Inicio Argentina Las terminales del transporte público de pasajeros, lejos del potencial de la...

Las terminales del transporte público de pasajeros, lejos del potencial de la Ciudad

Estaciones de transferencia que reciben y despiden a miles de pasajeros cada año -o deberían hacerlo-, las terminales del transporte platense tienen otro rasgo en común: los proyectos en danza, los trabajos inconclusos, las promesas truncas. Durante la semana que pasó, el anuncio de la posible recuperación del Aeropuerto, como cabecera de vuelos internacionales, puso nuevamente en foco la actualidad de estos espacios que representan una eventual carta de presentación para los visitantes primerizos de la Ciudad, y un posible polo de atracción para el turismo.

Por diferentes motivos (escasa o deficiente conectividad, accesos deteriorados, envergadura insuficiente, ubicación poco práctica, funcionalidad obsoleta), y a pesar de sucesivas mejoras que han ido desde el “parche” hasta la remodelación “integral”, usuarios y funcionarios coinciden desde hace varios lustros en que dos de estas terminales -las de ómnibus y trenes-, no están actualmente a la altura de su potencial ni de lo que requiere la capital bonaerense; las otras dos, las que corresponden a las conexiones fluvial y aérea, ni siquiera están activas.

En este sentido, la Estación de 1 y 44 es, de todas ellas, la que más se está acercando a una nueva etapa. Pero lo hace lentamente. Hace casi un año, la cubierta de su nave central fue desmontada para “mejorar la seguridad” de los operarios que trabajan allí instalando los equipos y el cableado del sistema eléctrico de los nuevos trenes; además, se iniciaron las obras de adecuación de los andenes y se anunció una remodelación integral. Por ahora, las plataformas siguen sin techo, y el resto permanece en veremos.

El proceso de renovación, en los papeles, comprende la elevación de los andenes para nivelarlos con la altura de los vagones chinos que prestan el servicio eléctrico, la incorporación de nuevos bancos, el acondicionamiento de accesos para personas con movilidad restringida y la instalación de cestos, señalización y carteleras informativas.

Además, desde la cartera de Transporte nacional se prometió “un procedimiento especial, debido a su importancia histórica” para los techos de vigas metálicas y chapas fabricados por la empresa inglesa Handyside & Co, Ltd e inaugurados en octubre de 1906, con diseño y ejecución del estadounidense Louis Newbery Thomas y el británico Paul Bell Chambers. De momento, el sol y la lluvia siguen entrando por el esqueleto de la centenaria estructura.

incomodo emplazamiento

A pocas cuadras de allí, en el barrio aledaño con la Terminal de Ómnibus, los vecinos vienen reclamando mejoras en el alumbrado público desde hace varias semanas. Aseguran que en torno al edificio de 4 y 42 hay varias “bocas de lobo” que favorecen la inseguridad. Dentro de la cabecera del autotransporte de larga distancia, que ya cumplió medio siglo y fuera remodelada y sustancialmente mejorada a inicios de la década pasada, las colas ante las boleterías y los andenes, superpuestas, son moneda corriente; la información no siempre es clara, y las confusiones abundan. Fuera de ella, los embotellamientos se reiteran, y los ómnibus circulando por calles vecinales provocan todo tipo de reclamos.

Un año atrás, una empresa que pretendía desarrollar un shopping en la zona de Ringuelet y las autoridades municipales suscribieron un convenio que establecía como contraprestación de la firma a la Ciudad la “puesta en valor” de la terminal de Omnibus. Ese acuerdo, que no se concretó, consistía en la puesta en valor de cielorrasos, el reacondicionamiento de los baños y la mampostería en general, entre otros aspectos edilicios de reformas y mejoras que, está claro, necesita la actual Terminal.

Por otra parte, está por surgirle competencia: Berisso ultima detalles para la construcción de una terminal de media y larga distancia, con aspiraciones regionales, en tres hectáreas de 143 entre 7 y 8. Estará “cercana a las avenidas 60 y 66 y con salida directa a la Autopista”, y contará con “estacionamiento, locales comerciales y otras dependencias, para competir con la terminal de La Plata”.

Señalada por la actual gestión municipal platense como una de sus prioridades en materia de urbanismo y obra pública, la creación de una terminal multimodal en 1 y 44 (”la ferroautomotor”), con andenes y dársenas para trenes y micros de media y larga distancia, representaría un avance. “Consideramos que la llegada de los trenes eléctricos hasta 1 y 44 brinda una opción ágil, segura y confiable a decenas de miles de pasajeros, cercana al centro de la Ciudad” se definió oportunamente desde el área de Planeamiento local: “y creemos que, lejos de representar un problema, el proyecto en marcha es un principio de solución para problemas de movilidad urbana y tránsito que se arrastran desde hace tiempo”.

Para comenzar a traducirse en hechos, la iniciativa requiere de la cesión a la órbita municipal de las tierras de 1 y 44 que dependen de la Administración de Infraestructura Ferroviaria Sociedad del Estado (ADIFSE), trámite iniciado por el intendente Julio Garro el año pasado; una vez aprobada esa cesión, habrá que relocalizar a los habitantes del asentamiento de considerables dimensiones que creció en el predio, hacia su extremo noroeste, y desactivar el parador de colectivos locales que se creó con acceso por la calle 115.

Días atrás se supo que la puesta en marcha del Aeropuerto -actualmente casi abandonado-, para vuelos de cabotaje e internacionales, podría concretarse de conseguirse los fondos para actualizar y mejorar su infraestructura. La línea “low-cost” Polar consiguió la autorización para operar desde La Plata hacia numerosos destinos.

El intendente Garro cree que “sería sinónimo de una explosión importante de inversiones, ya que no es lo mismo tener aeropuerto propio que no tenerlo, y La Plata es la capital de la provincia más importante del país”. Y ya se habla de la revolución que generaría en el sudeste del partido este emprendimiento y el paso de la futura extensión de la ruta 6. Pero para que esto ocurra, habrá que obtener e invertir en el predio de 13 y 610 unos diez millones de dólares. Y lidiar con la construcción de hangares, una nueva terminal de pasajeros, una torre de control, el balizamiento de las pistas, una serie de mejoras en su superficie de rodamiento, etcétera.

un gigante casi abandonado

En la actualidad, el gigante de 400 hectáreas comprendido a grandes rasgos entre 7, 22, 610 y 630 luce como una terminal de ómnibus abandonada allá por los años ‘40 o ‘50 del siglo pasado. Sólo está activo por las mañanas y hasta poco después de los mediodías, de la mano de vuelos privados y traslados de funcionarios. Por las tardes y noches, silba el viento en los pastizales y las arboledas que crecieron de manera espontánea.

Hace seis años, la Provincia anunció una inversión de 25 millones de pesos para “permitir que puedan aterrizar en forma simultánea y en hora crítica dos aviones comerciales de 100 pasajeros cada uno”, y “construir una aeroestación de 7 mil metros cuadrados”. Sin embargo, esas obras no se realizaron.

Más lejos del centro platense que las otras cabeceras, pero fuertemente vinculado con la historia e identidad fundacional, el Puerto supo albergar hace décadas un intenso movimiento de pasajeros. Meses atrás, entidades del sector turístico comenzaron a trabajar para impulsar la creación, en la zona del Dock Central, de un polo recreativo, histórico y gastronómico que podría incluir la reactivación del transporte de pasajeros por vía fluvial a diferentes destinos de Uruguay.

En la Cámara de Turismo Regional La Plata, y con el beneplácito de las autoridades del Consorcio del Puerto La Plata, se expresó que “se evalúa la posibilidad de recuperar para la actividad comercial, cultural y recreativa un edificio imponente y de fuerte valor patrimonial, como la vieja usina que está sobre la calle Baradero -que une Berisso con Ensenada-, y también la recuperación de las partidas por vía fluvial a destinos nacionales, como San Fernando o Rosario, e internacionales, como Colonia o Montevideo para lo que habría que montar una oficina aduanera y de migraciones”.