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Los pibes del Lobo dieron lucha en el Monumental y arañaron el empate

Por WALTER EPÍSCOPO

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Los dos jugaron con formaciones alternativas, integradas por suplentes y juveniles, porque están a pocos días de jugar partidos históricos, que definirán la Copa Libertadores, contra Boca, en el caso de River, y la Copa Argentina, frente a Rosario Central, considerando el panorama de Gimnasia. Y con sus armas terminaron ofreciendo un encuentro interesante, con matices y un resultado que a pesar de la diferencia final, estuvo abierto durante buena parte. Ganó el Millonario 3-1.

La pasó mal el Lobo en el primer tiempo, al punto de haber quedado dos goles abajo, con posibilidades de una diferencia mayor, pero descontó ni bien comenzado la segunda parte, y en lo que significó algo así como un nuevo partido, se puso a la altura del Millonario, y llegó a jugarle de igual a igual un partido que bien pudo finalizar igualado, pero terminó siendo victoria 3-1 por un gol sobre la hora que verdaderamente estuvo de más.

Jugaron para cumplir, porque la AFA no les autorizó una reprogramación, y aunque pocos de los jugadores que anoche estuvieron en el Monumental serán parte de los partidos que asoman en el horizonte, lo exhibido les permitió caminar en dirección a esos dos enormes desafíos a pie firme, con la ilusión de quedarse con esas Copas que por estos días andan dando vueltas, tanto en La Plata como en Nuñez.

EL TOQUE DE RIVER

La movilidad y precisión de River, para mover la pelota y utilizar todo el ancho del campo, marcó la distancia inicial que dejó en un segundo plano la idea de Gimnasia, que no pudo afirmarse delante de su área, aunque si preocupó con salidas rápidas por afuera, que siempre tuvieron como objetivo la búsqueda del venezolano Hurtado.

El pretendido orden del Lobo se instaló recién pasado el cuarto de hora, cuando Borré ya había convertido el 1-0 en jugada que mostró como la mejor postal esas referidas cualidades del equipo de emergencia diagramado por Marcelo Gallardo. Apareció De La Cruz en la franja central, filtró la entrega para Álvarez, que le sirvió la apertura con asistencia exquisita.

Igual que durante la semana en Mar del Plata, por la Copa Argentina, la escuadra albiazul, esta vez plagada de juveniles, no sintió el impacto de quedar un gol abajo, y con Hurtado como bandera desnudó debilidades propias de una estructura defensiva, como la que esperaba, no habituada a jugar.

Las banderas contra Boca y la Conmebol demoraron anoche el inicio del partido en el Monumental

Con sus armas, y a pesar de los errores que se multiplicaron, en todos los planos, el partido resultó verdaderamente entretenido, con dinámica en la conducción y situaciones de peligro, que se sucedieron, hasta en un número mayor al que se podía suponer en la previa considerando la presencia, en mayoría, de suplentes y juveniles.

Justamente Borré, el único titular alistado en River por encontrarse suspendido para la finalísima por la Copa Libertadores, se encargó de aumentar al cabo de una buena acción personal de Ferreira por el medio, que desembocó en una entrega justamente para el colombiano, que empujó la pelota al fondo del arco.

A esta altura de la noche, y con el cierre del primer tiempo a la vista, era poco menos que un partido entre River contra el venezolano Jan Carlos Hurtado. Si, porque los desacoples defensivos del conjunto albiazul se hicieron más notables a medida que el toque de River ganó en confianza, con De La Cruz y los juveniles Álvarez y Ferreira desarrollando jugadas que esperaba Borré.

La formación puesta en cancha por Pedro Troglio no encontró la forma de imponer presencia en la línea media, y en esa región fue donde el Millonario elaboró maniobras que fueron imposible de resolver para una defensa que apareció lenta ante la velocidad con que maniobró el ataque y que después del segundo gol quedó muy expuesta.

Un par de salidas por los costados, más algún tiro libre, le permitieron a Gimnasia en algún momento salir del encierro, y como la última línea de River tampoco brindó todas las seguridades, la presencia de Hurtado, por lo general volcado a la derecha, representó la ilusión de un posible descuento.

LA GARRA DE GIMNASIA

El final del primer tiempo fue lo mejor que le pudo pasar al Lobo, más porque ni bien se reinició el juego, otra corrida de Hurtado, en este caso por la izquierda, desembocó en el descuento de Matías Gómez. Con suspenso y reclamos, porque Germán Lux manoteó la pelota y no fue claro si esta ingresó completamente. Pero el línea encargado de atender la zona corrió en dirección al medio de la cancha, por lo cual Silvio Trucco convalidó.

Esto determinó algo así como un borrón y cuenta nueva, que dio lugar a un partido nuevo, más a la medida de Gimnasia, porque se impuso el esfuerzo físico, la fricción, el choque. River, de pronto, quedó lejos de aquel equipo contundente que había sacado dos goles de ventaja como una consecuencia lógica de lo sucedido sobre el terreno.

El juego se apretó en el medio de la cancha, y las llegadas sobre los arcos se tornaron esporádicas. Con un agregado: el despliegue les empezó a pasar factura, a los dos equipos. Los dolores, las contracturas y los calambres apuraron las variantes, y disminuidos, tras un par de ataques a fondo por lado, llegaron al final de un partido que estuvo a la altura de las necesidades. Con un tercero de River que estuvo de más, porque la distancia de un gol hubiera sido la más apropiada para la imagen final del partido.