Contrariamente a lo que se sospecha, el juez Guido Otranto nunca quiso apartarse de la causa que lo desveló desde un inicio. Fueron la trascendencia institucional que tomó a nivel nacional el caso Maldonado y la cantidad de información distorsionada que desde el inicio de la causa se difundió los factores que lo empujaron a brindar una entrevista a LA NACION para clarificar su actuación como juez y el rumbo de la investigación.
Según escribió en su rechazo a la recusación del CELS, al juez le resultó imperiosa la necesidad de explicar públicamente los aspectos más relevantes del expediente junto con las dificultades que venían impidiendo su esclarecimiento con la celeridad que se le exigía. El magistrado entendió que sólo de esa forma contribuiría a despejar los cuestionamientos que pesaban sobre su desempeño.
Según Otranto, la lectura fragmentada de sus declaraciones, que sólo podían interpretarse en el conjunto de las entrevistas que brindó, fue lo que condujo a calificar sus dichos como una forma de prejuzgamiento, en una causa que, en ese momento, no había agotado todas las líneas de investigación. «No se puede entender como un adelanto de opinión la afirmación de que la hipótesis más razonable es que Santiago Maldonado se haya ahogado en el río Chubut, si he dispuesto tres veces el rastrillaje del cauce del río en la zona donde habría sido visto por última vez», se defendió. «Que el rumbo que adopté en la acción de habeas corpus no sea del agrado de los querellantes no implica que yo haya prejuzgado cuando lo expliqué públicamente en la entrevista», añadió. «Por el contrario, es la consecuencia necesaria que se deriva de la interpretación de las pruebas que debí realizar para orientar la investigación de acuerdo con mi leal saber y entender», escribió.