Inicio Argentina Otra vez postergado, ¿para el 8 de diciembre?

Otra vez postergado, ¿para el 8 de diciembre?

La superfinal de la Copa Libertadores entre River y Boca fue postergada ayer por segundo día consecutivo y los presidentes de ambos clubes deberán comparecer el martes en las oficinas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), en Paraguay, para fijar nueva fecha y condiciones de realización. La fecha probable de disputa es el sábado 8 de diciembre, una vez que pase la Cumbre del G20 en Buenos Aires.

El presidente de la entidad sudamericana, el paraguayo Alejandro Domínguez, confirmó la decisión después una presentación realizada por Boca, en la que reclamó la suspensión por entender que no había “condiciones de igualdad” para la disputa del partido, tras la agresión sufrida el sábado por sus jugadores cuando llegaban al estadio en micro.

La sorprendente es que el anuncio llegó después de las 14, cuando en el estadio ya había una buena cantidad de hinchas presentes y una muiltitud camino al Monumental en autos particulares, colectivos y transporte público. ¿Tan difícil hubiese sido anunciar la suspensión en un horario prudencial para evitar la movilización de la gente? En esta Copa Libertadores que estuvo plagada de irregularidades, no sorprende.

Diez minutos antes del anuncio de Domínguez, el Club River emitió un comunicado a través de las redes sociales anunciando que el partido se jugaba a las 17. La idea, cuando el rumor era que el partido se suspendía, fue dejar en claro que no era el local quien tenía esos planes. Lamentable.

Domínguez y los presidentes de River y Boca, Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici, habían firmado un acuerdo el sábado tras la primera postergación para celebrar la superfinal el domingo a las 17 con público. Pero el club visitante modificó su postura después de una madrugada plagada de reuniones.

Angelici, el cuerpo técnico de Guillermo Barros Schelotto y los jugadores, con el respaldo de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), acordaron la negativa de jugarlo ayer como pretendía la Conmebol y también el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, que había llegado al país especialmente para participar de la fiesta. Luego el suizo desmintió que haya presionado para jugarlo sí o sí.

El capitán de Boca, Pablo Pérez, lesionado en el ojo por la rotura de los cristales del ómnibus, concurrió al mediodía al Sanatorio Otamendi junto con un escribano para constatar que no estaba al ciento por ciento de sus posiblidades para jugar.

Pese a que el jugador quería hacerlo, como afirmó con gestos a la salida de la clínica, los médicos de Boca recomendaron que no y anexaron el diagnóstico del Otamendi al reclamo que presentaron ante la Conmebol minutos después.

En esa presentación, el club dirigido por Angelici pidió ayer la suspensión del partido y la aplicación de sanciones a River como responsable de la organización de la truncada superfinal.

El castigo reclamado por Boca está contemplado en el artículo 18 de la Conmebol y, entre otras medidas, estipula la deducción de puntos, la determinación del resultado del partido o la descalificación del club infractor de la competencia en curso.

Domínguez, en diálogo con el canal Fox Sports, se refirió puntualmente a la suspensión y habló de “sentido común”, pese a que pasado el mediodía había ratificado que el partido comenzaría a las 17 como estaba previsto, aún cuando ya era público que Boca se negaba a jugarlo.

“Llamamos al buen comportamiento de la sociedad, Argentina no merece dar esta imagen, tiene que demostrar que es capaz de organizar un partido como este en paz”, lamentó el presidente de la Conmebol, que fue uno de los tantos protagonistas que dejaron mucho que desear en las semanas que lleva esta Súper Final presente en la atmósfera argentina. Luego de tantas idas y vueltas los amantes del fútbol que no son de Boca ni River están cansados de semejante manoseo.

¿Y ahora cuando se juega?

Domínguez, D’Onofrio y Angelici se encontrarán masñana a las 10 en Luque, ciudad sede de la Conmebol, para definir la nueva fecha de la superfinal. Las primeras versiones indican que podría disputarse el sábado 8 de diciembre.

El próximo fin de semana es prácticamente imposible por el operativo de seguridad que se desplegará en Buenos Aires por la realización de la cumbre presidencial del G 20, que traerá al país a los principales presidentes del mundo, entre ellos el de Estados Unidos y el de Rusia. Si no pudieron garantizar la seguridad el sábado, con esta Cumbre parecería realmente imposible…

Entonces, como si fuera poco, alguien de la Conmebol pensó en disputar esa final en Emiratos Árabes, para sacarle la “tensión” que significa jugar este tipo de partidos en el país. Sin lugar a dudas, una medida por demás disparatada que no tiene ningún tipo de asidero.

El campeón de la Libertadores 2018 debe participar del Mundial de Clubes FIFA que se realizará del 12 al 22 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos. El debut del equipo argentino será el martes 18 en la ciudad de Al Ain, de modo que la superfinal debe jugarse con la suficiente antelación para preparar ese compromiso.

Para colmo, River debe disputar contra Gimnasia la semifinal de la Copa Argentina pasado mañana en Mar del Plata y Marcelo Gallardo no quiere poner a todos sus titulares por temor a que programen el partido para el próximo fin de semana.

La bronca de los hinchas

Cuando Conmebol comunicó ayer la nueva suspensión, el estadio Monumental ya había abierto sus puertas y tenía ocupada -aproximadamente- el 15 por ciento de su capacidad.

Los hinchas reaccionaron con silbidos e insultos cuando la voz del estadio informó la noticia, pero posteriormente se desconcentraron del estadio sin provocar desmanes. Pero fue una decisión equivocada. Perdió el fútbol, perdimos todos los futboleros.