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Menores y delito, la combinación que ahora puso en tensión a Arturo Seguí

Mariana Insaurralde tiene su casa, en Arturo Seguí, en preparativos para una reforma. Pero en su vida familiar no está todo dado vuelta por la obra, si no porque en un lapso de doce horas le entraron a robar dos veces. La primera, el domingo pasado por la tarde. La segunda, mientras descansaba de trámites agotadores en la comisaría de Villa Elisa por el primer robo, que la tuvieron ocupada hasta la madrugada del lunes. Aseguran en inmediaciones de la cuadra donde está situada la vivienda familiar, 415 entre 151 y 152, que esa es solo una muestra de una sucesión de episodios de robo que ocurren casi a diario en el barrio por los que se señala a un grupo conformado por un puñado de menores que no superan los 16 años.

Tal como ocurrió durante buena parte del año pasado en el Centro de la ciudad, cuando grupos de chicos que, en casos, arañaban el inicio de la adolescencia, fueron involucrados en decenas de robos piraña, escruches y hasta asaltos a mano armada, durante los últimos días la tensión subió a tal punto en Arturo Seguí que ya se organizaron dos asambleas ante la sede del destacamento policial en la que se propusieron medidas de reclamo y hasta protestas callejeras como el corte del Camino Centenario o ante la sede de Tribunales en la Ciudad.

Fue después de un episodio en el que los damnificados por uno de los robos del fin de semana se encargaran de realizar su propia investigación para recuperar los bienes. A Mariana le avisó un pariente que la bicicleta de su esposo estaba dando vueltas por el barrio, al comando de un chico de 12 años que también tiraba tiros al aire con un revólver calibre 22, también parte del botín extraído el domingo por la tarde. Finalmente, los damnificados de ese hecho se reencontraron con la bici. Según contó la mujer, fue en la comisaría, luego de que se cruzara con policías por el reclamo de que actúen ante los robos y advirtiera que los vecinos se iban a ocupar de ir a buscar esas pertenencias a una casa de la zona.

Según los vecinos, mientras debatían en una asamblea, los chicos se paseaban armados

CHICOS DEL BARRIO

Por tratarse de menores de edad, no serán identificados. Pero los vecinos y los efectivos policiales saben todos los nombres que encarnan las sospechas. En casos ya registran entradas en la comisaría. “Todos los conocemos. Son chicos del barrio, hay uno que tiene 12 años y los otros están entre los 14 y los 15”, contó Clara Peña, otra vecina del área.

Tres días antes de que Mariana Insaurralde encontrara su casa patas para arriba, pero sin varios elementos, entre los que se destacaban la bici y dos revólveres calibre 22, la Policía informaba que tras un robo de una moto en la zona y datos que aportó el dueño se avanzó con una investigación en una vivienda situada en 411 entre 150 y 151. Allí estaba la Honda XRD 300 roja y algo que llamó la atención de los agentes, dos plantas de marihuana. En la casa no había a quien inculpar. O sí: “no estaba el que creemos que había robado la moto, pero la dueña de casa dijo que las plantas eran de su pareja”. Es la mamá del chico de 12 años al que denuncian los vecinos.

A pocas cuadras el doble robo a la casa de Insaurralde, un día después, un matrimonio de jubilados sufrió el acecho de una banda que intentó tirar abajo la puerta de entrada a su casa, situada en 144 entre 410 y 411, con un ariete de hierro. Luis Sosa, el dueño de casa, llegó a ver “la figura de uno de los pibes, que claramente era menor de edad”, dijo a este diario y añadió que “no pude distinguirlo demasiado entre la oscuridad y el apuro con el que se fue junto al resto”, explicó. El vecino que lo acompañaba mencionó que los robos en la zona recrudecieron en los últimos años y recordó un episodio grave que ocurrió el 24 de diciembre pasado: “En plena Nochebuena le pusieron un revólver en la cabeza a una nena de 8 años para robarle el celular en la calle”.

EL ROBO DE UNA MOTO A LOS 12

En un escenario de tensión extrema, dos días después de que el jubilado sufriera el intento de ingreso a su casa, en un grupo de vecinos que hablan a diario sobre la problemática del delito se apuntaba el robo de una moto en 153 entre 415 y 416. Hubo denuncia y en la actuación policial de la comisaría de Villa Elisa quedó involucrado un chico de 12 años, el mismo de la casa del episodio policial con las plantas de marihuana. A ese niño y sus dos amigos de 14 y 15 años, los ubican en decenas de hechos de robo.

“Estos casos se suman a otros más graves, con violencia. Por ejemplo, en junio del año pasado ese chico de 12 años le pegó con un adoquín en la cabeza a otro de 18 que iba con un amigo. Los abordaron para robarles mientras ellos -las víctimas- trotaban por un parque del barrio. Los amenazaron con cuchillos y la víctima lo empujó. El más chico le dio con el adoquín y le fracturó la cabeza”.

En un escenario de tensión extrema, algunos vecinos que se juntan en forma periódica en asambleas coinciden en manifestar su preocupación por la sucesión de delitos y la violencia en algunos, como el de los adolescentes atacados con el adoquín o la jubilada asaltada en su casa de 146 y 413, el 1º de octubre. Le pegaron en la cabeza y se llevaron 200 mil pesos. Menos de una semana después, en 419 entre 146 y 147, en una escena similar, un nene de 7 años ofreció la plata que le había dejado “El Ratón Pérez” para frenar la violencia que sufrían sus mayores. Según la agrupación vecinal, en todos los casos, está la mano de los menores.

Algunas víctimas le contaron a este diario sobre apariencias de hombre como identificación posible del atraco y la violencia, pero en el barrio aseguran que buena parte de los males nacen de las manos de un niño y dos adolescentes a quienes pueden sumarse otros dos. Ninguno pasa de los 16.

“ARMADOS POR EL BARRIO”

“Hace dos semanas, cuando hicimos la asamblea después de que robaran mi casa, andaban armados por el barrio. Nosotros los vimos”, apuntó Insaurralde.

La mujer le relató a este diario, que logró recuperar la bici de su esposo y uno de los revólveres porque fue directamente a la casa de las sospechas, la misma en la que unos días antes habían hallado las plantas de cannabis mientras buscaban la moto. “Yo sabía quién había sido y fui. Antes estuve en la comisaría y me dijeron que no podían actuar sin pruebas. Entonces, me ocupé yo del problema y al final tenía un patrullero al lado mío mientras rastreaba al pibe en el barrio. Pero las cosas me las llevó a mi casa la mamá”.

COMISARÍA, CASA Y CALLE

El descontrol que plantean los vecinos no es ajeno al mundo policial. “Sabemos que los chicos están involucrados en algunos hechos, pero cuando actuamos los tenemos que dejar libres en forma instantánea porque son menores inimputables de delitos”, sostuvo la fuente consultada.

El señalamiento llegó a un punto extremo: durante los últimos días circuló una convocatoria a una asamblea vecinal con un mensaje cargado de bronca, que fue ilustrado con las caras de 5 adolescentes.

La convocatoria contempla la realización de una nueva asamblea dedicada a buscar respuestas entre los vecinos y de las autoridades policiales. A la vez, para esta oportunidad se prevé también la realización de una manifestación por las calles de la localidad.

ASAMBLEA Y MANIFESTACIÓN

En un “pueblo chico” como Seguí (18 mil habitantes) no es difícil de prever que, como ya sucedió, los adolescentes en cuestión aparezcan como imagen de fondo, pasando por el predio del ferrocarril donde se realizan las reuniones, mientras los vecinos discuten sobre los delitos que les adjudican.

La manifestación por las calles de la localidad pasará frente a la casa de algunos de los apuntados, donde viven junto a padres y hermanos.

En Arturo Seguí todos se conocen. O por lo menos hablan con familiaridad de sus vecinos. Por eso, los referentes de la movida vecinal pueden armar rápidamente un mapa genealógico de los menores a quienes señalan: todos pertenecen a familias con historia en un radio de 20 manzanas. En algunos casos, sus padres nacieron y se criaron allí, según señalan. “Entre ellos se conocen y hasta tienen algún nivel de parentesco”, apuntó una referente de la asamblea.

Los vecinos mencionan un historial de delitos en algunas de esas familias y en la Policía confirmaron que en uno de los casos, hay sospechas de que la madre está al tanto de todo lo que hace el hijo. “La señora dice que no puede con él. Que es adicto a la droga”, apuntó la fuente policial. El niño tiene 12 años ¿El padre? “Unos años atrás fue asesinado por un efectivo de la Policía cuando quiso robarle la bicicleta”, apuntó el policía. Las fuentes coinciden en que nada de lo que vino después en la vida de su hijo ayudó a correrlo de la situación de vulnerabilidad en la que vive hoy.

En la comisaría de la zona, la décimo segunda de Villa Elisa, hay alrededor de una docena de actuaciones en las que aparecen involucrados los menores señalados por el vecindario. En particular, el más joven del grupo. “Mide uno veinte, pero es capaz de lo peor”. La definición, palabras más palabras menos, está en boca de los asambleístas.

Así, lo ubican en escenas de entraderas y asaltos con situaciones de violencia extrema sobre víctimas que viven a pocas cuadras de su casa. Algunos de esos casos fueron reflejados por este diario durante los últimos meses, con testimonios de damnificados que describían a ladrones mayores de edad empuñando armas, golpeando a una jubilada o “picaneando” a otra víctima.

En la Policía son más cautos. “Se dedican a escruches. No tenemos datos que nos lleven a una situación de ese tipo”, explicó un jefe de la zona norte.