan quedado huellas de sus manos en la casa”. Las nenas no se despertaron y el ladrón, que había ingresado por el fondo, huyó por el frente generando un nuevo daño en ese último capítulo del terror: “se llevó las llaves de la puerta, del portón y también del auto. Hasta una mochila mía con elementos de trabajo nos sacó”, apuntó la víctima.

Las huellas que el delincuente quiso evitar y otros elementos que pudieran ser de interés para la investigación buscaron los peritos de la Policía Científica que se presentaron en la vivienda una vez que el matrimonio radicó la denuncia.

“A un vecino le robaron una moto y la están usando para otros delitos en el barrio”

El hombre reclamó mejoras en el control del delito: “necesitamos vigilancia y patrullaje, algo que hoy no tenemos. La comisaría tiene un solo patrullero para recorrer el barrio. Lamentablemente esta zona no tiene seguridad. Hay dos personas atendiendo el teléfono, que no pueden dejar la comisaría. Mientras tanto los ladrones van barriendo cuadra por cuadra. Eso no puede ser”, indicó.

Los robos brotan entre mensajes de un grupo de WhatsApp que integra a vecinos del Barrio Jardín. Comunicados de esa forma, buscan protegerse y organizar la denuncia ante el peligro. “Andan chicos en moto. Incluso, a un vecino le robaron una y la están usando para otros delitos en este mismo barrio. Nosotros hicimos un grupo para mantenerlos en alerta a través de los teléfonos”, contó Domínguez.

La mujer también sufrió por la inseguridad, en su casa de esa zona. “Hace un mes, a las 3 de la mañana escuché ruido en el portón y pensé que era mi marido, que volvía de una cena a la que había ido con mis hijos más chicos. Pero era alguien que quería abrirlo con una barreta. Como empecé a gritar se fue”, contó la mujer, quien además teme cada vez que una de sus hijas, universitaria va a tomar el micro.

preocupados e indignados

La preocupación se transformó en reclamo ante la sub comisaría. Sobre el final de la tarde, alrededor de treinta vecinos se concentraron en un parque situado en 83 y diagonal 618 y caminaron hasta la dependencia para exigir respuestas. Salió a recibirlos el sub comisario, Carlos Sagarra.

La charla, de una hora de extensión, tuvo momentos de tensión con intervenciones en tono alto de vecinos que sufrieron escruches en sus viviendas.

“Vinimos a pedir más patrullaje y personal. El comisario reconoció que hay un problema con la falta de móviles y de policías”, contó una vecina tras el encuentro.

Por su parte, Domínguez aclaró que “no estamos reclamando cambio de autoridades ni cosas por el estilo. Consideramos que faltan recursos”.

La mujer indicó que Sagarra propuso una nueva reunión, este jueves, con la participación de la jefatura distrital. “Nos va a convocar para seguir dialogando, pedir mas patrulleros y personal”, dijo.

La mujer analizó que “había vecinos exaltados. Sobre todo quienes tuvieron robos en su casa, pero el comisario nos atendió bien. Nos dijo que él está preocupado y que si bien la zona es grande, está concentrando el trabajo en Barrio Jardín”.