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Tres horas de zozobra para un jubilado por un secuestro virtual en City Bell

Las últimas horas del viernes pasado fueron dramáticas para Luis Alberto Faria. El jubilado de YPF recibió un llamado al teléfono fijo de su casa con la peor noticia: delincuentes habían ingresado en la casa de su hijo, lo habían golpeado y lo tenían secuestrado, a la espera de un rescate.

La situación se extendió desde las 22 hasta la 1.30 del sábado, y no fue otra cosa que un secuestro virtual, una de las tantas modalidades derivadas del “cuento del tío”.

Un día después Faria recibió a EL DIA en su domicilio de City Bell. Se lo ve más tranquilo, aunque todavía algo afectado por lo ocurrido. De acuerdo a su relato, los malvivientes lo llamaron entre las 22 y las 22.15. Como su mujer había salido, él se encontraba solo.

“Atendí y era la voz de mi hijo Facundo”, dijo. Su interlocutor lo avasalló con una historia ficticia que hizo efecto enseguida.

“Papá, me hicieron una entradera. Me rompieron la boca de una trompada, me metieron adentro y nos tienen encerrados”, fueron las primeras palabras.

Faria preguntó por Nadia, su nuera, y la respuesta no tardó en llegar: “Está acá conmigo, me están apuntando, me van a romper la cabeza. Acá te paso con uno de ellos”.

Entonces, el presunto secuestrador inquirió cuánta plata tenía en efectivo, cuántos dólares y qué tipo de joyas.

“En todo ese tiempo llamé varias veces al 911 pero nunca me atendieron. No es la primera vez que me pasa”

Luis Alberto Faria
Víctima

Luis le contestó que era jubilado “y todavía estoy trabajando para subsistir, dólares y oro no tengo”. El delincuente, sin inmutarse, le pidió que “no negocie, junte todo lo que tenga, no cuelgue el teléfono y no salga afuera porque tiene la casa rodeada”.

Por los nervios, Faria cortó. La campana volvió a sonar y, otra vez, “su hijo” gritó con desesperación por el tubo: “¡Papá, te dije que no cortes, me van a matar!”

Entre ese ida y vuelta, el hombre tomó el celular para escribirle un mensaje a su hijo, que nunca contestó.

Facundo “entra el auto tarde y como está con una bota de yeso tiene dificultades para caminar. Pensé que lo apuraron cuando bajó del auto y lo metieron de prepo”, analizó Luis.

Todo cerraba. La situación comenzó a ponerse más tirante y Faria, que sufre de hipertensión, temió por su salud. “Me mojaba la cabeza y la cara con agua fría y caminaba de un lado para el otro sin saber qué hacer. Lo único que tenía en efectivo eran mil pesos y ellos me seguían exigiendo dólares y oro”, comentó.

Los minutos pasaban y él temía por su familia. “Por suerte mi nieto no estaba, pero me daba terror pensar que le hicieran algo a mi nuera”. Buscando ayuda de alguna manera, llamó repetidas veces al 911 y “nunca me atendieron”.

En el momento de más desesperación, Faria le envió un mensaje a Nadia. “¿Estás bien?” Unos segundos después llegó la contestación: “Sí, nos estamos acostando. ¿Pasó algo Luis?”

Tras una breve charla y un encuentro en persona, el ex trabajador de YPF volvió “a respirar”.

“Ahí me di cuenta de que había sido un engaño. Ese día, un amigo me dijo que a él le había pasado lo mismo, palabra por palabra”, finalizó.