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Se agrava el escenario en el interior bonaerense y ya hay partidos al límite

Al filo. Así vive la enfermera Micaela Dambra -que trabaja en un centro de salud en la periferia de Mar del Plata y es referente del gremio que nuclea a los trabajadores de la salud (CICOP)- cada uno de estos días a los que considera sin dudar “los peores desde el inicio de la pandemia”: “hoy en Mar del Plata tenemos 4.300 casos activos de coronavirus, cuando en el pico de 2020 tuvimos poco más de 3.000. Cuando llega una persona con insuficiencia respiratoria, dice Dambra, empieza una carrera contrarreloj para conseguir una cama en una ciudad que al final de esta semana tenía sus terapias intensivas ocupadas en un 80%. En ese marco, “se va buscando una solución caso por caso, a veces con horas de espera, y en medio de la angustia y la incertidumbre” (ver aparte)

A 642 kilómetros de allí, en Pergamino asisten a lo que María Martha Perretta, secretaria de salud del distrito, califica como “un aumento estrepitoso de casos”, que se distinguen de la primera ola por la alta contagiosidad y la severidad de los cuadros. Pero hay un dato más que conmueve particularmente a esta comunidad donde viven 105.000 personas y donde todos se conocen: el número de muertos a causa de la enfermedad, que había ascendido a 40 en abril, se elevó a 102 en mayo. Lo que más impacta de esas muertes, dice Perretta, es que muchos de los fallecidos son personas jóvenes, de menos de 50 años y que no presentaban comorbilidades al momento de contagiarse.

Como en Mar del Plata, como en Pergamino, escenarios similares se viven hoy en numerosos partidos del interior bonaerense, donde la segunda ola, a diferencia de la primera, comenzó a pegar fuerte casi al mismo tiempo que en el AMBA y hoy pone a prueba a estructuras sanitarias que se caracterizan por ser de menores dimensiones que las del gran Buenos Aires y, además, mucho más dispersas en el territorio.

“Si la primera ola demoró entre tres y cuatro semanas para llegar desde el AMBA al interior bonaerense, esta segunda se dio casi al mismo tiempo, algo que se atribuye a la alta contagiosidad de cepas como la de Manaos o del Reino Unido, que tienen circulación comunitaria en la Provincia”, le dijo a este diario el jefe del gabinete del ministerio de Salud de la Provincia, Salvador Giorgi, quien agregó que en el curso de la última semana y mientras los casos en el AMBA -y en la provincia en general- mostraban una leve baja, la curva para el interior bonaerense crecía.

Así, si dos semanas atrás los casos correspondientes a los distritos del interior bonaerense representaban el 20% del total provincial, en la semana siguiente trepaban al 22% y la última semana se ubicaban entre el 28 y el 30%.

El funcionario destacó que la situación de alarma alcanza a la mayor parte de los distritos del interior bonaerense (que hoy están en fase 2, mientras son pocos los que permanecen en fase 4). La lista incluye a los que suman más casos, como General Pueyrredón, Bahía Blanca, Tandil, Pergamino y Junín, pero lo es también en Bolívar, Tres Arroyos, Villegas, Trenque Lauquen, Pellegrini, Alem, Junín, Chacabuco y Alberti, entre otros.

Y si bien la ocupación promedio de camas de terapia en el interior bonaerense alcanzaba en la última semana al 65% en algunos de estos distritos como Bahía Blanca y Mar del Plata ese indicador se ubicaba en 80% y 75% respectivamente.

En ese marco, destacó el funcionario, ya se realizan derivaciones entre partidos, considerando la disparidad de situaciones: según Giorgi, la última semana, en distritos como San Miguel del Monte la ocupación de camas de terapia alcanzaba al 37%.

En Pergamino, por caso, donde la secretaria de Salud del municipio, María Martha Perretta, indica que la ocupación de camas de terapia en el partido es de entre el 90 y el 95%, debieron hacerse traslados a otros distritos dentro de la misma región sanitaria.

En el marco de la compleja situación que vive el interior bonaerense las camas no son el único elemento crítico: también lo son ciertos insumos como el oxígeno y los anestésicos y relajantes musculares que se administran a los pacientes que requieren respirador.

Según destaca Giorgi “si un centro asistencial en situaciones normales llena el tanque de oxígeno una vez por semana, actualmente lo está haciendo tres. En la Provincia hay tres empresas que proveen oxígeno y a veces no dan abasto con esta situación. Es por eso que, si bien hoy no falta oxígeno, sí se está trabajando permanentemente con esas empresas para resolver este problema en tiempo y forma para que no haya retrasos en el suministro”.

Algo similar ocurre con los anestésicos y relajantes musculares, dice Giorgi: “en este caso se trata de medicamentos que han registrado aumentos del 500%, por lo cual hay municipios que no pueden comprar y sostener ese gasto en este contexto y requieren ayuda de la Provincia”.

“Una situación compleja”

Para Jorge Herce, director ejecutivo de la Región Sanitaria III, que incluye a los partidos de Junín General Viamonte, Chacabuco General Arenales, Leandro N. Alem, General Pinto, F. Ameghino y Lincoln, allí se vive por estos días una situación por demás compleja.

“Nosotros tuvimos tres olas hasta ahora: la primera, la del verano y ésta, pero la diferencia en este caso fue la velocidad con que se declaró la crisis. En la primera y la segunda habíamos tenido un importante ´delay´, de entre tres y cuatro semanas con el AMBA, pero esta vez fue casi simultáneo”, dice.

Los casos en el interior pasaron de representar el 20% provincial a casi el 30% en tres semanas

Herce destaca que hasta ahora la peor semana que vivió esa región fue la comprendida entre el 16 y el 22 de mayo, a la que no duda en calificar de la más difícil de toda la pandemia. Y si bien en la semana siguiente el número de contagios se redujo, no bajó la presión sobre el sistema sanitario, que debido a las prolongadas internaciones propias del coronavirus, sigue estresado.

“El Hospital de Junín, que es un centro de referencia no sólo para todo el noroeste provincial, sino también de provincias vecinas como La Pampa y Santa Fe está trabajando al 100%. Y la ocupación de camas en la región supera el 90% lo que hace que ya hayamos tenido que hacer traslados hasta a hospitales del Gran Buenos Aires”, dice Herce.

Destaca además que en el interior no sólo la estructura sanitaria, aunque reforzada durante la pandemia, es menor a la del AMBA, sino que también se hace más crítica la situación relacionada con el personal.

“En el interior se hace más notoria la dificultad para conseguir enfermeros especializados en terapia intensiva, terapistas, kinesiólogos. Ante esta situación, Muchas veces el personal hace guardia en sus distritos y en otros cercanos. Es por eso que el personal de salud que ya lleva un año de pandemia está agotado”, sostiene.

Para Herce, la clave está en el avance de la vacunación y en que las medidas restrictivas dispuestas por el gobierno repercutan frenando los contagios y descongestionando un sistema de salud por demás estresado.

La marplatense Micaela Dambra, por su parte, se cuenta entre las que observa con preocupación el escenario para el futuro inmediato.

“Acá en Mar del Plata lo que preocupa es que se observa una percepción del riesgo disminuida por parte de la población comparada con la primera ola. Se ve, además, muy poco control sobre las restricciones”, dice.

También le preocupa que el alto nivel de precarización laboral repercuta en un alto incumplimiento de los aislamientos.

María Martha Perretta, desde Pergamino dice, por su parte, que la vacunación tardó más en llegar a algunos distritos del interior.

“Hoy tenemos 27% de la población vacunada, pero transitamos nuestro peor pico de pandemia sin vacunas, porque la mayor parte de ellas se aplicaron en mayo”.

Desde el ministerio de Salud, Salvador Giorgi sostuvo al respecto que “no hay diferencias en cuanto a la vacunación entre los distintos distritos de la Provincia. Se largó la campaña al mismo tiempo para todos”.