Inicio Argentina Sin examen de ingreso, aumenta la cantidad de extranjeros en Medicina

Sin examen de ingreso, aumenta la cantidad de extranjeros en Medicina

El aluvión de ingresantes que se produjo en la Facultad de Medicina cuando se eliminó el exámen de ingreso, demuestra por sí soloque esa es la razón fundamental por la que tantos extranjeros optaron por esa casa de estudios, aunque no desean explicitarlo. Otra facilidad es la gratuidad de la enseñanza. Los miles de estudiantes que ingresaron en los últimos tres años generaron dificultades que fueron motivo de renuncias de profesores y de las críticas de la agrupación mayoritaria de graduados. Los estudiantes puntualizaron en distintas declaraciones que faltan hasta aulas y no se designan la cantidad de profesores requeridos por el crecimiento del número de alumnos.

En ese sentido, la Universidad Nacional de La Plata tiene su Torre de Babel y está en la facultad de Ciencias Médicas, donde uno de cada dos ingresantes para obtener el diploma de médico, es extranjero. De los 4.471 que se inscribieron a esa carrera en este ciclo académico, 2.168 (el 48 por ciento) no cuentan con documento argentino y la mitad de ellos (1.167) proviene de Ecuador.

Con 421 (17,5 por ciento de migrantes) anotados siguen los brasileños, que hasta 2021 eran mayoría entre quienes llegaban de otros países a estudiar a 60 y 120 y que hoy, como se indicó, son desplazados por los ecuatorianos.

Entre los aspirantes a Medicina hay además 350 colombianos (14,5 por ciento) y 226 peruanos (9 por ciento). Los distintos matices del castellano se perciben también en las voces de chilenos (este año se inscribieron 108); paraguayos (41); bolivianos (37) y venezolanos (22) que, según consta en los registros del Rectorado a los que accedió EL DIA, cursan en la unidad académica más populosa de la Universidad.

Aunque en la Universidad hacen una salvedad metodológica, advierten que en la facultad del Bosque, además de Medicina, se dictan otras cuatro carreras: Nutrición, Obstetricia, Enfermería y Tecnicatura en Prácticas Cardiológicas. Entre todas, reúnen poco más de 7 mil ingresantes con 2.398 extranjeros, que en general no eligen las carreras que no otorgan el título de médico, por lo que la cifra cae al 33 por ciento”, aseguran.

Hay, de todos modos, otro dato que impacta: de cada tres extranjeros que este año ingresaron a la Universidad local, dos estudian en Medicina. En esa unidad académica, como se dijo, se anotaron 2.398 estudiantes de otras naciones, casi el 60 por ciento de los 4.196 inscriptos en toda la Universidad.

En primera persona

La gratuidad y el ingreso irrestricto son el poderoso imane para atraer a jóvenes como Gabriel Esparza, que el año pasado se inscribió en Medicina “porque no tenía curso eliminatorio”.

Claro que “Gabo”, como lo conocen en la facultad, hubiera preferido estudiar en Ibarra, la ciudad de la sierra ecuatoriana en la que nació hace 20 años. Pero “en mi país es muy difícil entrar (a la educación superior), ya que existe una prueba en la que tienes que tener un puntaje específico para ingresar a la carrera y universidad de tu gusto”, explica, e insiste: “Por eso elegí La Plata, porque me enteré que no había un curso eliminatorio”.

Mayerlin Solórzano Morcillo, de 20 años y oriunda de San Lorenzo (en la frontera de Ecuador con Colombia) coincide con su compatriota a la hora de justificar los motivos que hace dos años la llevaron a estudiar en la facultad platense. Inmediatamente después de valorar que la UNLP “es una de las mejores universidades en Sudamérica” subraya la “facilidad” del ingreso irrestricto y compara: “En Ecuador para poder ingresar a una carrera universitaria se necesita pasar una prueba con un puntaje de 1.000 puntos y lo mínimo que necesitas para hacer Medicina es 990. Además, dan muy pocos cupos al año y en cuanto a las universidades públicas también te toman un examen de ingreso para saber tu nivel de enseñanza y el ciclo de un semestre de Medicina ronda los 5 mil dólares. Eso es un ojo de la cara”, se escandaliza.

Proveninte de Campos dos Goytacazes, Río de Janeiro, Brasil, es Melitón Benjamin Estefania Ortiz, que con 34 años tiene experiencia como voluntario en brigadas sanitarias y cuenta ya con una licenciatura en Psicología y un posgrado en Neuropsicología que realizó en su país. Pero cuando quiso estudiar Medicina optó por la Casa de Estudios de La Plata. Porque, según describió el estudiante, aún cuando en la nación vecina hay universidad pública, “es demasiado difícil acceder a esta carrera, es extremadamente concurrida y abren pocos cupos al año. Mientras que en Argentina se conjugan la calidad de la enseñanza, que es pública y con ingreso facilitado”.

Incluso Melitón, que se inscribió en 2021, no reniega de que -sin curso eliminatorio- el primer año de Medicina funcione aquí como una suerte de “filtro”. Pues dice preferir eso al rigor brasileño, donde un estudiante “puede pasarse de 3 a 5 años preparándose tan solo para aprobar el examen de ingreso”.

Pero si el sistema de enseñanza estatal pone barreras en Brasil, mucho más lo hace la educación privada, donde cursar una carrera puede costar, como mínimo, 10 mil reales al mes (unos 800 mil pesos, a valor blue), según advierte Ortiz y que por eso le estará eternamente agradecido “al pueblo argentino, por darme la oportunidad de estudiar y vivir acá”.

Fenómeno inédito

La cantidad de no residentes que se anotan en Medicina de La Plata es un fenómeno inédito en el país, por encima de la media nacional. Según las últimas estadísticas de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), poco más del 20 por ciento de los extranjeros elige esta carrera por sobre otras 150 ofertas académicas en universidades públicas.

Y en la UNLP ninguna otra de las 17 casas de estudios platenses recibe las cuatro cifras de ingresantes no nativos que año a año admite la facultad de 60 y 120. Parte de un crecimiento que se disparó allá por 2015, cuando se quitó el ingreso eliminatorio y, de un promedio de 300 nuevos alumnos por año, se pasó a los más de 7.000 aspirantes y 30.000 estudiantes activos actuales.

“Somos como un gran pueblo de Provincia conviviendo en una misma unidad académica, con habitantes que hablan diferentes idiomas o el mismo idioma, pero con tonalidades diversas”, grafica un profesor y médico de larga trayectoria que pide mantener su nombre en reserva.

Consultado para esta nota, el presidente de la Universidad, Martín López Armengol, aclara que históricamente la casa de estudios ha recibido a estudiantes de otros países, en particular de la región. En ese sentido, defiende “el espíritu abierto e inclusivo” de la casa de estudios, que “entiende a la educación superior como un bien público y social y un derecho humano universal”. A la par que añade que “el no arancelamiento en el grado, el ingreso irrestricto de la enseñanza y la amplia oferta académica, junto con su excelencia educativa” convierten a la Universidad, y muy puntualmente a Medicina, “en destino de estudiantes extranjeros y en una de las universidades más prestigiosas y reconocidas de América Latina, como lo demuestran distintos rankings internacionales”.

Quedarse o volver, esa es la cuestión

Con un promedio que supera los dos mil ingresantes extranjeros por año, ¿cuántos alumnos del exterior alberga en la actualidad Medicina? Y de ellos, ¿cuántos son los que, al recibirse, deciden quedarse a ejercer la profesión en la Argentina? ¿Cuántos los que, una vez formados aquí, partirán sin integrarse al sistema de salud pública?

Son preguntas que, a la fecha, no tienen respuesta. A la primera cuestión, en la unidad académica que conduce el decano Juan Ángel Basualdo Farjat aseguraron no contar con “números exactos” y, a través de voceros, solo se limitaron a desmentir los datos que figuran en los registros de la Universidad. Ninguna autoridad accedió a hablar para esta nota.

Tampoco en el Colegio de Médicos de la provincia de Buenos Aires pudieron precisar la cantidad de profesionales no argentinos que se matriculan en el distrito I y le apuntaron por eso a la facultad, que “no informa nada”.

Luego de advertir que la escasez de datos fehacientes es un problema a resolver, el presidente de la Cicop (el gremio de los profesionales de la salud en la Provincia), Fernando Corsiglia, relata su experiencia de años recorriendo pasillos de hospital y observa con asombro que, de un tiempo a esta parte, muchos residentes extranjeros eligen regresar a sus países una vez terminada la carrera: “Si bien algunos se quedan a ejercer la profesión en la Argentina, veo a muchos muy preocupados en hacer su carrera de grado, continuar con alguna residencia o especialización y volver a sus lugares de nacimiento”.

Es la incertidumbre que, por caso, muestra la alumna brasileña de Guarapuava: “Cuando llegué a Argentina, en 2019, pensaba en quedarme y hacer la vida acá. Pero hoy, con la situación económica que ha empeorado mucho en los últimos años me asusta la idea del futuro aquí. Por eso, cuando me reciba volveré a Brasil”, asevera y que además la familia tira: “El hecho de estar lejos también es una situación difícil. Los años pasan y, aún más después de la pandemia, la incertidumbre de la vida y certidumbre de la muerte, asusta. Pensar que quizás mis padres no estén tanto tiempo pesa a la hora de querer volver”, se explaya.

La paradoja salta a la vista. Por un lado, la Ciudad con su facultad de Medicina con ingreso irrestricto es un polo de atracción para los extranjeros que, por otra parte, una vez recibidos planean regresar a su patria espantados por las condiciones laborales que aquí se presentan.

“Si vienen a estudiar acá es porque para ellos es mucho más ventajoso que en sus países, con una calidad de enseñanza que consideran de prestigio; además de encontrar que el costo de vida, en dólares, hoy les resulta bastante más barato que en sus lugares de origen”, describe en primer lugar Corsiglia.

Facilidades académicas y accesibilidad económica configuran un combo ideal para los migrantes que estudian Medicina en La Plata, donde, según coinciden, pueden vivir con entre 200 y 300 dólares al mes. Por eso es que, aún proviniendo de países con sistema de enseñanza pública como Brasil, donde la vida es más cara y el ingreso a la universidad más difícil, muchos prefieren formarse en esta ciudad. A miles de kilómetros de sus casas, pero con la certeza de que volverán algún día.

“La realidad del sistema público de salud no ayuda a que se queden a ejercer aquí y las condiciones laborales no favorecen la inserción profesional”, advierte el titular de Cicop para luego enumerar, entre otros obstáculos, los “bajos salarios, falta de personal en los establecimientos, problemas de infraestructura severos en edificios, falta de insumos y de equipos”.

Un año de cursadas sin pisar la Argentina

Ese futuro, aunque preocupante, pareciera todavía lejano para quienes recién ingresan a una carrera como Medicina en la que, en promedio, los estudiantes tardan no menos de diez años en recibirse. Peor aún, ese plazo podría extenderse tras las condiciones que impuso la pandemia, con clases virtuales que en la facultad de 60 y 120 duraron más de la cuenta y que en algunas materias perduran hasta hoy, cuando ya pasaron tres años de la crisis sanitaria. Eso, coinciden profesores y alumnos, ha afectado severamente el proceso de enseñanza-aprendizaje.

De aquellos días de cuarentena, Mayerlin Morcillo recuerda que hizo su primer año de cursada de manera remota, desde Ecuador y que no fue hasta el año siguiente que pisó la sede universitaria de platense por primera vez: “Fue algo complicado, al menos en las materias que necesitábamos una presencialidad para trabajar con preparados anatómicos o prácticas de laboratorio”, admite y que a la fecha hay varias cátedras que siguen cursándose en forma virtual, pese a que el año pasado el Decano prometió presencialidad total a cambio de los votos del claustro estudiantil que lo terminó eligiendo por otros cuatro años, hasta 2026.

Superada la pandemia, en 60 y 120 el mismo reclamo sigue sonando como un eco. “Ojalá este año sea el de la presencialidad plena”, dice como quien desea la joven ecuatoriana.

De Brasil, otra alumna comparte: “Fue bastante difícil la virtualidad, yo cursé Anatomía, Histología y Fisiología a la distancia en 2021 y realmente el hecho de tener actividades remotas dificulta mucho el aprendizaje”.

Corsiglia retoma que en Medicina “la inmensa mayoría de las materias requiere de la interacción, el contacto y la observación de los pacientes, algo casi imposible de hacer de manera virtual. Si bien algo de eso se pudo lograr en la pandemia, fue a costa de la calidad de la enseñanza”.

El aprendizaje afectado

Y aunque aclara que la facultad sigue gozando de cierto prestigio, el referente de Cicop advierte que el aprendizaje en 60 y 120 se ha visto afectado por la extendida virtualidad y, de regreso a la “nueva normalidad”, por las referidas condiciones de superpoblación: “No es lo mismo dar una materia cuando tenés un intercambio fluido con los profesores, que hacerlo en aulas más que repletas”, apunta.

No obstante Corsiglia no propone limitar el número de inscriptos. Sino que la facultad, como vienen exigiendo los alumnos, tome medidas para que la capacitación de los futuros médicos “se dé en condiciones adecuadas, con más sedes académicas, más docentes, sumando herramientas”. Cree que eso ayudaría a evitar, por ejemplo, “bochazos” como el que la semana pasada consignó este diario: de 700 alumnos que se presentaron a un parcial de Bioquímica, más de 500 desaprobaron. Antes, una cifra similar de reprobados habían arrojado materias clave como Anatomía e Infectología. Es un cuadro de situación que para el representante de los profesionales de la salud en la Provincia lejos está de ser un fracaso de los estudiantes: “Esto habla del fracaso de una facultad que no es capaz de brindar lo necesario para que los chicos y chicas tengan una formación de calidad”, remata.

El costo por egresado en las facultades de medicina de todo el mundo es muy elevado en relación a otras carreras por la necesidad de contar con una alta proporción de catedráticos respecto al número de alumnos que exige la enseñanza de la medicina. Además por las instalaciones y elementos requeridos en la formación de los futuros médicos, que en muy pequeños grupos deben ser guiados por docentes cuando se llevan a cabo las imprescindibles visitas a los enfermos internados en hospitales. En La Plata esos costos tal vez se reduzcan porque la relación entre el número de alumnos y el de profesores sea diferente al de mucha de esas facultades.

En Harvard hubo un escándalo en 2018 por favorecer a ingresantes ante el exigente examen