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Tras una tregua, amenazas, robos y un incendio devolvieron a Seguí al delito

José Glorioso

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“Si nos denunciás te vamos a prender fuego la casa”, escuchó Miguel Ángel Velázquez de boca de los mismos ladrones que se habían metido unas horas antes en la vivienda situada en 151 entre 410 y 411, Arturo Seguí que comparte con cuatro hijos. Le robaron y luego cumplieron con la amenaza, según denunció el dueño de la vivienda: durante la madrugada del lunes, las llamas consumieron prácticamente todo lo que había y lo dejaron en una situación de vulnerabilidad de tal magnitud que ahora necesita de la solidaridad de sus vecinos como para reconstruir un hogar para sus hijos.

A pocas cuadras, antenoche, un cuadro de las mismas características: un ladrón conocido para las víctimas y un fierro como instrumento de la amenaza en lugar del fuego. Esta vez, se sumó la Policía, pero no hubo detenciones ni citaciones. Según contaron vecinos que forman parte de la asamblea de seguridad, aparecieron cuando una integrante de ese espacio fue al nuevo destacamento de la localidad, junto a la mujer, que había pedido auxilio varias veces, temiendo la concreción de un ataque contra su esposo.

Según las quejas del vecindario, así son las noches y también los días en la localidad del norte platense que forma parte de Villa Elisa. No es nuevo, pero había expectativas de mejora desde que el viernes pasado fue inaugurado un destacamento policial en un acto con presencia de los jefes policiales y despliegue de móviles asignados a la custodia de una zona, hasta ahí dominada grupos dedicados a los robos y a la venta de drogas.

La medida salió al cruce de la reacción vecinal contra una extensa secuencia de asaltos a mano armada, golpes, amenazas y escruches a viviendas que pusieron a Seguí al borde de linchamientos a un grupo de adolescentes a quienes se señalaba por esos delitos.

Son chicos de entre 12 y 16 años, en casos con familiares también vinculados al delito. Incluso a los que cometen esos menores. “En el robo a mi casa, la madre le hacía de campana”, le dijo a este diario una integrante de la asamblea vecinal que sufrió un robo a manos del chico de 12 años de ese grupo. La mujer fue a la casa del chico a buscar dos revólveres y una bicicleta que se había llevado. Al final, la madre le trajo el botín a pocas horas del atraco.

Fin de semana con policía

El fin de semana se vieron policías en las calles, especialmente de noche y en el pueblo las conversaciones aludieron a la novedad de que ahora no hay que recorrer entre 6 y 10 kilómetros hasta Villa Elisa para hacer una denuncia o pedir ayuda. Todo se resuelve recorriendo unas cuadras hasta la vieja estación del ferrocarril.

Solo fue una tregua de pocos días. “La Policía no acudió en tiempo y forma y tuvimos que ir con los vecinos y sus hijos al destacamento”, contó Clara Peña, una de las referentes de la asamblea vecinal. Se refirió así al episodio que le tocó vivir a la familia en inmediaciones de 154 entre 413 y 414.

Las historias tienen rasgos comunes. Hay robos y las víctimas conocen a los ladrones, en el caso de los más jovencitos, desde que nacieron. Esa raíz común no ayuda, porque se reiteran las denuncias de damnificados que luego son amenazadas por las personas a quienes denuncian.

En contrapartida, desde la asamblea también se menciona que la localidad ha sufrido un cambio profundo en los últimos años, con un crecimiento urbano explosivo basado en tomas de lotes. “Hay gente buena y mala como en todos lados, pero el problema es que los móviles brillan por su ausencia”.

Desde hace dos meses, prácticamente todos los martes hay asambleas en las que solo se habla de la problemática del delito y la ausencia de respuestas que brindan la Policía y la Justicia. Puntualmente, los vecinos reclaman más patrullaje y una acción efectiva con menores que delinquen, van a la comisaría y vuelven a la calle. O bien piden intervención antes de que las amenazas se transformen en una hoguera.

Después de una de esas reuniones, el martes 5, la tensión se mezcló con un intento de linchamiento de uno de los menores involucrados en varios delitos. Una turba se dirigió a su casa y preparaba la agresión, pero la Policía se interpuso. La gresca fue entre los efectivos y quienes pretendían atacar la casa.

Desde la asamblea vecinal se aclaró luego que nadie de ese espacio había participado. “Había gente de Florencio Varela con uno o dos personas de acá”, aclaró una vecina y deslizó sospechas de ajustes entre conocidos. Finalmente, el joven señalado se fue del barrio junto a su familia. En cuestión de horas, la casa donde vivían lució un cartel donde se advertía sobre la propiedad privada del inmueble y se aclaraba que allí ya no vivía la familia en cuestión.

Aquello parecía parte del pasado, pero la situación no mejoró. “Se venía trabajando bien con los móviles, pero desde que está de licencia por vacaciones el jefe del comando de patrulla de la zona norte (Marcelo Cosoli), los móviles brillan por su ausencia y cuando uno los llama, estando (la Policía) acá, en el destacamento, vienen cuando les parece. Así que, por ejemplo, ayer tuvimos que hacer mucho para calmar a todos, con un hombre que estaba muy violento y amenazaba a una familia”, contó Clara Peña. Desde la Asamblea Vecinal anunciaron que se organizan para hacer patrullajes nocturnos.

Desde la esquina “se reía”

Los vecinos se apoyan entre sí, cuando hay robos y situaciones violentas. Peña contó que tras los incidentes del martes a la noche las víctimas de las amenazas y ella terminaron en la madrugada del miércoles con la denuncia en el nuevo destacamento policial de Seguí. No lograron la protección que buscaban. “Cuando vino un móvil, este hombre estaba en la esquina y se reía. Había dicho que iba a matar al dueño de la casa con un fierro y que buscaría ayuda de otras personas para atacarlo. Todo fue muy violento, con los nenes llorando. Los policías me decían que ellos no podían intervenir, que no estaban ahí para eso”, indicó Peña.

Todo había empezado con un chorro de agua de una manguera que pasó por arriba de una pared medianera. Al lado, vive el hombre de unos 27 años que fue denunciado por sus vecinos por robarles tres veces en un mes.

“Esto viene desde hace meses. Roban en nuestro barrio con impunidad y nos amenazan de muerte

Ayelén Serrano, vecina de Arturo Seguí