City Bell tiene enquistada una metodología delictiva, que no es común en otras partes de la Ciudad. Nos referimos a los “rompe vidrios”, que desde hace tiempo vienen haciendo estragos en el sector comercial de la calle Cantilo y adyacencias y nadie los puede frenar.
En estas últimas horas, en medio de un diluvio, arrasaron un local de ropa femenina y, muy cerca estuvieron de hacer lo propio con otro, que está al lado.
Igual, el botín que se llevaron, en tan solo 20 minutos de faena, según las primeras estimaciones, fue sideral: 900.000 pesos en efectivo y casi la colección completa de prendas para la temporada de invierno.
Marta, la comerciante afectada por el robo en la calle cantilo / EL DIA
El increíble episodio de inseguridad tuvo lugar en el comercio llamado “Aldea Blanca”, que está situado en Cantilo entre Centenario y 13 A.
Fue alrededor de las 03.30 que un adoquín de gran tamaño destrozaba el blíndex de la puerta de entrada.
Después, como una horda, los delincuentes arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.
Llamativamente, dentro del negocio apareció algo que no pensaron que hallarían: mucho dinero “contante y sonante”.
De todas formas, no se dieron por satisfechos y se tomaron el trabajo de descolgar las camperas de cuero ecológico, los jeans, las camperas inflables y, entre otros elementos de valor, se apoderaron de tres celulares, uno iPhone de color negro.
El blíndex no soportó el impacto del adoquín y se hizo añicos / EL DIA
Marta (60), propietaria del negocio damnificado por el robo, contó que “me avisaron los de seguridad privada. Me dijeron que habían detonado los cristales. Eran cerca de las tres de la madrugada y, como llovía mucho, preferí esperar que parara un poco. Por eso llegué a las seis”.
“Gracias a la alarma, no me llevaron el local completo. Lamentablemente tenemos cámaras, pero no están funcionando”, agregó.
“Creo que sabían qué llevarse. Porque las camperas de cuero, por ejemplo, están 25.000 pesos por unidad. Además justo teníamos la plata para pagarle a un proveedor de capital. Lo que no se llevaron son los 500 pesos que las chicas que atienden siempre dejan en la caja. Eso no le venía bien”, aclaró con ironía.
La comerciante mencionó también que el robo provocó daños colaterales: “El seguro no siempre te cubre el valor total de la reposición de la puerta de vidrio y después de un robo, tenés un día que no se trabaja”.
“La Policía nos dicen que son chicos y como entran, salen”, mencionó resignada.
El local en el que robaron 900.000 pesos y gran cantidad de ropa / EL DIA
“Ahora no queda otra que volver a empezar. Hace 35 años que tenemos Aldea Blanca en La Plata y el de City Bell fue uno de nuestros primeros locales. Lamentablemente nos tocó a nosotros, que jamás habíamos sufrido un episodio así. Pero es como está el país. Justo vengo de un viaje y donde estuve podés dejar cualquier cosa, que volvés y está en el mismo lugar. Acá es distinto. Tenés que estar a cuatro ojos”, advirtió.
En City Bell, los ataques de los “rompe vidrios” tienen muchos antecedentes
Por último, comentó que “tendremos que ajustarnos el cinturón, dejar de pagar cosas para poder reponer la mercadería”.
EL DE AL LADO, ZAFÓ
Lindero a “Aldea Blanca” se encuentra el local “Óleo”. Pero apremiados por la sabida llegada de la Policía por el sonido de la alarma, los ladrones solo llegaron a romper el cristal de ingreso. De adentro, no se habrían llevado nada.
Cabe destacar que a los “rompe vidrios” se los conoce como integrantes de “la banda del adoquín”.
En este negocio solo alcanzaron a romper la entrada, pero huyeron / EL DIA
Precisamente, en la escena del ataque quedó uno enorme, con pintura amarilla, que usaron como ariete para el acceso.
La lista de antecedentes de los “rompe vidrios” es enorme en City Bell. Y por más de que hubo detenciones, como son menores de edad, es muy poco tiempo el que quedan fuera del circuito delictivo.
Por este hecho, quedó una gran preocupación en todo el sector comercial, donde se volvieron a escuchar pedidos de patrullajes, sobre todo en las llamadas “horas muertas”, quen son aquellas en las que la actividad descansa.